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Mariguana, el reto de cultivar la investigación

Despenalización abriría opciones para estudiar sus compuestos.

19-04-2019

Por Guillermo Cárdenas Guzmán, Ciencia UNAM-DGDC

La regulación del cultivo, consumo y uso de la mariguana para diversos fines, comercial, lúdico, medicinal, paliativo, que plantea la nueva administración federal en México no sólo significa un giro radical en la política de seguridad nacional y lucha contra las drogas.

Esta propuesta, impulsada por la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero busca constituir desde cooperativas para la producción controlada de la planta hasta un instituto, dependiente de la Secretaría de Salud, encargado de observar las directrices para su regulación.

Estas modificaciones al marco legal, en caso de avalarse, implicarían no sólo la despenalización de la producción, venta y consumo de la planta, sino que también colocarían al país en una ruta similar a la que han recorrido Canadá, Uruguay y varios estados de la Unión Americana, donde se permite su uso recreativo.

Este cambio de enfoque es visto por algunos científicos como un avance, ya que permitiría a los individuos no sólo ejercer su derecho a usar la mariguana en forma lúdica, sino que impulsaría la investigación y eventual aprovechamiento industrial de sus compuestos.

Desde la perspectiva científica, la despenalización contribuiría a subsanar grandes vacíos que existen en el conocimiento de aspectos clave de la Cannabis sativa, como su caracterización botánica, estructura genética, además de evaluar rigurosamente los efectos de sus componentes psicoactivos (que alteran la percepción) y no psicoactivos.

Aunque la planta posee entre 400 y 700 compuestos, sólo se han estudiado a detalle algunos de ellos, como el Delta 9 Tetrahidrocannabinol (THC, causante de la sensación de euforia) y el cannabidiol (CBD, no psicoactivo de efecto sedante.

  • Tanto el THC, Delta 9 Tetrahidrocannabinol, el compuesto psicoactivo más importante de la mariguana, como el cannabidiol fueron aislados por el investigador israelí Raphael Mechoulam en 1963 y 1964. El primero, que ha sido mejor estudiado, tiene usos medicinales en alivio del dolor, inducción de sueño y como estimulante del apetito. El segundo tiene efectos antiinflamatorios, analgésicos y propiedades antiepilépticas.

Según el Instituto Nacional contra las Adicciones de Estados Unidos, el THC puede incrementar el apetito, reducir el dolor, náuseas e inflamación.  En tanto que el cannabidiol -cuyos efectos no han sido tan estudiados como el primero- podría usarse como inductor del sueño, estimulante del crecimiento celular o antiepiléptico.

En todo caso, se requiere más y mejor investigación precisamente porque las evidencias científicas sobre la eficacia medicinal de los cannabinoides resultan controvertidas y no tan claras, como señala un análisis dirigido por Penny Whitting, de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido.


En busca de evidencias

Tras revisar 79 estudios sobre los efectos de la mariguana en más de 6 mil participantes, la investigadora halló evidencias “moderadas” de que sus compuestos resulten benéficos para tratar dolor crónico, problemas de sueño, ansiedad o glaucoma (que afecta el nervio óptico y puede causar ceguera).

“Se necesitan ensayos clínicos más robustos para confirmar los efectos de los cannabinoides, particularmente en el tratamiento de problemas como depresión, ansiedad, psicosis, glaucoma o síndrome de Tourette”, reconoció Whitting en un artículo publicado en 2015.

“La investigación tiene que ser prioritaria. Tenemos que saber, por ejemplo, qué le pasa a los animales de experimentación con la exposición a los distintos compuestos de la mariguana, así como sus niveles de toxicidad", afirma el investigador Oscar Prospero García, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

El científico, titular del Laboratorio de Cannabinoides de la FM, admite que el conocimiento científico actual sobre los compuestos de la planta es precario: se sabe que alrededor de 60 de ellos son de tipo cannabinoide, pero no se conocen sus efectos benéficos o dañinos ni qué le sucede a una persona cuando se fuma un carrujo.

Muchos expertos en adicciones suponen que hay individuos más susceptibles a "engancharse" en el consumo abusivo de mariguana. Esto ocurre porque el cerebro -en humanos, animales y prácticamente todos los seres vivientes- posee un sistema endógeno (interno) llamado endocannabinoide.

Así, un déficit en la cantidad de estas sustancias internas (una especie de cannabinoides que el mismo cerebro sintetiza) explicaría el placer que experimentan muchas personas adictas al obtenerlos de fuentes externas, pero en cantidades mucho mayores.

Mucho por descubrir

Una de estas sustancias endocannabinoides fue descubierta por Oscar Prospero y sus colaboradores en un artículo científico publicado en la revista Science en 1995.

Actualmente, el científico de la Facultad de Medicina y su equipo continúan estudiando en diferentes modelos animales para tratar de corroborar la mencionada hipótesis del papel clave de los endocannabinoides en el proceso de adicción.

Sin embargo, admite Prospero, es necesario profundizar en esta y muchas otras líneas de investigación para subsanar los grandes vacíos que existen en el conocimiento de la planta y los efectos de sus compuestos psicoactivos y no psicoactivos.

“No hay una botánica que describa en términos científicos todas las plantas (Cannabis sativa) que se dan en México; tampoco hay una caracterización de sus compuestos desde el punto de vista químico, dice el académico.

Tampoco tenemos el conocimiento fisiológico de sus efectos en animales y humanos. “Es toda una historia que se tiene que contar a partir de la colaboración de distintos grupos de investigación", añade el experto del Departamento de Fisiología de la FM.

"Necesitamos saber qué hacen estos compuestos uno por uno, pues posiblemente alguno tenga efectos benéficos, pero en ese caso tendríamos que determinar en qué dosis", añade Prospero.

Y cita un ejemplo: hay evidencia anecdótica de que fumar mariguana puede inducir vasodilatación, es decir dilatación de los vasos sanguíneos. La vasodilatación produce, a su vez, un aumento en la frecuencia cardiaca, ya que el corazón bombea con más facilidad.

"Este efecto cardiovascular podría aprovecharse, pero hay que buscar cuál es el compuesto que lo provoca y si eventualmente sería de utilidad en el arsenal del cardiólogo".

Ernest Small, un botánico que trabaja con la compañía canadiense Agriculture and Agri-Food en Ottawa coincide con esta apreciación en un artículo publicado a fines de 2018 en la revista Nature.

"A diferencia del conocimiento sobre modernas técnicas de cultivo en otras plantas como el maíz, el de la mariguana tiene alrededor de un siglo de retraso", sostiene Small.

Por esta razón, la legalización de la mariguana aprobada en 2018 en Canadá (el segundo país de América en aprobarla para todos los usos, después de Uruguay) ha abierto una veta de oportunidades para los investigadores que desean estudiar diferentes aspectos de la planta, desde sus rutas metabólicas hasta su genoma.

¿Podría ocurrir algo similar en México?

Oscar Prospero considera que en caso de autorizarse su empleo, ayudaría a los científicos que la analizan a agilizar los procesos que deben realizar ante las autoridades sanitarias para obtenerla, los cuales tardan meses y obviamente obstaculizan su trabajo.

Sin embargo, advierte que también deben ponderarse los aspectos médicos, así como la infraestructura de atención que se requerirá para dar atención a quienes se conviertan en usuarios abusivos o dependientes de la droga, ya que al autorizarse su consumo recreativo se han observado "picos" de consumo en países como EU.

Esto suele suceder porque al despenalizarse el consumo de la planta, sea fumada o en productos derivados, disminuye entre el público la percepción sobre sus riesgos, que no son despreciables.

"La idea de constituir una industria benéfica para el país a partir de la explotación de la mariguana es seductora, pero habría que ver los resultados y qué costos habría que pagar. Es un momento de transición crucial donde sabremos si la legalizamos con fines médicos y de investigación o también para usos recreativos", afirma el investigador de la UNAM.

  • Científicos de la Universidad de California dirigidos por Jay Keasling produjeron artificialmente dos cannabinoides (THC y cannabidiol) al modificar genes en la levadura de cerveza. Este hallazgo abre la posibilidad de obtener sustancias de uso medicinal e industrial sin necesidad de usar plantas de cannabis.


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