06-02-2019
Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC
“A nivel de individuo, hogar, nación y global, (la seguridad alimentaria), se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de "llevar una vida activa y sana”.
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
Uno de los retos fundamentales de la civilización del siglo XXI será la producción de alimentos suficiente para toda la población humana, considerando mayor sequía y otros fenómenos extremos asociados con el cambio climático.
De acuerdo con Erick de la Barrera Montppellier, académico del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, el cambio climático ocasionará que se comience a perder superficie agrícola. Recordemos que dos terceras partes del país son áridas y semiáridas.
“Uno de los efectos del cambio climático es que las temporadas de lluvia se han modificado, lo que podría derivar en un riesgo para los cultivos, ya que la tierra se deslava y la siembra se deteriora”, explica el especialista en entrevista para Ciencia UNAM.
Es así que estos cambios en el clima están dañando los productos del campo que México exporta: alimentos tanto de consumo humano y de ganado, como de procesos industriales.
El investigador dedicado al estudio de distintos componentes que afectan a la megadiversidad vegetal de México, señala que cereales como el maíz, el arroz y el trigo que son los que más agua necesitan, se encuentran en riesgo por la falta del vital líquido.
Existen productos que son considerados cultivo de alta inversión como el café o el aguacate, que requieren de suficiente agua para obtener una óptima cosecha, por ello su nivel de riesgo es elevado; es ahí cuando surge la disyuntiva de producir alimentos para consumir o para exportar.
Muchos de los productos que se cultivan para exportar y que no son cereales, se producen en invernaderos o en hortalizas protegidas que utilizan tecnología y en donde la energía y el uso del agua se aprovechan correctamente, refiere de la Barrera.
Hasta hoy, la tendencia ha sido favorecer la seguridad y autosuficiencia alimentaria a costa de la soberanía; esto quiere decir que siendo México una de las principales economías del mundo, tiene la posibilidad de cultivar alimentos con otros métodos. En ese contexto la seguridad estaría resuelta, ya que habría alimento suficiente para consumo humano, aunque no se pueda exportar.
Lo que podría hacerse, sugiere, es desarrollar cultivos que sean más tolerantes a la sequía y a los golpes de calor; variedades que requieran menos nutrientes o que puedan crecer con menor cantidad de fertilizantes.
En ese sentido, dice, habría que desarrollar maíces que además de ser resistentes a la sequía sean de ciclo corto, es decir, que con pocos meses de lluvia sean capaces de desarrollarse por completo.
Erick de la Barrera y su equipo de trabajo, se encuentran estudiando la seguridad alimentaria desde la parte de los cultivos que más derrama económica dejan, como el café, el tequila y el mezcal.
En el caso del café, por ejemplo, se ha observado que en Oaxaca existe una reducción de 20 por ciento en las zonas óptimas para el cultivo de este grano. Respecto al tequila y el mezcal, refiere que se trata más bien de un problema económico por la captura regulatoria, esto es, que las grandes industrias deben negociar nexos en las normas para que sólo sus productos puedan protegerse mediante la denominación de origen.
Para enfrentar los retos para la seguridad alimentaria frente al cambio climático, el investigador considera fundamental fortalecer la cultura ambiental y alimentaria, esta última conlleva a estar informado sobre el proceso de obtención de alimentos, así como de dónde proviene lo que uno ingiere diariamente.
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