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Mario Molina, gracias y… ¡hasta siempre!

Científico excepcional; nuestro memorable Premio Nobel en 1995.

12-10-2020

Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC

“Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio ambiente con base en la evidencia disponible, pero su solución no es responsabilidad de los científicos, es de toda la sociedad.”

Mario Molina

Uno de los científicos más destacados que ha dado México, es, sin duda, Mario Molina. Ingeniero químico egresado de la Facultad de Química de la UNAM; siempre fue un hombre con una gran convicción por lo que hacía. Un mexicano ejemplar que siempre supo que la ciencia es la mejor alternativa para cambiar y mejorar el mundo.

José Mario Molina-Pasquel y Henríquez (Ciudad de México, 1943-2020), trabajó arduamente en favor de proteger el medio ambiente. Pionero y uno de los principales investigadores a nivel mundial de la química atmosférica.

Fue coautor, junto con F.S. Rowland, y Paul Jozef Crutzen en 1974, del artículo original prediciendo el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarburos (CFC), que les mereció el Premio Nobel de Química en 1995.

Estas investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal, el primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico.

De acuerdo con el Centro Mario Molina, el prolífico académico investigó la química de la contaminación atmosférica en la baja atmósfera y estuvo involucrado en trabajos interdisciplinarios colaborando con expertos para enfrentar el problema de la degradación de la calidad del aire en las grandes ciudades del planeta, especialmente grupos de contaminantes del aire en zonas urbanas, realizando importantes aportes del conocimiento y la solución de la contaminación de la atmósfera de la Zona Metropolitana del Valle de México.

Aportes con impacto social

La aportación científica de Mario Molina tuvo un gran impacto social, pues fue la primera investigación que demostró la afectación de la capa de ozono en la estratósfera por parte de los propelentes de clorofluorocarbono, es decir, que el efecto de la actividad humana ha hecho grandes estragos en la química atmosférica a nivel global, refiere Carlos Amador Bedolla, director de la Facultad de Química de la UNAM.

Posteriormente, recuerda, el doctor Molina dirigió junto con sus compañeros galardonados, una campaña mundial por incluir esa investigación en la discusión de los gobiernos del orbe, teniendo como resultado efectos positivos y muy exitosos. El científico mexicano se distinguió por impulsar en México el apoyo a la ciencia y a la docencia científica.

Uno de sus grandes esfuerzos, dice, fue la atención a la educación científica entre la población mexicana, es decir, no sólo impulsó la investigación entre la comunidad científica, sino que se preocupó porque la sociedad en general tuviera acceso este tipo de conocimiento.

“Molina-Pasquel se constituyó como el líder de la comunidad científica a fin de ejercer presión sobre los gobiernos mexicanos para apoyar la investigación científica, y ahora, con su desafortunada muerte, se carecerá de ese liderazgo que la sociedad mexicana tanto necesita”, resalta.

Activista pro ambiental

De capacidad intelectual extraordinaria, Mario Molina podía sintetizar de forma sencilla temas de mucha complejidad, señala Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM. “A pesar de haber ganado el Premio Nobel muy joven, siempre supo mantener el rumbo y trabajar arduamente en lo que le apasionaba: salvar al planeta de un colapso climático”, acota.

Siendo un investigador de su talla, se convirtió en un activista muy importante en lo concerniente a la aplicación de conocimientos del Protocolo de Montreal, ese gran planteamiento que hubo a nivel internacional para tratar de resolver un problema ambiental y climático que llevó a la pérdida de la capa de ozono.

El Doctor Molina siempre mostró interés por resolver problemas ambientales de México. “Siempre se preocupó porque las autoridades de todos los partidos políticos impulsaran las ideas correctas desde el punto de vista científico. Y es que fue gracias a él, a sus planteamientos y a su gran activismo, que se limpió el aire de la Ciudad de México”.

Respecto a la extinción de especies y el deterioro de los ecosistemas, Mario Molina se mostró atento e interesado, pues sabía que ambos son los pilares que mantienen los servicios ambientales.

La ciencia en indefensión

Dentro de su discurso, recuerda Gerardo Ceballos, mencionaba a menudo que México debía transitar a las tecnologías más limpias; que era necesario dejar de utilizar el petróleo y otros hidrocarburos que tanto dañan al planeta para pasar a las energías verdes y renovables.

El conservacionista considera que el doctor Molina era un hombre ejemplar que podía haber aportado mucho más, y tras su sorpresivo fallecimiento, la ciencia en México se ha quedado un tanto desprotegida, pues no hay nadie de su misma “estatura” moral que ayude a enfrentar los problemas tan complicados por los que atraviesa actualmente el planeta.

Mario Molina, finaliza, nos dejó un gran legado a nivel científico, pero también grandes enseñanzas que deberíamos recordar: humildad, cordura, mesura, tranquilidad, fortaleza y visión, y la mejor forma de honrar su memoria, sería seguir su ejemplo.



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