30-08-2013
Por Miriam Maltos, DGDC-UNAM
La Organización Mundial de la Salud define al estrés como el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción; algunos autores mencionan que es una respuesta natural y de vital importancia para la supervivencia de los individuos.
Pero en el acontecer diario, el estrés dejó de presentarse de forma natural y comenzó ser la manifestación de cargas excesivas en algunas personas, provocando diversas enfermedades que afectan, la mayoría de las veces, en la realización de las actividades cotidianas.
Se estima que el 75% de los trabajadores mexicanos sufre de este mal, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Para la doctora Mariana Gutiérrez Mariscal, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, el estrés debe regularse conociendo cómo se origina y cuáles son sus consecuencias. Una manera es a través de lo que ocurre en el cerebro cuando estamos estresados.
Amenaza a la supervivencia
Se orquestan una serie de reacciones bioquímicas en el cerebro cuando un ser humano está estresado, comentó la doctora Gutiérrez; aunque las respuestas van a depender del tipo de estrés que se presente, sea físico o emocional.
El estrés físico logra poner en jaque inmediato el equilibrio armónico del organismo, es decir, la homeostasis. “Cuando el estrés, en este caso físico, pone en peligro la supervivencia es porque está causando un desequilibrio en el organismo, por lo cual el cuerpo tiene que generar muchas acciones para tratar de contender con esta emergencia sistemática, provocando con ello desde fiebre hasta hemorragias, entre otros muchos síntomas”.
El emocional, por otra parte, puede ser crónico y generar ansiedad, depresión, y algunos otros síntomas tanto físicos como emocionales, explica la especialista. “Este tipo de estrés puede no dañarnos a corto plazo, pero a la larga puede llegar hasta a matarnos. Por ello, contender con el estrés emocional crónico es tan importante como con el físico”.
Señales cerebrales
Las señales de ambos tipos de estrés, mayormente las del físico, entran por la región del tálamo, el cual es el puente sensorial entre el medio ambiente y el medio interno. Este órgano tiene una conexión sumamente importante con el hipotálamo, el cual tiene un papel trascendental en las reacciones ante el estrés, indica Gutiérrez Mariscal.
“El hipotálamo es un centro integrador y orquestador en donde diversas señales convergen. Es en este sitio donde los procesos regionales del cerebro le indican al organismo que genere cierta conducta, que produzca ciertas hormonas, que se quede a la expectativa o que huya de la amenaza”.
Una de estas señales es la que va del hipotálamo a la pituitaria anterior, y de esta a las glándulas suprarrenales. Dichas glándulas generan una hormona llamada cortisol, la cual sale a la circulación general, teniendo como blanco al tejido adiposo, menciona la investigadora.
“Cuando estamos en situación de emergencia por el estrés, el cortisol suprime las digestión, las actividades reproductivas, entre otras, y enfoca toda la atención del organismo a generar la respuesta que asegure la supervivencia.”
Otra de las estructuras cerebrales que juega un papel importante en este proceso es la amígdala, la cual, apunta la doctora, va a decidir la respuesta hormonal y conductual del organismo; además, va a establecer qué información se almacena del medio ambiente en el cerebro para que cuando se presente una situación similar, se haga uso de esta información sensorial, lo cual ocurrirá al mismo tiempo que la situación amenazante.
La investigadora universitaria subrayó que “es de vital importancia tener un conocimiento más amplio sobre el estrés y sus consecuencias, pues con estos elementos se podrán generar mejores políticas públicas que ayuden a controlar y disminuir esta epidemia que sigue en aumento”.
La OMS prevé que para el año 2020, el estrés será el segundo factor causante de enfermedades en todo el mundo.
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