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Sangre de nopal. El rojo mexicano de la grana cochinilla

Un color que conquistó al mundo. Conoce la historia del comercio de la grana cochinilla en el siglo XVI.

27-08-2020

Por Naix’ieli Castillo, Ciencia UNAM-DGDC

Es un color rojo que cautiva. La grana cochinilla es un colorante natural de origen prehispánico que se convirtió en un producto internacional. Fue el más exportado de la Nueva España durante el siglo XVI, después del oro y la plata. Este rojo mexicano es parte de nuestra historia.

Desde que los europeos conocieron la grana cochinilla en el siglo XVI, a la caída de Tenochtitlan, notaron su valor. Durante mucho tiempo habían buscado conseguir intensos tonos rojos que perduraran en el tiempo y que se fijaran a textiles como la lana y la seda. En aquel momento no habían encontrado un colorante con estas características. 

  • Popularmente se le llama grana cochinilla al insecto del que se obtiene el colorante. Su nombre científico es Dactylopius coccus. En náhuatl se le llamó nocheztli que significa “sangre de nopal” y en mixteco ndukun que quiere decir “insecto sangre”.

Cada cultura indígena prehispánica tenía un nombre diferente para el insecto. Este elemento etnolingüistico indica el conocimiento y uso temprano del colorante por parte de distintos grupos étnicos antes de la llegada de los españoles.  

Dactylopius coccus

La hembra de esta especie, cuyo ciclo de vida es de tres meses, es la que contiene el ácido carmínico, sustancia que se sintetiza como colorante. El insecto usa esta sustancia como un mecanismo de defensa frente a depredadores como las hormigas. Por su parte, el macho no requiere de esta defensa puesto que su clico vital es breve, se reduce a una semana en la que cumple con la función reproductora para después morir.   

La grana cochinilla como especie silvestre es una plaga del nopal que fue domesticada hace siglos en Mesoamérica. Este proceso duró años y se realizó de manera conjunta con la planta del nopal. El insecto domesticado es más grande y se distribuye en la hoja del nopal de forma más separada. A su vez, el nopal domesticado tiene menos espinas que el nopal silvestre. Ambos factores facilitan su recolección. 


Rojo preciado 

En el siglo XVI, época de reyes y príncipes, el color rojo era un símbolo de poder, asociado principalmente a las altas jerarquías de la iglesia y la monarquía, relata Huémac Escalona Lüttig, investigador postdoctorante del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.  

Este uso del rojo como símbolo de poder, pureza y grandeza provenia del ejército y dirigentes romanos; esta símbología fue asimiliada por la Iglesia católica al momento que se convirtió en la religión oficial del imperio romano y de ahí se extendió a las monarquias europeas.  

Desde la época medieval, los colores fuertes y, principalmente, el rojo estuvieron reservados a este sector social. De ahí el origen del gran interés por su comercio, para nutrir la industria textil de lujo que vestía a las jerarquías europeas.  

De hecho, el investigador comenta que los tintoreros especializados en fabricar textiles para estas élites estaban en la búsqueda constante de colorantes y fórmulas tintoreas de calidad. Los tintoreros italianos del siglo XVI, asentados en Venecia y Florencia, fueron los principales compradores de tintes e inventaron fórmulas secretas a partir de la grana cochinilla mexicana.  

Más adelante, en siglos posteriores, esto cambió y fueron los franceses, los holandeses y más tarde los ingleses quienes compraron la grana, tanto en un comercio formal como en el informal mediante el contrabando. 

  • Aparte de la industria textil, que es donde tuvo su uso más extendido, pintores famosos como Rubens, Velázquez y el Greco, entre otros, también usaron pigmentos basados en la grana cochinilla para agregar colores únicos en sus obras.

Laboratorios de conservación y restauración de museos de distintas partes del mundo han comprobado la presencia del insecto tintóreo en muchas obras importantes.  

Su valor económico 

La grana cochinilla procedente de la Nueva España produjo un “boom” en los mercados europeos, señala Huémac Escalona. La grana cochinilla fue el producto más exportado después del oro y la plata y el segundo que más ganancias generó para las personas involucradas en su comercio tanto españoles como indios. 

La corona española conservó el monopolio de este producto durante todo el periodo colonial; para ello mantuvo el secreto de su naturaleza y producción evitando que saliera de Nueva España el insecto vivo. Cuando los españoles se referían a la grana cochinilla siempre usaban términos que se referían a la agricultura, para que los competidores de otras naciones creyeran que se trataba de un producto vegetal, un fruto de una planta o una semilla.  

El término grana cochinilla se usaba tanto para denominar el colorante que se empleaba para teñir textiles, así como para el pigmento laca (hecho de grana, mezclada con otras sustancias) destinado a la realización obras artísticas. Hoy en día también se le puede encontrar como un colorante alimenticio natural.  

Producción del colorante en Oaxaca 

En el siglo XVI y la primera parte del siglo XVII, la producción más intensa de la grana cochinilla se localizó en zona de Tlaxcala y de Puebla. Oaxaca fue la cuna de domesticación de la grana cochinilla; también producía en aquellos años pero no tan intensamente. Fue hasta la segunda mitad del siglo XVII cuando aumentó su producción, hasta llegar a producir el 99 por ciento de la grana que se exportaba al mundo entero en el siglo XVIII. 

La relación entre indígenas productores y españoles comerciantes en torno a la grana no estuvo exenta de tensiones y conflictos, a pesar de ello la riqueza que generaba permitió que esa relación perdurara a lo largo del tiempo. 

El historiador recuerda que las comunidades indígenas aceptaban producir la grana cochinilla porque les permitía tener una organización social propia y les permitía tener dinero para sus fiestas, para vestir sus santos, para pagar los servicios religiosos al cura y para solventar los tributos. Aunque estas eran imposiciones del régimen colonial, estas cargas fueron asumidas de tal forma que les permitieran tener una estructura organizativa de acuerdo a sus tradiciones. 

La cría del insecto fue una actividad económica en la que participaba toda la familia y podía compaginarse con otras labores. La producción y el comercio de grana articuló la economía de diversas regiones de Oaxaca. Hubo pueblos que se especializaban en la grana, otros combinaron su producción con la manufactura de mantas o el cultivo de maíz y trigo. Mientras que otros más se dedicaron a fabricar los distintos recipientes donde se transportaba el tinte.  

Los españoles visualizaron el cutlivo de la grana como un medio para la generación y la acumulación de la riqueza. La mayoría de los pueblos indígenas, por su parte, se volvieron productores del tinte porque significó una forma más o menos segura de obtener recursos para solventar sus gastos comunitarios y cubrir las cargas tributarias. Ello no estuvo excento del enriquecimiento de sectores de su población. Sin embargo, no fue la norma sino más bien la excepción.  

Ejemplo de lo anterior son algunos caciques que gracias al dinero de la grana adoptaron las formas españolas de vestirse con ropas caras, portar sable y andar a caballo. Muchos de ellos compraron casas en la ciudad española de Antequera a donde se mudaron.  

La grana conectó la economía de sociedades tan distintas y tan lejanas: pueblos indios de las regiones oaxaqueñas con las sociedades europeas, africanas y asiáticas. Para los indígenas oaxaqueños, la grana fue el producto que les otorgó beneficios pero tambien les generó incomodidades. La constante demanda internacional del colorante conllevó la adaptación de su vida de carácter colectivo, regida por un conjunto de creencias y tradiciones propias, a un sistema productivo intenso. 

Las huellas de la grana en Oaxaca están por todas partes: en los edificios públicos civiles y religiosos, en las casas de los comerciantes, en los textiles, en sus vestigios arqueológicos, en los documentos prehispánicos y coloniales, pintados con pigmentos hechos a partir de la grana cochinilla o donde se registró su producción y comercio. Muestra de la importancia que tuvo para la historia de Oaxaca y de México, el preciado insecto tintóreo conocido como grana cochinilla. 

Un color rojo ¿realmente mexicano? 

En años recientes, se mantuvo un debate acerca de la zona americana de origen del colorante. Un grupo de estudiosos aseguró que la grana cochinilla se domesticó en América del sur, en el área andina, debido al hallazgo de textiles teñidos con este colorante en diversas zonas arqueológicas y cuya datación es de los primeros siglos después de Cristo.  

Otros especialistas afirmaban que fue en Mesoamérica, específicamente en Oaxaca, donde se realizó la primera domesticación del insecto junto al nopal. Se cree que de Mesoamérica pasó a Centroamérica y de ahí a Sudamérica mediante el comercio de cabotaje. 

Recientemente, se realizó un estudio científico que analizó el ADN mitocondrial de las muestras de grana cochinilla de Oaxaca y de Perú. Los resultados mostraron que la variedad genética procedente de Oaxaca es más antigua y más diversa. Ello confirma que el insecto tintóreo domesticado es originario de la región mesoamericana correspondiente al actual estado de Oaxaca, al sur de México. 


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