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Actividad minera y problemáticas sociales. El caso Cerro Jumil

Proyecto de Cerro Jumil, un caso de los conflictos mineros en México.

12-08-2019

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

En las últimas décadas, el interés por la minería del estado de Morelos ha ido en aumento, tanto, que en la actualidad una cuarta parte de su territorio está concesionado a esta actividad. Si bien algunas minas subterráneas estuvieron activas hasta mediados del siglo pasado, en los últimos años se ha buscado recuperarlas sobre todo para la minería a tajo abierto.

Aunque Morelos es un estado del centro de México conocido más por sus destinos turísticos y su actividad agrícola, de 2000 a 2017 la expansión territorial de la minería ahí creció cuatro veces más, pasando de 10 lotes otorgados a la minería a 46, lo que equivale a 116 880 hectáreas.

Uno de los principales problemas de esta expansión en el estado es que se realizó hacia las zonas que contienen ríos, acuíferos, áreas naturales protegidas y sitios arqueológicos, tal como lo detallan Isidro Téllez y María Teresa Sánchez Salazar, del Instituto de Geografía en el artículo La expansión territorial de la minería mexicana durante el periodo 2000-2017. Una lectura desde el caso del estado de Morelos.

De 1998 al 2009 la concesión de estos títulos mineros se incrementó en todo el estado, aunque la mayor parte se concentra en el sur, donde se ubica la Sierra de Huautla, una reserva biológica de la cual más de 50% es área natural protegida, porque alberga el área de selva baja caducifolia mejor conservada del país.

Un caso emblemático de esta situación es el proyecto del Cerro Jumil. Este sitio se localiza a 15 km de la ciudad de Cuernavaca, en el municipio de Temixco junto al cerro Colotepec, ambos están muy cerca de la zona arqueológica de Xochicalco, la cual fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998.

“Desde los años 90 empiezan a crecer las concesiones mineras, tanto en términos de número de títulos como en hectáreas concesionadas o en superficie. Aunque Morelos es un estado pequeño, representa 0.25% de la superficie nacional, es un caso emblemático de este crecimiento, porque ejemplifica con claridad lo que está sucediendo en todo el país”, explicó Isidro Téllez del Instituto de Geografía de la UNAM.

Actividad minera en aumento

Los antecedentes del proyecto Jumil se remontan a 1993 cuando un geólogo estadunidense descubre que en dicha zona, entre los años 1940 y 1960, funcionó una pequeña mina de plata. Al hacer trabajos de campo encuentra que efectivamente existe potencial minero en la zona.

Un año después forma una compañía de exploración y adquiere una concesión minera, en 1994, justo dos años después de que fuera aprobada la nueva Ley Minera en nuestro país, que entre otras cosas, no establece límites a la extensión ni al número de concesiones.

En asociación con una compañía minera canadiense, lleva a cabo labores de barrenación con el fin de detallar el tipo de yacimiento, descubrir si conviene económicamente extraer los minerales (fundamentalmente oro y plata) y realizar el diseño de la mina.


Así, durante varios años siguen los trabajos de exploración, los cuales pasan de una compañía a otra. Se continúan las barrenaciones, se construyen los primeros caminos hacia el área mineralizada y se realizan estudios de teledetección, geofísica y geoquímica del yacimiento.

También se realizan trabajos de evaluación económica y, finalmente, en 2012 se concluye que sí es un proyecto rentable. Al mismo tiempo, la Semarnat autoriza cinco manifestaciones de impacto ambiental relacionadas con actividades de exploración a la empresa a cargo del proyecto.

Al respecto, el maestro Téllez destaca que de 1994 a 1998 los títulos mineros en dicha región crecieron de 500 a 15 mil hectáreas, lo cual es un claro ejemplo de cómo la actividad minera empezó a crecer en Morelos, promoviendo una actividad que no era propia del estado. Además de que el tiempo de la concesión aumenta, ya que la ley minera de 1992 permite ampliar los periodos de concesión de 25 a 50 años, con la posibilidad de prórroga por un periodo similar.

Conflictos sociales

A pesar de que los trabajos de prospección y evaluación económica que se realizaron arrojaron que sí es un proyecto redituable, también se ha encontrado que representa un riesgo para la población y las zonas arqueológicas que se localizan cerca de donde se piensa llevar a cabo.

Por ejemplo, el proyecto Cerro Jumil abarcaría cerca de 7 mil hectáreas ubicadas muy cerca de la zona arqueológica de Xochicalco. Se propuso como una unidad minera que abarcaría dos tajos a cielo abierto de casi un kilómetro de ancho por 70 metros de profundidad para extraer 51 toneladas de oro y 585 de plata en un lapso de 12.63 años, para lo cual es necesario contar con albercas de lixiviación.

Algunos de los riesgos son que estos tajos estarían ubicados cerca de dos ríos, los cuales, en caso de haber algún derrame, serían contaminados perjudicando a distintas comunidades. Además de que dichos tajos serían colocados en donde hay vestigios de la zona arqueológica. Esto trajo distintos conflictos con las comunidades cercanas por la actividad minera que se quiere llevar a cabo en la zona.

Ante esto, el 6 de junio de 2013 la Semarnat emitió el rechazo del permiso con lo que se imposibilita la construcción de la mina, fundamentalmente por dos motivos. El primero es porque la mina iba a consumir cerca de 51% del acuífero de Cuernavaca, lo que representaría quitarles el agua a miles de personas. Y el segundo, porque estaba dentro de la zona arqueológica de Xochicalco.

De esta manera, como parte de la investigación realizada por el maestro Isidro Téllez en el Cerro Jumil destacan los problemas sociales que surgen en algunos sitios con actividad minera, señalando que este proyecto es un ejemplo de cómo el otorgamiento de concesiones mineras debe ser mayormente regulado, así como la posible cancelación de éstas.


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