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El compromiso social de la ciencia, más allá del género, entrevista con Patricia Ostrosky

Dra. Patricia Ostrosky, Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM. Foto: Arturo Orta.

17-10-2011

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM


2011, AÑO INTERNACIONAL DE LAS MUJERES CIENTÍFICAS



Investigadora reconocida en el ámbito universitario, nacional e internacional, la doctora Patricia Ostrosky Shejet es considera pionera en el área de la farmacogenética en México. Su interés principal de investigación se ha centrado, desde hace más de dos décadas, en el estudio de la susceptibilidad individual de los seres humanos hacia ciertos padecimientos. Como fruto de estos años de trabajo y dedicación fue galardonada en 2009 con el Premio Universidad Nacional, máximo galardón otorgado por la UNAM.

Actualmente, la doctora Patricia Ostrosky dirige uno de los institutos más importantes y antiguos de la UNAM, el de Investigaciones Biomédicas. Éste se ha distinguido durante 70 años por ser un semillero de investigadores, la plataforma para la generación de destacadas investigaciones que benefician a la población mexicana y la base para la formación de tres institutos más: Biotecnología, Ciencias Genómicas y Neurobiología. 

Pero no sólo eso, la doctora Ostrosky Shejet también se ha caracterizado por ser una mujer proactiva, segura de que lo más importante en los seres humanos no es el género, sino su capacidad para poder llevar a cabo una labor, y que más allá de ser hombres o mujeres, la educación, el amor y la familia son la base fundamental para formar personas comprometidas y responsables.

Esta nueva etapa que comienza al frente del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB), es considerada un verdadero reto para ella. Para los siguientes cuatro años su objetivo es implementar mejoras para el instituto, así como propiciar la generación de proyectos de investigación y la labor conjunta entre investigadores tanto de ésta como de otras disciplinas, sin dejar de lado el trabajo en su laboratorio, con sus estudiantes y el desarrollo de sus proyectos, que finalmente han sido la base de su carrera científica.

CON GENES CIENTÍFICOS

Doctora, usted es bióloga de formación, ¿hay en su familia alguien que también esté enfocado hacia las ciencias exactas?

Sí. Mi padre es médico; mi tío, el hermano de mi padre, era médico y ya falleció, mi hermana es psicóloga y es una reconocida investigadora en el área de psicología, mi hija es médico y está haciendo su doctorado en genética, tengo un hijo haciendo su doctorado en física y otro tiene una maestría en administración de empresas.

¿Cómo ha sido este andar para usted, durante estos años, en el mundo de la ciencia?

Fascinante. Yo creo que no hay una carrera más maravillosa que la de la ciencia, uno se siente que está ayudando al prójimo. Toda mi vida he sentido que mi carrera me permite mejorar la calidad de vida de la gente. Finalmente, la carrera de investigador es maravillosa; la única duda es si los salarios son lo que realmente deberían de ser. Los investigadores no recibimos los salarios que debemos recibir hasta que ya somos muy reconocidos. La gente que empieza tiene salarios muy bajos y es muy difícil ganarse la vida sólo como investigador. 

En su momento, ¿por qué decide irse a Tel Aviv a estudiar genética?

Por falta de conocimiento. Yo quería ser genetista y no sabía por dónde empezar. De hecho yo hubiera querido hacer genética en México, pero no tenía conocimiento de quién hacía genética aquí. Y me fue más accesible conocer al director del Instituto de Genética de la Universidad de Jerusalén, que fue el que me convenció de que hiciera la maestría afuera, y, como todo joven, uno tiene la curiosidad de viajar y conocer otros lados. Pedí becas a Israel, a Francia y a Estados Unidos, la primera que me dieron fue la de Israel y me fui para allá. Afortunadamente, el destino me llevó por un buen camino.

¿Cuando usted regresa se incorpora de inmediato al Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM?

No. De hecho fue muy curioso, regresé de Tel Aviv con una maestría y diciendo ahora qué hago, entonces empecé a buscar trabajo y en CONACYT me contactaron para que trabajara en la ENEP Iztacala. Estuve ahí un tiempo en el que fui la primera investigadora contratada por el doctor Héctor Fernández Varela, quien era entonces el director de la ENEP y que me contrató para hacer mis pininos en investigación. 

Estuve tratando de hacer investigación en la ENEP, pero no fue nada sencillo, había que ser pionero, porque no había investigación y sí me costó trabajo. Además sentía que no estaba bien preparada. Entonces surgió la oportunidad de venirme al Instituto de Investigaciones Biomédicas, esto fue a principios de los 80. Tuve la fortuna de conocer a la doctora Cristina Cortinas de Nava, empezamos a platicar y una de las cosas que me sugirió fue hacer un doctorado.

Hubo algo que es muy interesante y que quizá sea el momento para platicarlo. En Iztacala estuve haciendo diagnóstico citogenético con pacientes. Ayudaba a  diferentes hospitales a hacerles los cariotipos para los pacientes y tuve un caso que me causó mucha angustia. Era una niñita que tenía cuatro meses de edad, cuando me la llevaron no tenía dedos pulgares, tenía un retraso mental profundo y, además de todo, en ese momento le diagnosticaron que tenía tumores en los dos ojos, retinoblastoma, tenían que sacarle los ojos. No podía hacer nada con esta niña. 

Hicimos un estudio citogenético y encontramos que tenía un cromosoma 13 en anillo, que es un cromosoma que en lugar de estar normal, como los conocemos, como crucecitas, pierde un pedazo de un brazo y un pedazo del otro y se vuelve un anillo y ese anillo era el causante de que esta niña estuviera tan afectada. 

El problema era que no podía ayudarla, no podía hacer absolutamente nada por ella, pero tampoco sabía por qué. Y fue cuando decidí que tenía que estudiar alguna otra cosa. Es curioso, porque desde muy niña siempre pensé que me interesaría saber de las alteraciones genéticas y del cáncer, curiosamente, el cáncer se produce por alteraciones genéticas, entonces, se juntan las dos áreas que siempre me interesaron.

¿Cuáles son estas áreas?

Otra vez me surge una necesidad de entender por qué si dos personas se exponen a lo mismo, sólo una desarrolla la enfermedad y la otra no. Desde que empecé mi trabajo en mi doctorado, siempre fue pensando por qué hay diferencias en la susceptibilidad. 

Mi tutora en aquel entonces, la doctora Cristina Cortinas de Nava, trabajaba con medicamentos antiparasitarios. En uno de los estudios que hicimos en el Instituto Nacional de Pediatría, tomamos muestras de sangre de los pacientes que tenían una enfermedad parasitaria y eran tratados por un medicamento que se llama niclosamida, que ya está fuera del mercado. Lo que yo quería era ver qué pasaba antes del tratamiento y después de éste, y lo que medíamos era cuánto daño al ADN había en estos pacientes. Nos encontramos con que en realidad había, curiosamente, dos individuos en los que el daño era muy claro y dos en los que no.

Entonces nos preguntamos: ¿qué es lo que hace que dos sí y dos no? Desde 1986 yo ya hablaba de susceptibilidad individual, que quiere decir que las personas responden distinto. Hoy sabemos que se debe a que hay diferencias en el ADN y que hay polimorfismos que son pequeños cambios en la secuencia del ADN, que hacen que todos los individuos seamos distintos. Se calcula que existen más de 10 millones de polimorfismos en los seres humanos y estas diferencias, en algunos casos, son los que hacen que unos individuos sean más sensibles que otros.

Pero también podemos encontrar diferencias en la respuesta. Uno de los casos más fascinante es el de la enzima TMPT, la cual en situaciones normales no tiene ninguna importancia, pero en niños con leucemia sirve para metabolizar el medicamento que va a recibir. Por ejemplo, si sabemos que ese niño tiene el polimorfismo en el gen y lo podemos diagnosticar desde antes, se le da la mitad de la dosis, porque si recibe la dosis normal, se puede morir. Podemos salvarle la vida nada más diagnosticándole que tiene ese polimorfismo. Esto ya se hace en el Instituto Nacional de Cancerología y en Pediatría, son pruebas que no se hacían en México y tuve que ver con algunas de estas iniciativas.

¿Y de acuerdo a esta susceptibilidad es por lo que usted decía al principio que una de cada tres personas va a desarrollar cáncer?

No sé si tenga una relación directa, porque no sabemos por qué, lo que sabemos es que las estadísticas indican que el cáncer está aumentando. Los que hacen estadística dicen que uno de cada tres va a tener cáncer, pero en realidad a qué se deben esas diferencias, nadie lo ha demostrado, lo que podría pensarse es que sí tiene que ver, porque estamos expuestos a tantas sustancias diferentes y cada individuo tiene susceptibilidad distinta.

Por ejemplo, sí sabemos que hay casos muy claros: los fumadores. La mayoría van a desarrollar cáncer de pulmón, pero hay casos en los que no se desarrolla la enfermedad; también tenemos fumadores pasivos que van a tener cáncer de pulmón y esto está asociado a la susceptibilidad, pero hay otras sustancias que pueden producir cáncer y muchas de ellas están relacionadas con la contaminación ambiental.

Esto también está relacionado con la farmacogenética, área de la cual usted es pionera.

La farmacogenética es el saber por qué unos individuos son más sensibles a un medicamento que otros. Sabemos que mucha gente responde a ciertos medicamentos y a otros no, dependiendo de los genes que tenemos es si metabolizamos o no esos medicamentos, eso es la farmacogenética.

Existen muchos medicamentos a los que los individuos son sensibles, es decir, que sí les va a funcionar, pero también podrían ser sensibles a sus efectos adversos.

Hay un rubro del cual me interesaría tener su opinión, que es el de las mujeres en la ciencia. Pocas mujeres estudian ciencias exactas, ¿por qué ocurre esto?

Creo que las mujeres se están acercando cada vez más a la ciencia, muchas mujeres hoy en día están en lugares muy especiales en la ciencia. Sí es cierto que debería de haber más en algunas áreas, que todavía no están ocupadas por las mujeres, pero poco a poco, yo creo que vamos a llegar a un balance.

¿Qué quiero decir con esto? En el tiempo que estudió mi papá, que estamos hablando de 1949, él me cuenta que sólo había dos mujeres en toda una generación de hombres. Ayer estuve oyendo las estadísticas y son 63% de mujeres y 37% de hombres, o sea, en medicina ya es al revés, ya se está rompiendo el balance. Ya somos más mujeres dedicadas a la biomedicina y a la medicina y creo que lo mismo va a suceder en la ciencia.

Lo que me preocupa es que las carreras universitarias, como ya no dan los ingresos económicos que la gente quiere obtener, cada vez las estamos ocupando más las mujeres, que somos más sensibles. Los hombres cada vez más se están yendo a los negocios, pero las que estamos ocupando los puestos en la universidad somos las mujeres.

Yo no creo en un mundo en el que se tenga que juzgar a las gentes si son hombres o mujeres, lo que tenemos que tener muy claro es la capacidad de los individuos, ya sean hombres o mujeres. Y bueno, se cambian los roles, hoy también hay muchos hombres que ya se están dedicando al hogar, porque sus mujeres son las que salen a trabajar. Estamos hablando de que el mundo está cambiando. 

En nuestra universidad yo nunca me he sentido discriminada, ni he sentido absolutamente nada que no sea apoyo por ser mujer. Sí creo que tenemos que cambiar el mundo en el que vivimos, tenemos que entender que lo importante es la capacidad, no el sexo de la persona. Aunque sí creo que en nuestro país todavía estamos muy lejos de la igualdad. Tenemos que educar a nuestra población para lograr un respeto mutuo entre ambos sexos, yo no creo ser feminista, pero sí creo que hay que luchar en los lugares en donde sí hay discriminación de la mujer para que haya derechos y responsabilidades iguales.

De acuerdo con estadísticas de la UNESCO, existen más mujeres que se gradúan como doctoras, pero que a la hora de ejercer la investigación son menos, ¿por qué cree usted que ocurra este fenómeno?

Las mujeres sí tenemos una etapa en la que cuando somos madres nos cuesta más ocupar estos sitios, y lo que sucede es que a la hora que se definen los puestos directivos es generalmente a los cuarenta, que es cuando las señoras estamos cuidando a nuestros hijos, mientras que los hombres ya andan en el mundo.

Creo que hoy en día tenemos que cambiar. Sí es cierto que por naturaleza nosotras somos las que damos a luz, no hay de otra, eso no lo podemos evitar, pero sí podemos compartir las responsabilidades que implica el cuidar a los hijos.

En la UNAM hay igualdad, de acuerdo a lo que usted nos comenta, ¿y en México qué haría falta doctora?

Primero, tenemos que educar más a nuestra población, de esto no cabe duda. Estoy convencida que la respuesta a mejorar la situación del país es la educación y el amor, porque finalmente cuando no hay cariño en casa, cuando no hay una familia, se desarrollan los problemas y, desafortunadamente, estamos en un momento muy crítico en el país; pero también creo que si tenemos educación, familia, cariño vamos a poder formar una familia responsable que va a apoyar tanto a las mujeres como a los hombres.

Doctora, este año usted es nombrada directora del Instituto de Investigaciones Biomédicas, ¿por qué decide como investigadora pasar a esa otra parte que será un poco más administrativa?

Siempre he querido mucho a mi instituto y creo que siempre es posible mejorar la institución y hacer que crezca. Es un instituto legendario, cumplimos 70 años, somos uno de los más antiguos de esta universidad y Biomédicas tiene que seguir siendo reconocido como un líder en el mundo de la investigación biomédica.

¿Cuál es su plan de trabajo y cómo piensa llevarlo a cabo?

El plan de trabajo implica, primero, hacer un diagnóstico. Después, incrementar las colaboraciones con los institutos nacionales de Salud, de hecho, en la actualidad ya colaboramos con cuatro: el Instituto Nacional Ciencias Médicas y Nutrición, el Instituto Nacional de Cancerología, el Instituto Nacional de Pediatría y el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía.

Además de que buscaremos tener una unidad en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y otra en el Instituto Nacional de Cardiología, también tenemos una que está en esbozos en el Instituto Nacional de Perinatología. Acercaremos a los investigadores de Biomédicas con los de los Institutos Nacionales de Salud para que juntos podamos resolver los problemas de salud que se viven en nuestro país. Asimismo, buscar una mejor forma de organización para el instituto.

¿Por qué es importante esta relación entre Investigaciones Biomédicas y los institutos nacionales?

Porque son las instituciones donde se atienden a los pacientes de tercer nivel, es decir, a quienes padecen las enfermedades en las que tenemos los problemas más severos. Y quién puede ayudarlos a resolver este tipo de problemas, precisamente nosotros, que somos los mejores investigadores en biomedicina en el país. Entonces, la colaboración entre la Secretaría de Salud y nosotros puede llegar a ser muy productiva para el país, por eso es tan importante que se fomente la colaboración.

Pero además ya tenemos unidades e investigadores que están trabajando ahí y que son de los más productivos. Por ejemplo, tenemos gente que ha encontrado un nuevo método de diagnóstico para las enfermedades renales, antes de que se manifieste la enfermedad, lo cual puede llegar a salvar muchas vidas.

Tenemos investigadores enfrentándose a diagnosticar cuáles son los problemas de hiperlipidemias y de diabetes, y cuáles serían las causas de la generación de estas enfermedades. Tenemos gente que está involucrada en un nuevo medicamento que se llama Transkrip, generado por un investigador de la Unidad de Investigación Biomédica del Instituto Nacional de Cancerología, el cual mejora la vida de los pacientes con cáncer en 20%, no es mucho, pero para una madre que le aumente su calidad de vida o que le aumente tres o seis meses de vida, puede ser maravilloso.

¿Qué le gustaría lograr en estos cuatro años?

Primero, integrar a los investigadores de Biomédicas, es decir, que haya más colaboración entre nosotros. En segundo lugar, generar el que haya investigación multidisciplinaria; a lo largo de los años, la investigación ha tendido a ser muy solitaria, los investigadores trabajábamos solos en nuestra torre de marfil, creyéndonos Merlín y resolviendo cosas, pero uno solo, y esa no es la tendencia en el mundo. Lo que creemos que resolverá los problemas de salud es la interacción entre varias disciplinas y varios investigadores para tener diferentes enfoques. De hecho, vamos a incluir colaboraciones con físicos, químicos, matemáticos, biólogos, para ya no tener sólo un enfoque unidireccional.

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