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Coronavirus. Las inquietantes secuelas de la COVID-19

Las secuelas de la enfermedad afectan distintos órganos, como ningún otro virus.

02-03-2021

Por Isabel Pérez Solís, Ciencia UNAM-DGDC

El SARS-CoV-2 es un coronavirus descubierto recientemente y del que cada vez surgen más interrogantes, pues tanto los síntomas como las secuelas de la enfermedad que causa suelen variar de persona a persona.

Nunca antes, una pandemia ocasionada por un virus, había afectado de manera tan estratégica distintos órganos del cuerpo, causando un caos y un desorden utilizando al propio sistema inmunológico para atacar a nuestro organismo.

Con ningún otro virus se había observado que la coagulación ocasionara micro trombosis y con ello una inflamación severa en los riñones, el páncreas, e hígado. Y de ahí, que las secuelas sean diversas, según el órgano afectado, dice Sergio Alberto Mendoza Álvarez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En el contexto del coronavirus, podemos decir que una secuela es una consecuencia derivada de una infección producida por una inflamación pulmonar principalmente, aunque esa inflamación puede darse de forma generalizada en el organismo. De acuerdo con el especialista, existen diversidad de manifestaciones tardías luego de haber padecido COVID-19.


Secuelas musculares

Entre las secuelas más importantes de esta enfermedad, está la afección muscular, como el cansancio, la debilidad y la dificultad para moverse; igualmente, dificultad para respirar, la sensación de falta de aire prolongada aún con actividad física mínima que en muchos casos se debe al déficit en la fuerza muscular.

Se puede llegar a sentir una sensación de ahogo y opresión toráxica. Todo ello está relacionado con el grado de afectación que tuvo el paciente en los pulmones mientras atravesaba por la enfermedad”.

De las principales secuelas pulmonares que se han registrado en pacientes post covid es la fibrosis pulmonar, que dependerá del grado de afectación; si éste ha sido extenso, se hará acompañar de disnea, es decir, falta de aire a largo plazo, sobre todo si no se tuvo una rehabilitación en los pulmones.

Consecuencias neurológicas

Ahora bien, desde el punto de vista neurológico, pueden darse otro tipo de secuelas como la anosmia, esto es, la pérdida del olfato por una molestia directa del virus a nivel del sistema nervioso central; una parte de este se inflama y ocasiona una disminución o pérdida del olfato.

Esta secuela puede durar de dos a cuatro semanas y en ocasiones, permanece durante meses, detalla el especialista. Otra consecuencia que puede dejar COVID-19, es la cefalea, un dolor de cabeza que puede presentarse entre un 40 y un 60% de los pacientes. Del 2 al 5% puede padecer cefalea crónica después de haber padecido coronavirus, llegando a ser, incluso, incapacitante.

Lo anterior, se debe a la liberación de unas proteínas denominados citocinas, producto de la inflamación posterior a la infección viral. Igualmente, otra de las afectaciones neurológicas es el Síndrome de Guillain-Barré, enfermedad del sistema nervioso poco común en el cual el propio sistema inmunitario de una persona daña las neuronas y causa debilidad muscular y en ocasiones, parálisis.

En este caso, añade, Sergio Mendoza, puede existir dificultad para caminar, moverse y también problemas de sensibilidad, de los cuales, los pacientes pueden tardar meses y en ocasiones años para recuperarse. En algunos casos, es posible que haya infarto cerebral cuyas secuelas podrían ser permanentes si no se tiene una rehabilitación temprana.

“Hemos observado en algunos pacientes que la inflamación a nivel de los vasos sanguíneos del sistema nervioso ha sido tanta, que llegan a obstruir las arterias del cerebro ocasionando un infarto o en algunos casos, derrame cerebral. Estas, son las secuelas de tipo neurológico”.

Afecciones en la piel

El haber padecido coronavirus también puede dejar secuelas cutáneas. En este contexto, los pacientes han llegado a referir un rash o urticaria, es decir, una erupción que consiste en lesiones básicas que aparecen en la piel. Existen de diferentes tipos, dependiendo del color y de la textura que presenten.

Aún después de haber sido dados de alta, subraya el especialista, pueden presentarse este tipo de manifestaciones en la piel. Una de las más severas es la necrosis, es decir, los vasos sanguíneos se obstruyen por una inflamación importante, ocasionando la muerte de una parte del tejido corporal.

En este contexto, una de las secuelas cutáneas más frecuentes, es el efluvio telógeno. Se refiere a la caída de cabello o alopecia, sobre todo en pacientes mujeres después de haber presentado un cuadro severo de COVID-19. La recuperación puede tardar semanas e incluso meses.

El corazón y el coronavirus

Igualmente, están las secuelas de tipo cardiológico. Una de ellas, puede ser disfunción del nodo sinusal, esto significa que el corazón comienza a latir más lento; puede suceder en las fases agudas o incluso, en las fases finales de la infección.

De estas secuelas, es frecuente que los pacientes tarden un tiempo considerable en recuperarse, pues la frecuencia cardiaca puede estar entre 30 ó 40 latidos por minuto, y si se llegara a sentir mareo o desmayo, podría requerirse un marcapasos. Esta situación no es tan frecuente, pero puede llegar a presentarse.

La miocarditis, por su parte, es una complicación que puede darse entre los pacientes contagiados de coronavirus. Se trata de una inflamación severa en el corazón que a veces podría derivar en un infarto o en insuficiencia cardiaca, como parte de las secuelas.

En todos los casos, y dependiendo del tipo de secuela que el paciente pueda presentar, se sugiere atención oportuna y rehabilitación adecuada para una pronta y mejor recuperación.

Estrés y miedo post-recuperación

Sobre las secuelas psicológicas, menciona Sergio Mendoza Álvarez, es común que los pacientes presenten episodios de estrés y mucho miedo, sobre todo si estuvo hospitalizado por varios días, o perdió uno o varios familiares a causa del coronavirus.

“Cuando han pasado eventos agudos del padecimiento, además de los anteriores, también se presenta ansiedad o depresión por el impacto psicológico de haber estado aislado y hospitalizado por un tiempo prolongado”.

Una secuela más es la osteocondritis, una inflamación en los músculos y nervios intercostales en el pecho y dolor de espalda; ello es muy frecuente aun cuando ya no haya malestar pulmonar.

  • COVID-19 es una enfermedad multiorgánica; son muy pocos los tejidos u órganos que no se ven afectados por el coronavirus. Se ha mencionado principalmente el daño pulmonar por comprometer la vida; sin embargo, la mayoría de los pacientes presenta por lo menos, una manifestación más.

Se ha hablado además de que podría existir perforación intestinal debido a la inflamación excesiva de los divertículos del intestino. Cuando sucede esto, es posible que la hospitalización del paciente se prolongue, pues podrían presentarse otro tipo de complicaciones por infecciones agregadas. Aquí, la secuela podría ser que el paciente termine con un intestino corto, pues requerirá de una resección intestinal.

Pasajeras, en su mayoría

El especialista comenta que en algunos casos, cuando una persona se entera que está infectada de COVID-19, lo primero que presenta es un impacto psicosocial. “De sólo saber que se ha contagiado, comienza a tener reacciones psicosomáticas aun cuando no tienen manifestaciones evidentes objetivas; presentan cefalea, dolores musculares y hasta diarrea. Todo ello por la sugestión que les causa el haber dado positivo a la prueba del coronavirus”.

En conclusión, las secuelas de COVID-19, dependerán de la edad del paciente, enfermedades concomitantes, y de la intensidad del daño del virus a distintos órganos.

Estas afectaciones prolongadas, en su mayoría, no son para siempre; algunas de ellas tienen una duración de dos a tres meses, otras, de dos a tres semanas. Esto es importante que se sepa, para que, quienes padezcan este tipo de secuelas, no tengan una preocupación excesiva o ansiedad.


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