30-06-2016
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
A finales de 2013 María fue diagnosticada con cáncer de mama, durante 2014 fue sometida a quimioterapia y radioterapia, los tratamientos más fuertes que hay –según sus propias palabras–. El dolor físico que puede experimentarse con estas terapias, aunado al sufrimiento emocional, generan un binomio que redunda en distintos cambios en su ánimo.
Cualquier padecimiento producen distintas reacciones físicas y alteraciones en el estado anímico. Algunas veces puede ser sólo una leve tristeza, pero en otras es una depresión que se experimenta durante largo tiempo. Esto depende, entre otras cosas, del tipo de enfermedad y el tiempo que se ha padecido, así como de la personalidad de cada quien y del apoyo familiar o social.
Sin embargo, ¿cómo medir con exactitud que una persona está sufriendo o experimentando estas emociones? Y más importante aún, ¿cómo apoyarlas para que tengan una mejor calidad de vida?
El doctor Benjamín Domínguez Trejo, de la Facultad de Psicología de la UNAM, lleva a cabo desde hace veinte años un estudio enfocado en encontrar biomarcadores (autonómicos e inmunológicos) como indicadores del componente emocional en el dolor crónico. Los autonómicos están relacionados con los cambios emitidos por el cuerpo (sudoración, temperatura, etc) y los inmunológicos con el análisis de las células del sistema inmunológico (en particular la respuesta inflamatoria).
Aunque los psicólogos tradicionalmente han realizado una labor de apoyo emocional, en la actualidad han demostrado, a través de este innovador proyecto, cómo dicho apoyo se traduce en cambios en la resistencia del organismo, de qué tamaño pueden ser éstos y en dónde se producen. Para lograrlo trabajan en colaboración con inmunólogos, biólogos, oncólogos e ingenieros del campo de la mecatrónica.
“Hemos demostrado que el apoyo social cambia el funcionamiento del sistema inmunológico, disminuye la respuesta inflamatoria en pacientes sobrevivientes de cáncer, incluso más que el tratamiento médico anticancerígeno y, si se suman los dos recursos, los resultados son óptimos”, puntualizó el universitario.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud cada año se detectan alrededor de 1.38 millones de casos nuevos de cáncer de mama y mueren más de 400 mil mujeres por esta enfermedad. En México, según el INEGI, los casos nuevos se presentan sobre todo en mujeres mayores de 40 años, durante la menopausia y la posmenopausia. Además que representa la segunda causa de muerte en las mujeres mayores de 20 años.
Dado que es una enfermedad crónica, cuya incidencia ha aumentado y representa un problema de salud pública, es necesario realizar trabajos multidisciplinarios que permitan que estas mujeres no sólo vivan más tiempo, sino además mantengan una mejor calidad de vida.
En este sentido, se ha comprobado que conforme avanza la enfermedad, una persona con cáncer de mama experimenta distintas emociones como enojo, tristeza o ansiedad, las cuales terminan influyendo en su apego al tratamiento, la acción de los fármacos, el desarrollo mismo de la enfermedad, la sobrevida y, en general, en su calidad de vida.
Por lo tanto, este innovador proyecto consiste en conocer el estado emocional de las pacientes con cáncer de mama, a través de una muestra de saliva, así como de la obtención de imágenes de termografía de cara y manos, y de mediciones de su frecuencia cardiaca.
En la saliva se ha detectado la presencia de una molécula llamada interleucina 6 (IL-6). Ésta se relaciona con altos niveles de estrés, depresión o soledad y, en general, con el funcionamiento emocional en lo que se conoce como: “conducta de enfermedad”. Por lo tanto, si éste se altera, el sistema inmunológico se debilita y, en consecuencia, aparecen procesos inflamatorios como los que se producen cuando el organismo nos defiende del ataque de un virus, bacterias o del cáncer.
El grupo de investigación clínica “Mente-Cuerpo” liderado por el doctor Domínguez Trejo trabaja desde hace 28 años con pacientes con dolor crónico, para lo cual colabora con la Clínica del Dolor del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del ISSSTE y el grupo “Ave Fénix” del Servicio de Oncología de dicha institución, en particular participan en su protocolo de investigación mujeres sobrevivientes de cáncer de mama.
Con las tomas de saliva se documenta si hay baja o alta presencia de IL-6 y cuál es su relación con los cambios emocionales en un paciente. Pues se sabe que niveles altos de IL-6 están relacionados con un bajo estado emocional, un debilitamiento del sistema inmunológico y menor sobrevida de la paciente.
En estas muestras existen más de mil sustancias diferentes entre enzimas, proteínas y bacterias; y de éstas algunas son bioindicadores o biomarcadores, como el cortisol, la inmunoglobulina A o la interleucina 6 (IL-6).
Cabe destacar que la IL-6 también se encuentra en sangre, sin embargo se toman muestras en la saliva porque es un proceso no invasivo, amigable y sin estrés para la paciente.
Por su parte, el maestro Ricardo Márquez Rangel, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, explicó que una vez que se toman las muestras de saliva se ponen en un medio frío: “no se congelan, sólo se enfrían, para disminuir la actividad enzimática que vaya a degradar esa interleucina, que es una proteína. Una vez que tenemos ese procedimiento, las llevamos al laboratorio y mediante un proceso que se llama ELISA podemos saber qué cantidad de IL-6 tiene un paciente en específico”.
Agregó que los datos que arroja el análisis de las muestras de saliva se pueden correlacionar con otros factores que se están viendo en el estudio total (como la obtención de la termografía de caras y manos) para que con ambos resultados se logre una intervención clínica personalizada, es decir, apoyar sólo a quienes realmente requieren ayuda.
Como parte de esta investigación financiada por PAPIIT y PAPIME (programas universitarios de apoyo a la investigación tecnológica y de la enseñanza) también se realiza una obtención de termografías faciales de cada paciente que participa en el protocolo, así como del grupo control.
Aplicar tecnología como la termografía sirve para conocer con exactitud el estado emocional de una persona, el cual es visible con los cambios de temperatura de la cara.
Dicho procedimiento consiste en presentar distintos videos a las participantes, a través de los cuales se les muestran situaciones que les causen alegría, sorpresa, empatía al dolor y enojo. Así, mientras ven los videos también se obtienen las termografías faciales.
Las muestras de termografía se toman bajo condiciones controladas de laboratorio en alrededor de 15 minutos por paciente, tiempo durante el cual se generaron cambios de temperatura en diferentes áreas del rostro y manos (lo que permite eliminar cualquier posibilidad de invalidez interna de fuente externa).
Los cambios de temperatura se deben a la expresión facial emocional voluntaria o adoptada por la paciente y ésta es más sensible que el grupo control, puntualizó el psicólogo David Rodríguez, quien es parte del proyecto al trabajar en el perfil biopsicosocial del dolor y termografía facial emocional en un grupo de pacientes sobrevivientes de cáncer de mama.
Por su parte, el Ingeniero Irving Armando Cruz Albarrán, de la Universidad Autónoma de Querétaro, explicó que se detecta la radiación que emiten los cuerpos a través de la termografía. Ésta es un estudio no invasivo mediante la cual se observa la temperatura que, al traducirse en datos, es analizada.
“Con base en información buscada en bibliografía se sabe que la cara y las manos produce un cierto cambio de temperatura, ya sea bajo emociones negativas o positivas. Lo que se pretende hacer es una validación de ambas cosas, de lo analizado con la termografía y de los estudios inmunológicos que también se toman”, explicó.
Con dichas imágenes se desarrollará un software cuya aplicación principal será la detección de cambios en la temperatura corporal según las emociones que tenga el paciente.
De cada 10 pacientes que han analizado en 3 los niveles de interleucina 6 son más altos que los normales, esto significa que son los que necesitan mayor apoyo emocional. En tanto, los otros 7 son conocidos como resilientes, es decir, aquellas personas que sólo necesitan un empujoncito y para ellos es suficiente con que se les diga “aquí estamos”, explicó el doctor Domínguez Trejo.
“Antes no lo sabíamos, ahora ya lo sabemos con exactitud y, a partir de esto, se puede dosificar la cantidad de apoyo médico y psicológico para cada paciente”, puntualizó.
De este porcentaje, los 3 que mantienen estados emocionales bajos se debe al nivel de apoyo social y familiar. Así, el sistema inmunológico de una persona que se siente sola, discriminada o abandonada responde de manera diferente a aquella que no lo está.
Por lo tanto, sentirse acompañado es una medicina natural, sólo que no todos se sienten acompañados, dijo el especialista, por lo cual realizan este tipo de mediciones para poder tener una certeza de quiénes son los resilientes y quiénes son los vulnerables, los que requieren más apoyo médico, psicológico y de varios tipos.
El manejo psicológico contribuye a la sobrevida y a aumentar la calidad de vida de las pacientes con cáncer de mama que participan en este estudio. El doctor Domínguez Trejo señaló que aquellas pacientes con las que trabajan usan menos analgésicos para el dolor y sus relaciones sociales son mucho más ricas que las de otros grupos que también están recibiendo tratamiento contra esta enfermedad.
A través de este tipo de estudios se ha determinado que el apoyo emocional es fundamental para lograr un buen funcionamiento del sistema inmunológico. Además que junto con los tratamiento anticancerígenos se contribuye a aumentar la sobrevida de las pacientes.
“La tecnología aquí nos ayuda para tener parte de la respuesta. Saber con precisión realmente de qué tamaño es el efecto emocional de sentirse apoyadas o no apoyadas. Todas nuestras pacientes son sobrevivientes de cáncer de mama, algunas tienen 20 años de sobrevivencia y otras menos, pero esperamos contribuir a que lo que estamos haciendo también afecte su sobrevida y su calidad de vida”, dijo.
Agregó que lo que ya se sabe es que si una persona produce cambios a nivel emocional tanto su sistema inmunológico, como el fisiológico también están cambiando. Aunado a ello, explicó que instituciones como la Comisión Nacional de Derechos Humanos están interesada en las mediciones que se realizarán con este estudio, pues con ellas se podrán medir los cambios emocionales de las víctimas de los delitos y de la violencia, con el fin de saber qué tipo de apoyo, cuánto y cuándo es el que requieren.
Además de realizar este proyecto con población de cáncer de mama, en la práctica clínica ya se lleva a cabo con pacientes de la Clínica del Dolor del Hospital de Zaragoza del ISSSTE y se espera pronto ponerlo en marcha en un Centro Comunitario de Iztapalapa dirigido para pacientes diabéticos.
En tanto, María, una sobreviviente del cáncer, señala que muchas mujeres como ella están preocupadas por la sobre medicación a la que son sometidas. “Yo me llevo de este proyecto el conocimiento para aprender a manejar mejor mis emociones para salir adelante en este proceso, pues en la medida en la que se avance en el estudio de las emociones podemos ir dando otro manejo a nuestra enfermedad”.
Interactivo: Diagnóstico de emociones
Diagnóstico de cáncer de piel en la Clínica de Oncodermatología
Coronavirus en niños: particularidades, diagnóstico y consecuencias