03-02-2020
Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC
Hoy crece la preocupación por el brote de un nuevo coronavirus en China; denominado 2019-nCov, el nuevo patógeno ha cobrado la vida de decenas de personas y enfermado a miles dentro y fuera del país asiático.
Todo el aparato de investigación científica, de salud pública y de respuesta epidemiológica chino y del resto del mundo tratan de evitar que el nuevo virus se expanda más, ante el recuerdo de experiencias pasadas.
En el mundo, durante miles de años, las epidemias fueron entendidas como actos de retribución divina, una fuerza de la naturaleza que podía devastar imperios y aniquilar a grupos enteros de población.
En México, a partir de la llegada de los españoles en el XVI ocurrieron una serie de terribles catástrofes epidémicas que azoraron a los habitantes de entonces. Esta periódica mortandad es considerada como una de las causas que más influyó en la decadencia de las comunidades nativas.
En esa etapa histórica, los peninsulares trajeron enfermedades desconocidas que atacaron a los indígenas y que contribuyeron mucho a disminuir el número de habitantes y el espíritu de quienes lograron sobrevivir.
De acuerdo con el libro “Historia de las Epidemias en el México Antiguo. Algunos aspectos biológicos y Sociales”, aún no había terminado la conquista cuando se produjo la epidemia de viruela transmitida por un hombre negro: Francisco de Eguía.
La segunda epidemia ocurrió en 1531 y vino también por parte de los españoles. Fue el sarampión que se propagó rápidamente entre los indígenas; muchos murieron, aunque no tantos como con la viruela; sin embargo, produjo grandes estragos. Al sarampión lo llamaron záhuatl tepiton, que quiere decir lepra chica, para distinguirla de la viruela.
En 1545 sobrevino la tercera epidemia del siglo XVI llamada Cocoliztli, que se caracterizaba por síntomas como pujamiento con sangre y fiebres altas; era un padecimiento febril hemorrágico con un síndrome cólico sangriento que causó gran mortandad entre los indígenas. A éstas, siguieron otras epidemias que marcaron a nuestros antepasados.
La epidemia se define como un aumento inusual de una enfermedad que ataca a un número de personas superior al esperado, en un mismo lugar y durante un mismo período, explica Alfonso Vallejos Parás, académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Narra que una de las epidemias más devastadoras de la antigüedad fue la Peste de Atenas que se propagó en el año 428 a.C., durante la Guerra del Peloponeso, mientras que, en México, la viruela se conoce como la epidemia más catastrófica en el período de la conquista, aunque muy probablemente hubo otras enfermedades que le antecedieron.
El epidemiólogo considera que la pandemia de influenza en 1918, ha sido el peor episodio de enfermedad que ha vivido el mundo, pues se estima que 40 millones de personas fallecieron a causa de este padecimiento.
El que una enfermedad se convierta en epidemia tiene que ver con el número de casos y la forma en que ésta se transmita. Normalmente, las que se transmiten por vías respiratorias suelen ser más agresivas que las que se contagian por contacto o por algún vector.
Actualmente, abunda, se considera que existen epidemias de enfermedades no infecciosas como la diabetes o la obesidad, ya que el incremento de este tipo de padecimientos ha ido en aumento considerablemente y cumple la característica para ser epidemias.
- Las vacunas son una medida preventiva para no contraer diversas enfermedades; en otros casos como el dengue, una de las formas de prevención es evitar criaderos de moscos, así como la fumigación de los sitios en los que el vector pueda encontrarse. Además, deben tomarse todas las medidas higiénicas posibles.
¿Cómo terminar con una epidemia? Una forma es que se corte el mecanismo de transmisión, esto es, que mediante la vacunación se vuelvan inmunes a las personas susceptibles.
“Cuando se trata de enfermedades altamente contagiosas y mortales y para las que no hay vacuna como el ébola, se implementan medidas de contención aunque el riesgo sigue latente y con la posibilidad de que se salga de control”.
Algunas de las formas de contagio de una enfermedad epidemiológica, pueden ser mediante de un animal a un humano, de humano a humano o por contacto con saliva. De acuerdo con Alfonso Vallejos, la influenza, por ejemplo, es más frecuente en las temporadas invernales, en tanto que las enfermedades transmitidas por mosquitos se dan con mayor frecuencia durante la época de lluvia.
Igualmente, subraya que cuando un padecimiento se transmite de humano a humano o por vía aérea, existe un riesgo mayor de que se infecten muchas más personas. Un ejemplo de ello es la influenza aviar H5N1, que se prevé pueda suceder en algún momento.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los desastres, naturales o provocados por el humano, pueden agravar considerablemente el riesgo de epidemias. El resultado son a menudo brotes fulminantes, con altas tasas de letalidad.
Cabe destacar que una epidemia puede llegar a convertirse en una pandemia, lo que significa que el brote se expande a población de varios países más o menos al mismo tiempo. Una de las principales causas de una emergencia internacional de este tipo, es la movilidad de personas que viajan de un país a otro, principalmente. Por lo pronto, ante el número de casos del nuevo coronavirus, la OMS lo ha declarado una emergencia de salud pública de importancia internacional.
¿Qué es una Emergencia de salud pública de importancia internacional?
“Un evento extraordinario que (...) se ha determinado que constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación internacional de una enfermedad, y podría exigir una respuesta internacional coordinada. Esta definición implica que la situación es: grave, súbita, inusual o inesperada; tiene implicaciones para la salud pública que van más allá de las fronteras del Estado afectado, y puede necesitar una acción internacional inmediata.” OMS
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