01-10-2018
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM, DGDC
Los movimientos sociales los realizan ciertos grupos para alcanzar determinados objetivos, pueden ser muy amplios o muy pequeños, según el momento o las circunstancias. No tienen una estructura como los sindicatos, los partidos políticos o el gobierno, por lo tanto, son acciones colectivas que surgen por causas económicas, políticas, sociales, culturales o ideológicas.
Aunque pareciera que son un tema contemporáneo, los movimientos sociales son muy antiguos, por ejemplo, en la antigua Grecia o Roma había movimientos impulsados por los esclavos y luego en la Edad Media empezaron a surgir aquellos en contra de los señores feudales, en contra de determinadas leyes y contra el exceso del poder.
El doctor Javier Aguilar García, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, destaca que en la Revolución Industrial los movimientos sociales experimentaron una transformación.
“Los movimientos sociales modernos surgen con la Revolución Industrial, en Europa, la cual trajo cambios económicos y sociales muy importantes en la vida de la población y para los trabajadores del campo y de la industria; eran movimientos que buscaban protección, salud, bienestar, mejores condiciones de trabajo, es decir, están muy ligados a la historia del capitalismo”, dijo.
En México, los movimientos sociales también son históricos. Después de la Conquista española, hubo una serie de movimientos indígenas y mineros que los gobiernos trataron de controlar por medio de la violencia, pero también mediante símbolos religiosos, como la virgen de Guadalupe.
Para el siglo XVII y XVIII hubo movimientos sociales de artesanos, de trabajadores de las minas, del campo y de la ciudad; más tarde, la Revolución Mexicana fue un movimiento social que se enfrentó a toda la estructura política y militar del gobierno. En el siglo XX quizá los movimientos sociales fueron numerosos, el de 1968 es de los más violentos y recordados.
Los movimientos sociales siempre están aspirando, sobre todo los locales, a resolver sus problemas. Para más adelante quizá construir uno de alcance nacional, “o tal vez, se podría decir que ese sería el fin último”, comenta el doctor Aguilar García. Esto con el objetivo de combatir u oponerse a un sistema económico o político.
“Los movimientos sociales siguen siendo actores que reivindican el respeto y garantía de los derechos ya existentes, pugnan por la no regresividad o pérdida de los mismos y participan en la creación de nuevos derechos —derechos emergentes— como parte de las exigencias de los diversos grupos de la sociedad, que cambian en la medida que cambian las sociedades mismas”, destaca el doctor Miguel Ángel Ramírez Zaragoza en el libro Movimientos sociales en México y América Latina, coordinado por Aguilar García.
Agrega que con ello dan paso a la necesidad de construcción social de esos nuevos derechos para acceder a mejores niveles de bienestar y a la protección de los ciudadanos contra los abusos de las autoridades que detentan el poder político.
Por lo tanto, su propósito es lograr un cambio en las condiciones de vida que se tienen según el momento en el que surgen, además de que un aspecto que los caracteriza es que no tienen una dirección política.
“En el periodo de la globalización surgen también movimientos sociales que son en gran medida transnacionales, debido a las facilidades que les otorgan las nuevas tecnologías de la información (principalmente Internet) para difundir la naturaleza y las causas de su movimiento”, destaca el doctor Javier Aguilar.
En la actualidad, el internet y las redes sociales han permeado distintas áreas de nuestra vida. Los movimientos sociales no han sido ajenos a esta situación; hoy, tan sólo con un clic, la información seleccionada puede llegar a un mayor número de personas en todo el mundo.
El universitario destaca que estas herramientas son utilizadas mayormente por los jóvenes, quienes, a través de sus teléfonos, tabletas y computadoras han impulsado la movilización de la sociedad.
“Durante el movimiento de 1968, la mayor parte de la propaganda se hacía en hojas impresas y los estudiantes salíamos a repartir por toda la ciudad; la prensa sólo comunicaba la versión que le daba el gobierno. No teníamos medios electrónicos, pero sí se logró difundir el movimiento. Hoy hay una gran diferencia, pues esas hojas se hacían en mimeógrafos y ahora las impresoras pueden sacar cientos de copias o con un clic es posible enviar la información y mucha gente la conoce rápidamente”, destaca.
Por lo tanto, como menciona Juan Bravo Zamudio, en la obra antes referida, “a lo largo de la historia, los movimientos han establecido su propio patrimonio, es decir, su acumulación de experiencias acerca de las formas, tácticas y estrategias de organización para expresar su protesta y metas, a fin de alcanzar sus objetivos”.
Tal es el caso del movimiento #YoSoy132, el cual surge en 2012 en México y es impulsado por jóvenes universitarios, quienes demandaron principalmente la democratización de los medios de comunicación, en medio del proceso electoral que se vivía en esos momentos en nuestro país.
Otro caso que ha podido ser impulsado desde las tecnologías de la información se llevó a cabo en España, en donde apareció el movimiento 15-M, el cual surgió en 2011 porque los jóvenes demandaron el establecimiento de una verdadera democracia participativa y el final del bipartidismo.
Para este movimiento fueron los jóvenes quienes convocaron a la ciudadanía a través de las redes sociales para reunirse en la plaza central de Madrid y tuvo un gran poder de convocatoria.
Sin embargo, el doctor Aguilar García señala que pese a que existe un gran apoyo a través de las redes digitales, lo importante de los movimientos sociales es que la gente se congregue e impulse una acción colectiva, la cual sólo podrá llevarse a cabo con la reunión en vivo de la gente.
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