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Depresión en el México violento

La exposición a eventos violentos ocasiona deterioros en el organismo que alteran la salud mental.

26-06-2019

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

Uno de los principales detonantes de los cuadros depresivos son los eventos estresantes, pues el estrés al ser una respuesta no específica que se presenta ante distintos factores adversos va a disminuir la estabilidad de los individuos y, por lo tanto, su capacidad de supervivencia, destacó la doctora Dení del Carmen Álvarez Icaza González, del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”.

Aunque el estrés no siempre es negativo, pues puede servirnos para responder a distintas adversidades, cuando se torna tóxico y surge desde edades tempranas de la vida puede llevarnos a presentar trastornos como la depresión o la ansiedad.

Durante la conferencia Depresión en el México violento, que formó parte del evento Enfrentando la depresión organizado por la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, la especialista señaló que ante el estrés se presentan cambios en los sistemas hormonales, en neurotransmisores, en el sistema nervioso autónomo y en el sistema inmune, lo cual está relacionado con cambios en la regulación genética.


 “Cuando el estrés es muy intenso, hay un momento en que la capacidad del sistema para compensar se rompe, es decir, empieza a entrar un desequilibrio y estos sistemas que en algún momento trabajaron para ayudarnos a adaptarnos al medio pierden su capacidad de regulación y eso causa cambios no necesariamente benéficos a largo plazo”, destacó la especialista, quien ha trabajado con víctimas de violencia en el estado de Guerrero.

Violencia colectiva

Algunos de los estresores que llevan a cuadros depresivos pueden ser la pobreza, la violencia intrafamiliar o colectiva. De esta manera, existe una estrecha relación entre violencia colectiva y depresión, pues acciones como la agresión, el secuestro u otros factores traumáticos ocasionan deterioros en variables psicosociales que influyen en la salud mental.

Por ejemplo, las situaciones de conflicto se han relacionado con un incremento de la violencia hacia niños y mujeres, como homicidio y lesiones, además de que la población tiende a empobrecerse, pues se ha visto que un país que entró en conflicto tiende a ser en promedio 15% más pobre de lo que sería si no estuviera en dicha situación.

También se presentan problemáticas como migración y desplazamientos, y hay una destrucción de las redes comunitaria. Así, la violencia colectiva genera desconfianza y destruye las redes sociales.

“Cuando hay violencia en una zona, muchas veces la gente deja de salir a los espacios públicos, se aísla, se genera disgregación de grupos, la gente tiende a juntarse con aquellos que considera de su propia identidad y empiezan a estigmatizar, rechazar u hacer a un lado a aquellos que consideran como externos”, mencionó la especialista en genética psiquiátrica y biología molecular.

Esto es importante, dijo, porque este tipo de situaciones destruyen uno de los factores más importantes y protector de la salud mental, que es el tejido social.

Por lo tanto, hay un incremento de estresores que derivan por el trauma de vivir en situaciones de violencia, así como menor acceso de los servicios de salud, lo cual aumenta el riesgo de trastornos mentales, además de que esto puede asociarse con normalización de la violencia no sólo colectiva, sino al interior de las familias, de las escuelas, de las comunidades.

Violencia y síntomas depresivos

Durante las crisis humanitarias, no sólo relacionadas con violencia, sino con sismos, inundaciones, crisis de tipo nuclear o conflictos armados, se observan tres tipos de afectaciones en la salud mental:

Los síntomas temporales, que los sujetos puedan presentar de manera aislada, no afectan su funcionamiento y están acotados en un periodo de tiempo.

Los problemas psicosociales en los cuales ya se empieza a afectar el funcionamiento del organismo; se presentan problemas de sueño, irritabilidad o síntomas depresivos.

Y, por último, los trastornos mentales graves que ya son incapacitantes.

  • De acuerdo con el Consorcio de Salud Mental, en donde se analizan datos de 8 países, incluido México, ser perseguido, acosado o extorsionado ocasiona que 25% de las personas puedan tener síntomas depresivos, pues cuando presenciamos violencia desarrollamos una respuesta al estrés.

Apoyo psicosocial

El estrés que los niños y adolescentes sufren en edades tempranas no sólo los va a afectar en ese periodo de la vida.

La psiquiatra agrega que se ha visto que a lo largo del tiempo estos niños y adolescentes van a tener un mayor riesgo de persistir con enfermedades mentales en la adultez. Esto ocurre porque si están expuestos a privación social emocional y a distintas adversidades van a tener cambios cerebrales, pues existe una interacción entre los genes y la crianza.

“La crianza va a influir de manera importante en la expresión de los genes, pues cuando una persona se expone a estrés o a ciertos eventos en la edad temprana, ciertos genes se van a activar o a desactivar y esto va a determinar que pueda haber cambios persistentes en el cerebro”.

Sin embargo, dijo, se ha visto que si las intervenciones psicosociales se hacen de manera temprana, sobre todo en los niños, también hay forma de compensar, por lo que es importante ofrecerles a quienes han sufrido este tipo de violencia relaciones de apoyo y estrategias de resiliencia frente a esas vivencias adversas.


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