21-01-2019
Por Laura García J., Ciencia UNAM-DGDC
Es viernes por la noche y decides salir a divertirte con tu grupo de amigos. “Para entrar en calor y calmar la sed”, tomas tu primera cerveza. En cuanto la bebes, sientes como poco a poco comienzas a “relajarte” y desinhibirte.
Después de un tiempo, te tomas la segunda cerveza y sientes como los efectos siguen siendo placenteros. Se te dificulta un poco hablar e incluso caminar en línea recta, pero aún, dices, eres consciente de lo que haces y dices.
Algunas malas experiencias con la bebida, te han hecho controlar más la forma en que consumes alcohol, pero a veces, el no beber durante toda la semana o por algunas semanas, te impulsa a consumir en exceso, cada vez que lo haces.
“Antes se hablaba de personas que no bebían y de personas alcohólicas; pero, se ha encontrado que entre aquellas personas que no beben y las que tienen una adicción, hay diferentes grupos de personas; las de bajo riesgo, de riesgo y otras que presentan consumo nocivo”, explica la maestra Leticia Echeverría San Vicente, profesora de la maestría en Adicciones de la Facultad de Psicología de la UNAM.
De acuerdo con la especialista en adicciones, los bebedores de bajo riesgo consumen ocasional y moderadamente; los bebedores en riesgo, en cambio, toman grandes cantidades de alcohol aunque no de manera frecuente, son en su mayoría jóvenes que se están iniciando en el consumo de alcohol y lo hacen por curiosidad o porque su grupo social lo hace.
La forma de beber de este grupo, sin embargo, no les genera problemas sociales ni de salud, lo que estimula que sigan consumiendo de la misma manera.
Por otra parte, las personas que tienen un consumo nocivo de alcohol han sufrido consecuencia negativas como lagunas mentales, y la pérdida temporal de su capacidad de juicio puede hacerlos vulnerables a sufrir accidentes, robos o ataques sexuales.
- El exceso de alcohol en el cuerpo afecta el lóbulo frontal del cerebro, provocando que la memoria inmediata se pierda y se tenga un periodo de olvido, que es conocido como laguna mental.
Además, de acuerdo con la OMS, el consumo nocivo de alcohol puede asociarse al desarrollo de trastornos mentales y comportamentales, como desarrollar una dependencia o una adicción, enfermedades como la cirrosis hepática, enfermedades cardiovasculares, y algunos traumatismos consecuencia de accidentes de tránsito.
“Actualmente, lo que se busca es trabajar en etapas tempranas, es decir, cuando las personas se inician en un consumo de riesgo. El objetivo es cambiar el hábito antes de que se desarrolle la dependencia”, señala la maestra Echeverría.
Este tipo de intervenciones se llevan a cabo en el Centro de Prevención en Adicciones Dr. Héctor Ayala Velázquez (CEPREA) de la Facultad de Psicología de la UNAM.
En el Centro se hace un tamizaje, es decir, una serie de preguntas sobre cantidad, frecuencia, consecuencias que se han tenido a causa del alcohol para determinar si la persona presenta consumo de bajo riesgo, consumo de riesgo, consumo nocivo o dependencia y planificar el servicio.
“Las intervenciones están dirigidas a enseñar a la persona a controlar el consumo de alcohol. Son breves, por poco tiempo y se acompaña a la persona a cambiar su hábito de consumo de alcohol,” explica la maestra.
En el caso de presentar dependencia, la intervención necesita de un tratamiento especializado, mayor tiempo, y suele acompañarse de apoyo farmacológico para reducir la ansiedad que provoca el dejar de consumirlo.
- De acuerdo con la OMS, debido al consumo nocivo de alcohol, cada año se producen 3,3 millones de muertes en el mundo.
La especialista explica que dentro de las intervenciones, se les enseña a las personas reglas de consumo que están relacionadas con la cantidad de alcohol que se ingiere y el tiempo en que se consume esa cantidad.
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