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José Luis Ruvalcaba Sil, promotor del estudio interdisciplinario del patrimonio cultural

"En ciencias te enseñan que debes aprender a pensar, a construir conocimiento”.

12-09-2022

Por Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC


Lograr que las ciencias y las humanidades converjan para estudiar el patrimonio cultural de nuestro país ha sido parte de la intensa labor del doctor José Luis Ruvalcaba Sil, investigador del Instituto de Física de la UNAM, donde también se desempeña como Jefe del Departamento de Física Experimental.

Él y su grupo de investigación son reconocidos mundialmente por analizar materiales a través de diversas técnicas, principalmente basadas en aceleradores de partículas y espectrómetros, con métodos no destructivos y no invasivos; también, por su trabajo en el desarrollo de instrumentos y dispositivos propios que pueden usar en laboratorio y de manera portátil.

Lo anterior cobra relevancia cuando se trata de bienes materiales o naturales que son considerados patrimonio cultural. Por ejemplo, han estudiado las pinturas murales en la zona arqueológica de Calakmul, en Campeche; los techos decorados de las misiones coloniales en Chihuahua; las cabezas colosales y lítica olmeca en Veracruz; el oro en el Museo Regional de Oaxaca; el acta de la Independencia de México; y actualmente los murales que se encuentran en la UNAM, entre otros.

Generar vocación

El doctor Ruvalcaba recuerda que decidió estudiar física en la Facultad de Ciencias de la UNAM gracias a su paso por la Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9, donde tuvo profesores que alentaron su gusto por las matemáticas y su interés por temas como la óptica, la mecánica y el electromagnetismo.

Justo ese apoyo en el bachillerato hizo que, al terminar la carrera universitaria, volviera a su preparatoria como profesor de física, como una retribución a la institución.

“Invité a otros compañeros de la carrera para que diéramos clases. Recuerdo que en ese tiempo le dieron un premio a la dirección del plantel porque había incrementado el nivel de aprobación en las carreras difíciles como la física. Y yo creo que ahí se vio ese esfuerzo de transmitir interés y que los jóvenes le perdieran el miedo”.

Al cursar la licenciatura descubrió que le apasionaban los laboratorios y que quería dedicarse a la física experimental. Realizó su Servicio Social como estudiante asociado en el Instituto de Física de la UNAM, en un laboratorio de difracción de rayos X, donde armó un pequeño dispositivo para medir la densidad óptica en películas fotográficas con anillos de difracción. Su labor lo hizo merecedor de la medalla Dr. Gustavo Baz Prada, un reconocimiento que otorga la Universidad al mejor SS.

“La distinción fue muy gratificante, pero, sobre todo, poder ser parte de ese espacio de formación. Como estudiante, era un esfuerzo importante hacer viajes todos los días al laboratorio -hasta sábados y domingos- porque vivía muy lejos de la universidad. Lo valió, porque pude darme cuenta de que esto de construir y desarrollar instrumentos me gustaba mucho y es lo que quería seguir haciendo”.

Encuentro de arte y ciencia

Para desarrollar su tema de tesis, le ofrecieron ser parte de otro laboratorio en el que usaban pequeños aceleradores de partículas para estudiar con técnicas físicas aplicadas a la arqueometría, piezas de obsidiana del volcán de las tres vírgenes en Baja California y algunos fragmentos de pinturas rupestres que habían sido recogidos por arqueólogos.

“Siempre había tenido la inquietud por el arte y la arqueología por influencia familiar, de mi padre, sobre todo. Me pareció una oportunidad única de conjugar y hacer converger estos conocimientos de física para tratar de entender los materiales arqueológicos”.

A principios de la década de los noventa en Europa, se estaban gestando grupos especializados para estudiar los materiales del patrimonio cultural: manuscritos, pinturas, artefactos de cerámica, metales, etc. con aceleradores de partículas como herramienta emergente.



Así entre 1993 y 1997, el doctor Ruvalcaba se trasladó a Bélgica, donde realizó el doctorado en Ciencias (Física) en la Universidad de Namur, en uno de los laboratorios que había establecido algunos de los métodos iniciales para estudiar, con técnicas novedosas, los materiales arqueológicos sin comprometer su integridad física y su valor cultural.

Aunque en su doctorado se enfocó en estudiar el dorado del oro precolombino y reproducir en el laboratorio algunas de esas tecnologías de la metalurgia de nuestros antepasados. A su regreso al IF decidió que no se dedicaría solo a metales. “En México tenemos un patrimonio vasto, variado, de diferentes épocas y culturas, expuesto a múltiples eventos naturales; lo que lo hace único a nivel mundial”.

También propuso implementar métodos para hacer análisis simultáneos con haces de iones con más de una técnica al mismo tiempo, para potenciar la adquisición de la mayor información posible y así obtener datos exactamente de la misma zona; de otra forma, se podrían presentar problemas de análisis y de interpretación.

Nacimiento, auge y retos del LANCIC

Por años, el doctor Ruvalcaba generó diversos proyectos de investigación con los que logró desarrollar técnicas y conformar grupos interdisciplinarios. En 2014 accedieron al financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para la conformación de un Laboratorio Nacional, con participación de la UNAM.

Desde entonces es coordinador del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), se integran cuatro laboratorios LANCIC: el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) y los Institutos de Física (IF), Química (IQ) e Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM. Desde 2016 se integró el Centro de Investigaciones en Corrosión de la Universidad Autónoma de Campeche.

Los Laboratorios Nacionales reconocidos por Conacyt son infraestructuras interinstitucionales que buscan incidir en la generación de capacidades científicas, tecnológicas y de innovación, sin fines de lucro para el bienestar social.

“Reunir el conocimiento desde las ciencias y humanidades, integrar y difundir sus resultados es el espíritu de nuestra Universidad y es lo que hace que el LANCIC sea tan especial”.

El LANCIC da servicios a instituciones como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), universidades, estados y a otros grupos de investigación. El enfoque es estudiar el patrimonio desde un punto de vista material con equipos de punta e incidir en la preservación de la identidad cultural para las generaciones futuras de mexicanos.

El doctor Ruvalcaba comparte que uno de sus grandes retos es poder hacer monitoreo de materiales de forma no invasiva para poder entender los mecanismos de deterioro y generar algunas predicciones de lo que puede pasarles.

Otro de los proyectos importantes es desarrollar una base de datos con toda la información de la caracterización de materiales, espectros, imágenes y toda la información que tenga y siga surgiendo.

“Todavía hay muchas preguntas, muchas colecciones y regiones por estudiar. También debemos seguir desarrollando métodos que nos permitan trabajar a distancia, por ejemplo, ya se trabaja con sistemas espectroscópicos montados en telescopios ópticos para observar a distancia y conocer la composición; ya no es necesario estar tan cerca de las superficies, eso es lo que queremos desarrollar. Es parte de seguir generando conocimiento”.


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