02-03-2020
Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC
Sabemos que hay hombres y mujeres, ambos con órganos sexuales definidos, pero quizá ignoramos que algunas personas nacen con características sexuales que no son como las conocemos. A esas personas se les llama intersexuales.
La intersexualidad es un término que se refiere a las variaciones corporales de las características sexuales (genitales, gónadas, niveles hormonales, cromosomas) que se originan durante el desarrollo de la diferenciación sexual en la etapa embrionaria.
Esas variaciones son las de una apariencia sexual atípica, que no corresponde con las características representativas de lo que conocemos como hombre y mujer, que pueden ser aparentes al nacimiento o pasar desapercibidas hasta la adolescencia o la vida adulta, explica Luz María Moreno Tetlacuilo, responsable del Programa de Estudios de Género y Salud del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Las características sexuales de las personas intersexuales varían, puede ser inaparente, parecer masculinas y femeninas al mismo tiempo, o no del todo masculinas o femeninas, o ni masculinas ni femeninas.
Por otro lado, los llamados hermafroditas verdaderos, que Ann Sterling incluye dentro del grupo de intersexuales y cuya frecuencia es muy baja, pueden presentar ovarios y testículos de manera simultánea (el llamado hermafroditismo verdadero).
Otra posibilidad es que la persona tenga un lado masculino y un lado femenino; en otros casos, el ovario y el testículo se desarrollan juntos en un mismo órgano, formando un ovotestículo. No es infrecuente que al menos una de las gónadas (más a menudo el ovario) funcione lo bastante bien para producir óvulos o espermatozoides y niveles funcionales de las llamadas hormonas sexuales (andrógenos o estrógenos). Fuera de este grupo, el resto de intersexuales no son fértiles.
La intersexualidad puede tener un origen genético, es decir, alteraciones en los cromosomas, aunque recientemente se habla de que además pueda ser de origen ambiental por la exposición de las madres a contaminantes ambientales que imitan a los estrógenos, situación que ha favorecido el incremento de casos de intersexualidad.
Estas variaciones también se han presentado en casos de fecundación in vitro debido, al parecer, a la fusión de los embriones implantados.
Entre los diferentes tipos de intersexualidad el más común es la hiperplasia adrenocortical congénita, que consiste en alteraciones en el metabolismo de las hormonas esteroideas debida a una disfunción hereditaria de las enzimas que catalizan la síntesis de estas hormonas; otras modalidades son el síndrome de insensibilidad androgénica, en el que el testículo no responde a la testosterona; y la disgenesia gonadal, que se refiere al desarrollo anormal de una gónada (ovario o testículo).
Socialmente, refiere Luz María Moreno, este tipo de diversidades no son aceptadas; desde finales del siglo XIX se han etiquetado como anormales, pues lo más frecuente es poseer órganos sexuales definidos como masculinos o femeninos, es decir que las mujeres tengan ovarios y los hombres testículos; sin embargo, es una realidad que entre esos dos extremos existen variaciones normales.
“Este tipo de variaciones causan preocupación a la familia y al personal médico, ya que cuando nacen niños con estas características, de alguna manera se les obliga ajustar su cuerpo a las características binarias de hombres o mujeres, propiciando que se les dañe con cirugías o tratamientos tempranos porque forzosamente queremos que “encajen” en la categoría de hombre o mujer”.
Generalmente, la intersexualidad es tipificada como una patología o enfermedad, pero en realidad no es ninguna de las dos; es una variación normal entre la diversidad sexual. Debe quedar claro que no se trata de una malformación, sino de una alteración enzimática, cromosómica o de la funcionalidad de las gónadas.
- Si socialmente se admitiera que hay variaciones intermedias entre los dos sexos que se reconocen, estas personas tendrían una mayor aceptación y dejarían de sentirse diferentes y rechazados.
Con frecuencia se piensa que la intersexualidad tiene que ver con la identidad de género, pero tampoco está asociado a eso, pues las personas intersexuales pueden identificarse como hombres o mujeres, igual que cualquier otra persona.
Igualmente, no tiene que ver con la orientación sexual, pues en muchas ocasiones son catalogados como bisexuales, transexuales o transgénero y no es así. Estas personas tienen una conformación de los órganos sexuales diferentes sin que ello intervenga con su orientación sexual.
La especialista señala que, según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), los intersexuales enfrentan una vulneración a su integridad, así como discriminación en diversos ámbitos como la educación, el empleo y los deportes.
Al mismo tiempo, enfrentan prejuicios y estigmatización de sus cuerpos que los llevan a ser sometidos desde temprana edad a cirugías y tratamientos hormonales medicamente innecesarios con el propósito de adaptar sus cuerpos a estereotipos binarios: femenino o masculino. Estos tratamientos o cirugías en ocasiones causan daños irreversibles, entre ellos, dolor crónico, esterilización, y hasta la capacidad de perder placer sexual.
Existe la Guía de recomendaciones para la atención de intersexualidad y variación en la diferenciación sexual, que forma parte del protocolo para el acceso a la prestación de servicios de atención médica de las personas lésbico-gay, bisexual, transexual, trasvesti, transgénero e intersexual, que emitió la Secretaría de Salud en 2017.
En estos lineamientos, entre otros aspectos, recomiendan limitar el uso de procedimientos quirúrgicos a los casos en los que se encuentre en peligro la vida o la funcionalidad de las personas.
Asimismo, recomienda aplazar las intervenciones quirúrgicas hasta la adolescencia, momento en el que la persona pueda tomar una decisión libre e informada; también se recomienda, previa evaluación multidisciplinaria, ofrecer la posibilidad de utilizar bloqueadores hormonales que retrasen la pubertad. Además, todas las deberán realizarse en el marco de los derechos humanos y con perspectiva de género.
“No hay datos precisos de cuántos casos como estos existen, ya que muchos no se reportan, aunado a ello hay muchos intersexuales que no se enteran de que lo son, sobre todo si los casos son muy leves, y hay quienes se enteran hasta la pubertad o la adolescencia. Por todo lo anterior no podemos decir que haya una estadística confiable”.
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