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Afrontar el cambio climático, el reto más importante de la humanidad: Amparo Martínez Arroyo

Amparo Martínez Arroyo en la Agenda Ciudadana de Ciencia, Tecnología e Innovación. Diseño: Bárbara Castrejón.

09-01-2013

Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM




El cambio climático sin duda es uno de los retos más importantes que enfrentará la humanidad en el siglo XXI. En todo el mundo, grupos de científicos echan mano de las herramientas disponibles a su alcance y desarrollan nuevos instrumentos para comprender mejor el sistema climático de la Tierra y tratar de prever los impactos de este fenómeno.

En México, una de las más reconocidas especialistas en el tema es María Amparo Martínez Arroyo, directora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (de 2009 a 2013) de la Universidad Nacional Autónoma de México . La investigadora es pionera en el estudio de la interacción atmósfera-biósfera en sistemas acuáticos. También ha realizado investigaciones sobre la dinámica del intercambio, océano-atmósfera, de los compuestos biogénicos (es decir, originados por los seres vivos) que actúan como núcleos de condensación de nubes.

Amparo Martínez es bióloga con licenciatura y maestría por la Facultad de Ciencias de la UNAM y doctora en Ecología por la Universidad de Barcelona, en España. Entre sus intereses de investigación se encuentra el análisis de problemas ambientales y el estudio de las relaciones entre la ciencia y la sociedad.

Ella forma parte de la Agenda Ciudadana de Ciencia Tecnología e Innovación, como coordinadora del tema Cambio Climático. El reto que ha planteado para el año 2030 es desarrollar la capacidad de prevención y adaptación a los efectos de dicho fenómeno.

Clima y tiempo meteorológico

La depredación que los humanos hemos hecho de los recursos naturales, la urbanización desordenada, la perdida de la biodiversidad y la contaminación del aire y del agua están cambiando el clima.

De acuerdo con Amparo Martínez, la ciencia no tiene duda de la influencia que las actividades humanas tienen en el ambiente.  Desde mediados del siglo pasado, gracias a que en todo el mundo se empezaron a hacer mediciones más o menos sistemáticas de parámetros del clima, como la temperatura, las lluvias y los vientos, los especialistas se dieron cuenta de que en cada región los patrones conocidos estaban cambiando.

Para comprender qué es el cambio climático, es importante distinguir entre el clima y el tiempo meteorológico. Martínez Arroyo explicó que clima son las condiciones atmosféricas que caracterizan una región y que se espera que se presenten en diferentes épocas del año, mientras que el tiempo meteorológico es la variabilidad dentro de ese clima en el día a día.

Por ejemplo, si en primavera hay un día lluvioso y frío, eso no significa que hay cambio climático, sólo es la variabilidad del tiempo meteorológico; en cambio, si año con año se retrasa  o se adelanta la temporada de lluvias en una región o si hay un incremento en el número de eventos extremos, eso sí es un signo de que hay cambios en el clima.

Los científicos registraron que había un cambio en el clima del planeta tras analizar los datos en conjunto de todo un año o de una estación determinada, por ejemplo, los días en que la temperatura es muy baja o el número de noches frescas, explicó.

La investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera dijo que cuando los especialistas comenzaron a indagar las causas del cambio climático, se dieron cuenta de un desequilibrio en la cantidad de radiación que llega a la Tierra y la radiación que sale, y que esto se debe a que la composición de la atmósfera está cambiando y ya no permite que salga toda la energía que debería salir.

El Sistema Tierra

El clima de la Tierra es un sistema en el que la energía que proviene del Sol interactúa principalmente con dos grandes elementos, la atmósfera y los océanos, señaló la especialista. Sin atmósfera, la temperatura del planeta sería de 18 grados bajo cero, pero esta capa de aire permite que sólo parte de la energía proveniente del Sol que entra, salga y que la temperatura global sea de 15 o 16 grados centígrados, permitiendo la vida.

El problema, sostuvo, es que cuando la atmósfera se llena de elementos que son climáticamente activos, es decir, compuestos que atrapan la energía que viene del Sol, la Tierra compensa esa energía que no sale, calentándose.

El calentamiento global de la Tierra es lo que explica por qué se están presentando cambios en el clima en todo el mundo. Amparo Martínez dijo que cuando los investigadores se dieron cuenta que la atmósfera estaba reteniendo más energía solar que antes, comenzaron a analizar mucho más la composición de la misma.

Fue entonces cuando se comprendió que los combustibles derivados del petróleo que el ser humano quema en las fábricas, en los transportes y en otras actividades, no se absorbían en el mar y en la vegetación como antes se pensaba, sino que permanecían en la atmósfera demasiado tiempo.

Cuando hacemos los cálculos de los mecanismos naturales que influyen en la temperatura del planeta, como el vulcanismo y el calentamiento ocasionado por las fábricas, el transporte, el cambio de uso de suelo y otras actividades humanas, sabemos que somos responsables de esto, enfatizó.

Ante este panorama, la preocupación que surge en la comunidad científica es si los seres humanos podemos hacer algo para evitar el cambio climático, ya que hemos hecho tanto para provocarlo. El problema es que muchos de los compuestos que ya están en la atmósfera tienen un tiempo de vida largo, advirtió.

Estrategias para enfrentar el cambio climático

En entrevista, la especialista abundó que en la naturaleza ocurren muchos procesos que están acoplados, por ejemplo, la temperatura, la humedad del ambiente y la cantidad de agua se relacionan con las especies que pueden vivir en determinadas zonas y con las que se pueden cultivar en un determinado lugar. Esto es sólo un ejemplo, porque la realidad es que cuando empieza a cambiar el clima, se desacoplan más procesos de los que podemos imaginar, advirtió.

Comprender el complejo clima de la Tierra requiere de una cantidad muy grande de información. En México, si bien existen redes meteorológicas e incluso redes de monitoreo de la calidad del aire, no existe una red que proporcione la suficiente información atmosférica para detectar los cambios generales que se dan en el clima y tampoco existe la cultura de observación de la atmósfera que se requiere.

Amparo Martínez resaltó que parte del reto es contar con una cantidad suficiente de instrumentos que permitan saber qué es lo que sucede en diferentes lugares de la República, desde la Sierra Tarahumara, en Chihuahua; Puerto Morelos, en Quintana Roo, hasta San Pedro Mártir, en Baja California, y que estén todos acoplados y calibrados.

Contar con una red semejante, agregó, permitiría a los científicos contar con información muy precisa en la superficie que podrían comparar con información de los satélites y así disminuir la incertidumbre que ahora existe en las ciencias atmosféricas.

La sociedad debe adaptarse

Esta misma red de información atmosférica serviría para que, en las comunidades donde se instalen estos instrumentos, se desarrolle una conciencia de la observación de los fenómenos del clima, a fin de que se comprenda que la información sobre la calidad del aire, la temperatura y  las posibilidades de lluvia puede ayudar en la vida cotidiana de las personas.

La idea es poder predecir qué va a suceder y prepararse ante eventos extremos o el impacto en la agricultura. La gente también podría saber cómo construir sus casas en lugares donde el nivel del mar podría aumentar o conocer las enfermedades que antes no eran comunes y que podrían presentarse en ciertos lugares, señaló.

Esta conciencia atmosférica, sin duda, ayudará a que la sociedad encuentre la motivación y los mecanismos para evitar la emisión de compuestos nocivos a la atmósfera. Asimismo, podría ayudar a que los habitantes del medio rural, que han tenido mucho contacto con la naturaleza y tienen mucho conocimiento tradicional de gran valor, lo unan al conocimiento científico para encontrar alternativas y salidas a esta crisis. “El reto que tenemos como sociedad es utilizar el conocimiento para aprender a vivir con un cambio de clima”, concluyó.

  

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