27-09-2017
Por Dánae Villalón, Ciencia UNAM, DGDC
Algunos creen que es una mentira. Hay quienes afirman que los seres humanos no tienen nada que ver con este fenómeno. La realidad es que el cambio climático existe y está ocasionando cambios muy severos en el ambiente y la vida en la Tierra.
El biólogo Gerardo Rodríguez Tapia del Instituto de Ecología de la UNAM explica sus causas, efectos y los estudios que la Unidad Geomática realiza para demostrar el impacto en los organismos vivos.
“Este fenómeno es un cambio en el clima atribuido de manera directa o indirecta a las actividades humanas y que altera la composición de la atmósfera mundial,” comentó el investigador.
Las evidencias indican que en efecto, actividades como la agricultura, la urbanización, la tala de árboles y el uso de combustibles fósiles generan grandes cantidades de CO2, uno de los elementos que favorecen el efecto invernadero.
Este efecto ocurre cuando los gases provocan que el calor proveniente del Sol exceda sus niveles dentro de la atmósfera, lo cual aumenta la temperatura del planeta y modifica el clima. En la actualidad las principales economías del mundo, China, Norteamérica, la India y Rusia, son quienes más CO2 producen.
El investigador comenta que la temperatura del planeta ha variado a largo de cientos de miles de años por eventos naturales diversos, como las glaciaciones; el problema es que en los últimos 50 años incrementó a una velocidad mucho mayor, lo que ocasiona cambios en la época de cultivos, el deshielo de los polos y el aumento en el nivel del mar.
A nivel mundial hay un consenso entre la comunidad científica internacional para intentar frenarlo; el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) reúne a expertos de varios países en temas como ecología y se enfocan en plantear alternativas para contrarrestar estos efectos negativos.
Los estudios del Laboratorio de Geomática indican que un gran número de especies podrían desaparecer. El daño ambiental se mide de acuerdo al análisis de las especies que permanecen en su hábitat: si algunas de ellas ya no están en su ecosistema original, es un indicador de daños importantes.
- En el Laboratorio de Geomática evalúan qué tan sano se encuentra un hábitat y cuáles podrían ser las consecuencias a futuro. Lamentablemente, la tendencia indica que varias especies desaparecerán.
El investigador Rodríguez estudia el caso de varias especies de libélulas en el norte de México. Normalmente estos insectos viven cerca de cuerpos de agua limpia con mucha vegetación y no tienen muchos depredadores naturales. Sin embargo, cuando estos ambientes son modificados, no cuentan con las condiciones adecuadas para reproducirse y la especie comienza a extinguirse.
Un ejemplo en la Ciudad de México es el Teporingo, un conejito que habita en el Ajusco y está a punto de extinguirse porque su alimentación depende del zacate, una especie vegetal endémica que también ha disminuido a causa del cambio climático. Algunos otros mamíferos, como el Ñu y los perritos de las praderas, también se han desplazado por cambios de su hábitat en busca de comida o de parejas para reproducirse.
El biólogo considera que las medidas individuales tienen mucho peso para disminuir el calentamiento global. Acciones diarias como apagar las luces cuando no las utilizas, caminar en vez de utilizar el auto en trayectos cortos o realizar compras en mercados cercanos a tu hogar, contribuyen en gran medida a minimizar nuestra huella en el planeta.
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