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Vacunación, una de las medidas más efectivas de erradicar enfermedades

No bajar la guardia en materia de vacunación evitará reemergencias sanitarias.

17-10-2019

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

Existe un dicho popular que señala que todo tiempo pasado fue mejor. Sin embargo, si hablamos de métodos de prevención de enfermedades, de detección oportuna o de tratamientos contra éstas, esa máxima no se cumple. En la actualidad, el número de personas que muere a causa de enfermedades para las que no había cura hace décadas o incluso siglos ha disminuido gracias a los avances que se han tenido en las ciencias médicas.

Muchos de quienes tenemos más de 40 o 50 años seguramente conocemos a alguna persona que en su infancia padeció meningitis, que tenga secuelas de poliomielitis o perdimos a algún familiar que murió por tuberculosis. Incluso, entre gente de esos grupos de edad o un poco mayores podría ser común encontrar a quienes platiquen que sus abuelos tuvieron varios hijos, pero algunos no sobrevivieron a causa de una enfermedad que hoy es curable o que ha sido erradicada.

Aunque a muchos de nosotros nos tocó vivir esto, hoy los padres jóvenes tal vez nunca lo verán, o no por lo menos con esas enfermedades infecciosas para las que se cuenta con herramientas de prevención como las vacunas.

Baste dar algunos datos para ver que estos tratamientos que han sido tan benéficos en términos de salud pública, pero a la vez tan temidos por algunos sectores de la población, son, junto con el agua potable, las únicas dos medidas que han reducido de manera efectiva la mortalidad en la población de todo el mundo, de acuerdo con los expertos.

Gracias a las vacunas, la viruela fue erradicada en 1980 y desde entonces no se ha vuelto a presentar un solo caso en el mundo y de acuerdo con el Plan de Acción Mundial sobre Vacunas impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 2.5 millones de muertes se evitan cada año con la vacunación.

En nuestro país también la poliomielitis ha sido eliminada desde 1990 y desde 1996 no hay registros de casos autóctonos de sarampión (sólo algunos importados de otros países), y a inicios de los años noventa fue cuando se registró el último caso de difteria en México.

“Hay demasiados ejemplos contundentes de que vacunar es un éxito extraordinario, en salud y en economía, porque sí representa un alto costo la atención de una persona enferma por una patología de este tipo, para el Estado y la familia”, destaca el doctor Raúl Romero Cabello, coordinador académico de la Asociación Mexicana de Vacunología.

Movimientos antivacunas

A pesar de las ventajas en materia de salud pública, existen algunos sectores que se niegan a recibir una vacuna o a que sus hijos lo hagan. Esta situación no es algo nuevo, incluso desde sus orígenes la vacunación ha tenido sus detractores

Desde que se creó la primera vacuna, con Edward Jenner, se ha observado la resistencia de algunos sectores de la sociedad. Incluso hay ilustraciones y de publicaciones de la época en donde a la persona que recibía una vacuna se le dibujaban cuernos o una cabeza de res, en alusión a las vacas que era de donde provenía el virus de la viruela que usó Jenner para prevenir la enfermedad en humanos (de ahí el nombre de vacuna).


Estos movimientos antivacunas, que existen mayormente en países como Estados Unidos, Canadá o algunos de Europa, han argumentado entre sus razones principales que: se oponen a todas las vacunas, a ciertos componentes con los que están hechas e incluso a que se trate de obligar a la población a usarlas, tal como lo documenta la doctora Emilia Lopera Pareja del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas de España en su libro El movimiento antivacunas.

En México este tipo de movimientos no son relevantes, a diferencia de otros países, en donde están organizados legalmente. Aquí el comportamiento es distinto y algunas de las razones por las que los padres dejan de vacunar son porque no perciben el daño de las enfermedades prevenibles por vacunación, no conocen los beneficios de las vacunas o por alguna creencia, es decir, les han contado de algún supuesto caso en el que la persona vacunada sufrió algún daño. Además, desconfían del costo que el pediatra privado les da de las vacunas que no son gratuitas y también por ciertas ideologías.

“En nuestro país más que los movimientos antivacunas nos enfrentamos a papás que no quieren vacunar por alguna razón o por algún consejo que alguien les dio. Sin embargo, muchas veces cuando les platicamos de los beneficios de las vacunas y de los pocos efectos que pueden tener, terminan aceptando la aplicación”, señaló el doctor Enrique Segura Cervantes, pediatra neónatologo e infectólogo.

En nuestro país otro comportamiento que también se ha observado y que contribuye a que algunas personas no quieran vacunarse es el hecho de que, por increíble que parezca, algunos médicos no recomiendan las vacunas.

Al respecto, el doctor Javier Mancilla Ramírez, presidente de la Academia Mexicana de Pediatría destacó que “muchas veces algunos colegas que no tienen información también llegan a desaconsejar las vacunas y eso nos duele mucho, que miembros de nuestro gremio, en lugar de ayudar a proteger a la población la desinforman y la dejan expuesta”.

A estos motivos son a los que se refiere el doctor Abiel Mascareñas, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, cuando habla de los “grupos antivacunas encubiertos” que define como personas que pertenecen al área de la atención a la salud que por pasividad o ignorancia no vacunan, que anteponen el precio de la vacuna para aplicarla o a los tomadores de decisiones en materia de salud quienes “difieren medidas de acción oportuna en materia de vacunación”.

Inmunidad de grupo

¿Por qué estos grupos, ya sea organizados como los antivacunas que existen mayormente en otros países o quienes actúan por una creencia o falta de información pueden afectar tanto al resto de la población al decidir no vacunarse?

De acuerdo con el doctor Mauricio Rodríguez Álvarez, de la Facultad de Medicina de la UNAM, las vacunas son una herramienta de prevención de enfermedades que no solo actúa en el individuo que la recibe, sino en la comunidad a la cual pertenece. Es decir, están pensadas para la protección de las poblaciones, y muchas veces cuando las personas dejan de usarlas pierden de vista que están dentro de una colectividad.

“Se vacuna el individuo, pero en la comunidad se protege a todos; son una medida de salud pública, mientras más individuos vacunados haya en una comunidad, más protegida está ésta, es como una inmunidad de grupo”, dijo.

Este es el motivo por el cual, aunque en México no existían desde 1996 registros de sarampión autóctono, hoy la reemergencia de la enfermedad por importación de casos de otros países también se hace presente en nuestro país y es un riesgo. Esto se debe a que, al vivir en un mundo globalizado, en el que la movilidad de personas es más sencilla, si alguien decide no vacunarse en un lugar que está a miles de kilómetros finalmente puede alcanzar a los individuos más susceptibles en otro país. 

Las vacunas son preparaciones farmacéuticas que contienen derivados de microorganismos (virus o bacterias) vivos o muertos, o sus componentes inmunogénicos, y son creadas para proteger contra las enfermedades infecciosas. Se administran con la finalidad de que la enfermedad ´debilitada´ sea conocida por nuestro sistema inmune, para que cuando enfrentemos a la bacteria o virus en la vida real, nuestro sistema inmune los reconozca y prepare una respuesta de defensa, al haber sido previamente inmunizado.

Para el doctor Rodríguez Álvarez las vacunas actúan en tres niveles. El primero es cuando un individuo que es vacunado se encuentra con algún virus o bacteria que causa alguna enfermedad, no lo contagia y se rompe la cadena de transmisión.

El segundo, es cuando en caso de sí contagiarse el individuo vacunado desarrolla la enfermedad leve, sin complicaciones y de menor duración. Y el tercero ocurre cuando el individuo vacunado se contagia y enferma, pero gracias a la vacunación no contagia a otros.

Por qué no se vacunan

Algunas personas no creen que la vacunación sea necesaria, pues han dejado de escuchar sobre muertes o epidemias provocadas por enfermedades que justamente fueron prevenidas o erradicadas por las mismas vacunas. Es decir, no hay una percepción del riesgo.

“Hay quien dice: ´si no veo a los enfermos cerca y no veo que nadie se haya muerto de esa enfermedad, por ejemplo, mis vecinos, familiares, conocidos, no me digan que esa enfermedad es peligrosa, porque si fuera tan peligrosa aquí estaría’. El problema es que pierden de vista que esas enfermedades están lejos y son muy poco frecuentes por la vacunación”, explicó el doctor Rodríguez Álvarez.

Otras personas no se vacunan porque desconocen lo que contienen las vacunas y les tienen miedo. El caso más representativo de ese temor se presenta cada año con la vacuna contra la influenza, pues hay quien cree que cuando se aplica la vacuna se enferma.

“La vacuna contra Virus de Papiloma Humano (VPH) para prevenir cáncer cérvico-uterino, por ejemplo, no contiene el virus, sino una partícula sintética parecida al virus, por lo tanto, es imposible que produzca la enfermedad. Con algunas proteínas pequeñas se forma una partícula que tiene la forma del virus y alrededor de él ponen los antígenos que van a inducir la respuesta de anticuerpos, es decir, de defensas del organismo para proteger contra el virus real. Sin embargo, la gente no sabe eso y desafortunadamente algunos médicos tampoco”, explicó el doctor Mancilla Ramírez.

Otra causa por la que las personas pueden temer a las vacunas es por los efectos secundarios que se presentan. En algunas páginas de internet es posible encontrar noticias, generalmente imprecisa o falsa y sin sustento científico, en donde se habla de que algún paciente quedó parapléjico después de recibir una vacuna, de muertes ocasionadas por vacunas. El caso más significativo fue el que se dio en 1998 cuando en una revista médica se publicó un artículo en el que se relacionaba la vacuna triple viral con el autismo.

Éste, sin duda, ha sido de los casos más representativos en cuanto a relacionar equivocadamente una vacuna con un efecto adverso, el cual posteriormente fue desmentido, en lo que ahora se conoce como “uno de los mayores escándalos médicos de la década”.

La revista reconoció después de varios estudios que se realizaron para verificar esta información que las afirmaciones de Andrew Wakefield, autor principal del artículo, eran falsas y le fue retirada su licencia de médico en el Reino Unido. Sin embargo, el daño estaba hecho, pues según el doctor Segura Cervantes “la revista en que se publicó tardó casi 10 años en desmentir y quitar el artículo”.

Cabe destacar que sí existen efectos secundarios de las vacunas, los cuales casi siempre son leves y muy poco frecuentes y pueden ser fiebre, en algunos casos pequeños episodios de diarrea, sensación de cansancio, dolor en el sitio de aplicación, inflamación o un poco de malestar general. Estos síntomas frecuentes después de aplicar una vacuna casi siempre son pasajeros y no duran más de 24 horas.

Al respecto los especialistas coinciden en que es raro que haya complicaciones graves o que pudieran poner en riesgo a un paciente. Además, éstas no se pueden predecir, porque casi siempre son reacciones de tipo alérgico que pueden presentarse al momento de la aplicación. Aunque, lo más importante es que la persona que aplica la vacuna esté enterada de si el paciente es alérgico a ésta.

Asimismo, el doctor Romero Cabello reconoció que si la vacuna es bien colocada los síntomas pueden ser leves, aunque -dijo- si hay errores en el manejo de las vacunas se generan otros problemas: “como todo, la vacunación no sólo es dar un pinchazo; es saber sobre la vacuna y saber aplicarla”.

El doctor Javier Mancilla añadió que si las vacunas se encuentran bien conservadas, son aplicadas dentro del tiempo previo a caducidad y se aplican correctamente no deben de causar ningún problema.

Retos de la vacunación

Los principales retos a los que se enfrenta la vacunación en México en la actualidad son el desabasto, las coberturas, el mejoramiento de las vacunas existentes y la aceptación por parte de la población.

El abasto engloba varios conceptos que van desde el desarrollo y la producción, el transporte para llevarla a los distintos lugares en donde se utilizará, que se adquieran a tiempo para aplicarlas y la logística que implica.

Sobre la cobertura, destaca que en muchos países, incluido México, no se alcanzan porcentajes adecuados de algunas vacunas, por lo que un gran reto sería incrementar la cobertura, ya que para tener una protección adecuada de la población y que una enfermedad tenga muy pocas posibilidades de aparecer se necesita al menos 90% de quien debe estar vacunado reciba la vacuna.

“Y que esa cobertura no sólo se dé en las grandes ciudades, porque hay varios lugares en donde se reduce mucho porque son lejanos, están incomunicados o son de difícil acceso, y en muchas ocasiones no logran llegar a esas poblaciones”, destacó el doctor Segura Cervantes.

Además, se debe educar e informar a la población sobre los beneficios de las vacunas para que se vacunen. Al respecto, el doctor Mancilla Ramírez señaló: “cada año se quedan miles de vacunas que son compradas sin ser aplicadas porque la gente no quiere vacunarse, porque tiene miedo al piquete, porque le duele, porque dice que le va a dar gripe por la vacuna, lo cual es falso; podrá tener algunas molestias por la vacuna, pero nunca va a tener la enfermedad”.

Destaca que esta resistencia de algunos grupos poblacionales a vacunarse fue considerada por la OMS en 2019 como uno de los 10 riesgos más importantes a la salud universal.


Ampliar la cobertura

En México, se cuenta con la cartilla de vacunación que incluye 14 vacunas de aplicación gratuita, es decir, que el Estado las proporciona sin ningún costo. La tendencia que se ha observado es que generalmente estas vacunas sí las ponen los padres a sus hijos, sin embargo, las que dejan de administrar son las que tienen algún costo, como la de la varicela o la de la hepatitis A.

Si bien en nuestro país no es obligatorio que se apliquen las 14 vacunas, algunos colegios de educación básica han puesto como requisito de ingreso que los infantes cuenten con todas las vacunas que marca la propia cartilla, con el fin de motivar dicha inoculación.

Aun así, a pesar de que se considera que México cuenta con una de las cartillas de vacunación más completas de América Latina, el doctor Romero Cabello destacó que se ve lejos que nuestro país cumpla con el objetivo puesto por la OMS en el Plan Mundial de Acción sobre Vacunas 2011-2020, en el que se buscaba que todos los países se comprometieran a tener 25 vacunas al final de la década como parte de su cartilla de vacunación.

Por lo tanto, se debe de impulsar que las personas cumplan con los esquemas de vacunación indicados en las cartillas de vacunación oficiales, no sólo los niños (para quienes mayormente son las vacunas de la cartilla nacional) sino también los adolescentes y adultos.

Lo anterior, porque se ha observado que muchas veces la cobertura de las vacunas que necesitan un refuerzo es más baja que cuando se requiere una sola dosis. Esto es importante ya que la eficacia de algunas vacunas no es absoluta y se necesita tener el esquema completo para lograr la mayor efectividad posible.

El lugar común atribuye a la ignorancia la causa de movimientos antivacunas, pero la realidad demuestra que el exceso de información y su mal manejo es lo que ocasiona el problema que se está presentando en varios países y que al vivir en un mundo globalizado tiene repercusión en otros más. Si bien dijimos que en materia de medicina no todo tiempo pasado fue mejor, sí habría de hacerse caso al viejo consejo de que más vale prevenir que lamentar.

“Actualmente, con la disponibilidad de tanta información a nivel global, sabemos que sí son muy importantes las vacunas, que sí protegen y que no cuidar estas coberturas sería irresponsable desde el punto de vista histórico”, concluye el doctor Javier Mancilla.

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