22-09-2023
Por Consuelo Doddoli, Ciencia UNAM-DGDC
La península de Yucatán es un sitio de gran riqueza natural y cultural, ambas características se han preservado por miles de años gracias al cuidado de los pueblos mayas y a las exigencias de la sociedad civil organizada.
Una peculiaridad de este estado de la República Mexicana es que prácticamente no tiene cuerpos de agua superficiales —ríos o lagos—, con excepción de algunos como las lagunas Flamingos y Rosada, así como los esteros Celestún, Yucalpetén, Río Lagartos, El Islote y Yolvé.
Esta escasez de agua superficial se debe a que el suelo de esta región tiene poca profundidad, poco suelo y gran cantidad de piedras o afloramientos de roca caliza que permiten la infiltración de la lluvia y, por ende, la formación de ríos subterráneos y cenotes. Éstos forman una red de corrientes subterráneas que se extiende a lo largo y ancho del estado hasta desembocar en el océano. Se calcula que existen más de tres mil cenotes en el territorio yucateco.
La península de Yucatán es el reservorio de agua dulce subterránea más rico del país. Este recurso es la fuente de abastecimiento de agua potable para las distintas actividades de su población, refirió la doctora Yameli Aguilar Duarte, investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Pecuarios, durante la transmisión “Impactos socioambientales de las mega granjas de cerdos en zonas kársticas” organizada por el Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones (SUSMAI-UNAM).
Contaminación del agua y del suelo
Durante las últimas décadas, en Yucatán se ha incrementado de manera importante la producción de carne de puerco, por lo que el establecimiento de granjas porcinas ha crecido de manera considerable.
Académicos han documentado que las granjas son áreas cerradas, con espacio reducido para la movilidad de los animales y donde se llegan a concentrar hasta 80 mil o más cerdos. Las condiciones en las que se encuentran estos animales han generado denuncias de maltrato animal.
Todo está diseñado (instalaciones, alimentación) para producir grandes cantidades de carne para consumo humano.
Aunque las granjas porcinas son un motor económico para la región, también son una fuente importante de contaminación y generadoras de muchos problemas ambientales, concluyó la doctora Keren Hudlet, académica de la Universidad de Clark durante su participación en el encuentro.
La causa principal de la contaminación del suelo son los desechos que generan estos animales. Y es que los cerdos producen una enorme cantidad de heces fecales, cuatro veces más que un humano. Este volumen genera grandes volúmenes de agua residuales que los suelos pobres y porosos de Yucatán no pueden retener, por ende, la contaminación de los cuerpos de agua subterráneos es inevitable.
Esto provoca la degradación del suelo por salinización, pérdida de biodiversidad, así como impacto en la salud pública y en las actividades económicas como la apicultura, la agricultura y el turismo alternativo.
Por otro lado, este tipo de confinamiento animal es un ambiente propicio para la mutación y generación de nuevos virus, como el de la influenza porcina surgido en 2009 AH1N1.
Además, la industria porcina no solo contamina el agua, también genera un enorme consumo de este líquido. Se estima que para producir un kilo de carne de cerdo se requieren 6 mil litros de agua y 3.5 kilogramos de granos, aseguró Yameli Aguilar.
Una organización ambiental realizó muestreos de agua en pozos, un cenote de la región y desagües que vierten desechos directo en la selva. El resultado fue que cinco de las ocho muestras rebasaron la norma que establece los límites máximos permisibles de contaminantes en las descargas residuales en agua y bienes nacionales (NOM-001-SEMARNAT-1996 para la protección de la vida acuática). Todas las muestras exceden los límites recomendados de amonio (NH4), nitritos (NO2) y nitratos (NO3) según lo establecido en la NOM-127-SSA, la cual dicta los límites recomendados para uso y consumo humano.
En la actualidad, existen más de 500 granjas porcinas en el estado de Yucatán, de las cuales 42 se ubican en áreas o sitios de atención prioritaria: 36 en el anillo de cenotes y seis en reservas naturales. Además, 122 (47% de las granjas de la zona) están en áreas consideradas fundamentales para la conservación de la biodiversidad, aseguró Karen Kulet.
El crecimiento —agrega—se debe a los beneficios que tiene la región: disponibilidad de agua, regulación favorable para el establecimiento de estos centros y la cercanía de puertos para la exportación de los animales en pie o de su carne.
Los pueblos locales han expresado su rechazo a la expansión de esta industria, incluso se han llevado casos a los tribunales. El periódico El País hizo pública la batalla de la comunidad maya de Sitilpech, donde habitan 1400 personas que han estado luchando en contra la granja que se instaló a un kilómetro de su territorio. Denuncian la contaminación de las aguas subterráneas que utilizan para beber, bañarse y regar sus cultivos. Además los olores afectan su salud y calidad de vida.
Para saber más:
https://www.youtube.com/watch?v=JynmPPQmiVI
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