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La salud del migrante mexicano

Investigadora emérita Guillermina Yankelevich, Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM. Foto: Arturo Orta.

17-11-2011

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM



Cada año son muchos los mexicanos que cruzan la frontera norte. Durante las últimas cinco décadas la migración hacia Estados Unidos ha aumentado, haciendo de los migrantes un grupo poblacional de gran interés para los investigadores. Aspectos sociales, demográficos y de salud son estudiados con el fin de conocer los cambios culturales, físicos y emocionales que experimentan estos individuos.

En la Universidad Nacional Autónoma de México, la investigadora emérita Guillermina Yankelevich, del Instituto de Investigaciones Biomédicas, participó en un proyecto multidisciplinario con la Universidad de Maryland para hacer un diagnóstico de la salud de los migrantes en Estados Unidos.

La doctora Yankelevich tomó como base una línea de investigación en la que participa desde hace 40 años y que está enfocada en el estudio de la salud del mexicano. Para conocerla se analizaron 40 indicadores, algunos de salud, como mortalidad, morbilidad, camas de hospital y número de médicos por habitante; y otros sociales, como viviendas con piso de tierra, ingresos económicos y nivel educativo.

De estos indicadores se consideraron los 10 que ponderaban con un mayor contenido de información. Con ellos generaron un índice y se valoró la salud de los mexicanos por entidad federativa y municipio. Estos datos también sirvieron para hacer un seguimiento de cómo se ha modificado y evolucionado nuestra salud con el paso de los años.

Así, con una clara imagen de la salud del mexicano, la doctora Yankelevich se dio a la tarea de estudiar a los migrantes. Comparó e identificó cómo se altera su salud con el cambio de área geográfica y con los nuevos estilos de vida que adquiere, así como qué factores ambientales, socioculturales y económicos afectan la salud física y mental de este grupo poblacional tan diverso.

La paradoja epidemiológica

Alrededor del año 2000, la doctora Guillermina Yankelevich estuvo de año sabático en la Universidad de Maryland, en Estados Unidos. En este lugar escuchó algunos seminarios de investigadores que trabajaban con salud de migrantes. Una de las cosas que más llamó su atención fue lo que ellos denominaban la paradoja hispana.

“Hablaban mucho, y a mí me impresionaba, de la paradoja epidemiológica. Hace 10 años esta paradoja, que también denominaban paradoja latina o hispana, decía que la salud de los latinos y en particular de los mexicanos, que son la mayoría de los migrantes en Estados Unidos, era mejor que la de los blancos no hispanos, como ellos los llaman. Yo pensaba: ‘cómo van a tener estas pobres personas mejor salud que los blancos no hispanos de allá’. Pero ellos decían que esa era la paradoja, que a pesar del escaso ingreso que tienen, a pesar de las condiciones muy miserables en las que viven tienen un mejor estado de salud”, comentó la investigadora universitaria.

Fue a partir de este hecho que la doctora Yankelevich empezó a trabajar con sus colegas de Estados Unidos. Tomando como base el conocimiento que tenía de la salud de los mexicanos señaló tres aspectos que distorsionaban los resultados que los llevaron a formular la paradoja hispana. Además planteó que, a partir de su modificación, deberían tomarse en cuenta para una futura investigación.

El primero aspecto era que los investigadores norteamericanos manejaban a los grupos hispanos o latinos por igual. Lo cual no les daba un perfil adecuado, pues estudiaban a mexicanos, cubanos, puertorriqueños de la misma manera. El segundo factor consistía en que consideraban a todos los migrantes de forma homogénea, es decir, no había una separación si eran migrantes de ida y vuelta o si ya tenían varios años viviendo en Estados Unidos. Y el tercer punto era que comparaban la salud de los migrantes con la de los blancos no hispanos y con la de la población afroamericana que vive en dicho país.

Tomando como base estos tres factores pudieron modificarse los criterios de la investigación: se analizó sólo a la población migrante mexicana; se le separó por tiempo de permanencia en Estados Unidos y también por generación, es decir, si eran hijos o nietos de mexicanos migrantes; y se comparó a este grupo poblacional con la salud de los mexicanos de acuerdo al sitio de donde partieron, ya sea la entidad federativa o municipio, pues esto daría una idea de qué fue lo que se alteró por el ambiente socio-natural en el que ahora viven.

De acuerdo con la doctora Yankelevich, años después de este estudio se han obtenido valiosas conclusiones y existen trabajos de investigación que señalan que la paradoja epidemiológica no es totalmente cierta. Hoy se sabe que, efectivamente, la salud de los mexicanos de ida y vuelta es mejor que la de aquellos con más de 5 años de vivir en Estados Unidos, pero también se concluyó que entre más tiempo pasan los migrantes mexicanos en dicho país desarrollan más problemas de salud, como obesidad y diabetes.

También se concluyó que en algunas condiciones sí están mejor los migrantes. Una de ellas es en el área perinatal, donde se ha visto que los niños mexicanos nacen con mejor peso y no hay tantos bebés pretérmino como en el caso de los blancos no hispanos. Este aspecto está relacionado con el hecho de que las migrantes mexicanas tienen un consumo moderado o nulo de alcohol, tabaco o drogas, lo cual no ocurre con las mujeres norteamericanas. 

Migrantes más propensos a obesidad y diabetes

Los mexicanos cuando llegan a Estados Unidos han pasado, la mayoría de las veces, por tránsitos violentos que afectan su salud, es decir, comen, duermen y viven donde pueden, cruzan la frontera en condiciones insalubres y están expuestos a realizar trabajos extenuantes. Cuando logran conseguir empleo perciben un ingreso que aunque es bajo, es mejor que el que reciben aquí, además de que pasado un tiempo mandan dinero de regreso a México. 

Cada uno de estos aspectos fue tomado en cuenta para el estudio de la salud del migrante y después del análisis de estos factores se obtuvo una de las conclusiones más destacadas: “los migrantes que llamamos de ida y vuelta, que se van uno o dos años y regresan, efectivamente tienen mejor salud – eso no quiere decir que sea buena– que los mexicanoamericanos que llevan más de 5 o 10 años viviendo en Estados Unidos, pues a medida que pasan más tiempo allá su salud se va deteriorando”, expuso la doctora Yankelevich.

Asimismo, a partir de que el migrante se adapta a su nueva vida adquiere los hábitos de las personas con las que convive; por lo general, con poblaciones de nivel sociocultural y económico bajo, lo cual hace que adopten costumbres, hábitos y comportamientos semejantes a los de ellos. 

De acuerdo con la científica mexicana, el migrante deja de consumir verduras y se alimenta con comida chatarra: “empiezan a engordar. Las madres manifiestan que ahora sus hijos se ven muy bien, pero eso no es así, están empezando a tener un sobrepeso indebido. En Estados Unidos, el niño mexicanoamericano empieza a engordar desde los dos años”, explicó.

El migrante, al comportarse igual que las personas que integran su nueva vida, percibe que se está incorporando adecuadamente al ambiente. Por lo que sus hábitos alimenticios empiezan a cambiar, son de bajo costo y de alto contenido en hidratos de carbono y grasas. Algunos también se ven expuestos a otros aspectos que afectan su salud, como el consumo de alcohol, de tabaco y de drogas.

Además, los mexicanoamericanos que tienen más de 10 años viviendo en Estados Unidos, que ya conocen el ambiente y están perfectamente adaptados a él, padecen más obesidad y diabetes que los blancos no hispanos que viven en ese país. Cabe destacar que las complicaciones de estas enfermedades han hecho del migrante una población mucho más propensa, que la de los norteamericanos, a otros padecimientos. 

“A medida que el tiempo de permanencia en los Estados Unidos crece, el problema aumenta. En los últimos diez años se ha triplicado la epidemia de diabetes entre los mexicanoamericanos que viven en ese país. El problema de la diabetes con la depresión agrava la situación y acelera la mortalidad. Además de que enfermedades mentales, como la angustia y la ansiedad, tienen una incidencia muy grande”, dijo.

El fenómeno de la migración seguirá también siendo tema de interés para investigadores tanto del área social como científica. Partir del estudio de su comportamiento en materia cultural, económica y de salud permitirá realizar propuestas que lleven a buscar una mejoría para ese grupo poblacional. No se puede dejar de lado que los migrantes son y serán genética y culturalmente mexicanos, incluso después de llevar varios años viviendo fuera de México.

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