22-09-2017
Por Claudia Juárez, Ciencia UNAM, DGDC
¿Qué sientes al estar cerca de los sobrevivientes del desastre del reciente sismo del 19 de septiembre? ¿Al ver las escenas de la tragedia?
Nuestra sensibilidad a la desgracia o la felicidad del otro es un proceso complejo, rápido, espontáneo e inconsciente. Algunos científicos proponen la existencia de un aparato biológico que nos da esta capacidad de respuesta.
Desde la neuropsicología, campo que estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta, se exploran evidencias de una compleja red neuronal involucrada en esta clase de emociones.
La compasión, la empatía, el orgullo, la culpa, la vergüenza, el desprecio y la envidia entran en la categoría de emociones morales. Estas surgen de la interacción entre los individuos, al instante en que uno aprecia o evalúa al otro.
Este aparato biológico —indica la investigadora Alicia Vélez García, de la Facultad de Psicología de la UNAM— nos predispone a sentirlas, pero el entorno, la cercanía con alguien, el sufrimiento del otro es el detonante.
- A diferencia de las llamadas “emociones básicas” (tristeza, alegría, enojo, miedo, sorpresa) que provienen de ideas, imaginación o percepción de relevancia personal, las emociones morales surgen de la interacción con los otros.
Cuando el bebé responde con una carcajada a la sonrisa de la madre, es como si expresara: “yo siento lo mismo que tú y entonces sonrío”. Ahí está la empatía, manifestándose desde las primeras semanas de vida.
Los neuropsicólogos sugieren que algunas emociones morales promueven la unión entre los seres humanos y la cohesión de grupo: “si siento compasión por alguien trataré de ayudarlo.” Por el contrario, hay otras emociones que nos alejan de los demás, como la envidia y el desprecio.
Desde pequeños vamos aprendiendo a diferenciar lo que está bien de lo que está mal según las normas de nuestra sociedad. De ahí que si miro a un hombre llorando porque perdió a su hijo, es probable sentir empatía u otra emoción ante el sufrimiento de la víctima.
Esta reacción llega acompañada de ciertos cambios fisiológicos: el corazón late más rápido y la presión sanguínea se acelera. ¡Queremos hacer algo para ayudar!
Algunas personas no reaccionan. Pareciera que su cuerpo estuviera desconectado del pensamiento de que algo malo está ocurriendo.
Esta indiferencia, dice la psicóloga, se ha observado en individuos con lesiones en las áreas del lóbulo frontal del cerebro, responsables de la respuesta moral.
Alicia Vélez, miembro del Laboratorio de Neuropsicología, participó en una investigación que consistió en aplicar a 50 individuos sin daño cerebral la técnica de potenciales evocados, la cual permite registrar la respuesta cerebral ante estímulos sensitivos.
Se les mostraron imágenes de seres abandonados, maltratados, víctimas de una guerra o de asaltos, entre otras situaciones reales. Se observó la activación de las regiones de los lóbulos frontal y temporal en el cerebro de los espectadores.
A diferencia de individuos antisociales o psicópatas, en quienes se ha registrado una respuesta diferente en estas zonas cerebrales, estos sujetos son conscientes de que robar o asesinar es un acto reprobable, sin embargo, se manifiestan insensibles al dolor ajeno.
Estas observaciones sacan a la luz la complejidad de la conducta moral, pues implica emociones, respuestas que tienen que ver con la planeación, la organización, la anticipación y el control de impulsos. Todo un mecanismo que se activa cuando sentimos el deseo de ayudar al vecino en desgracia, de denunciar injusticias o sentir indignación ante conductas poco éticas.
- El italiano Giacomo Rizzolatti descubrió las neuronas espejo, importantes para la comprensión de la empatía emocional y otros mecanismos del comportamiento social. Se activan cuando uno está realizando una acción y la observa en otro individuo.
Tomado de: Sentir al otro
¿Cómo controlar las emociones negativas ante la tragedia?
Espejear el sentimiento del otro: las neuronas espejo
Diagnóstico de emociones de sobrevivientes de cáncer