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¡Fuera límites! Mujeres en el espacio

Ellas han logrado sobresalir en la carrera espacial, a pesar de los obstáculos de género.

26-04-2023

Por Elisa Domínguez Álvarez-Icaza*, Ciencia UNAM-DGDC


En la era espacial del presente, vemos satélites del tamaño de una mano, observaciones exactas de la ruta del agua en la Tierra, incluso se oye hablar de minería y turismo en la Luna. Sin embargo, hay un cambio sustancial que atraviesa esta revolución científica y tecnológica: la resignificación de la participación de las mujeres.

Desde comienzos de la exploración del Universo, las mujeres han trabajado arduamente en desarrollar los conocimientos y tecnologías necesarios. Sin embargo, este esfuerzo no ha recibido el reconocimiento ni la recompensa equivalente a su labor.

Nuestras referentes

En 2022, Katya Echazarreta se convirtió en la primera mexicana, elegida por la organización Space for Humanity, en viajar al espacio. La joven participó en la misión NS-21, con el fin estudiar el efecto de perspectiva, es decir, el cambio de conciencia que experimentan los astronautas que contemplan la Tierra desde lejos.

¿Qué significa el logro de Katya para las niñas, especialmente las mexicanas? Si ves a una astronauta cercana a ti, a tu geografía, a tus características, nace la convicción de que existe un camino al que tú también puedes acceder.

“Sus historias y sus vivencias pueden ayudar a mucha gente; los ejemplos son indispensables para poder tener más niñas interesadas”, comparte Diana Paulina Pérez Palacios, profesora de la Facultad de Ingeniería y defensora del activismo institucional.

Se suele asumir que los inventos no tienen ningún sesgo de género o que como los hombres tienen más tiempo yendo a la escuela, son los científicos naturales, comenta Judith Zubieta García, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales.

“Resulta que aunque nos incorporamos tardíamente a la educación, particularmente a la educación superior, aún sin haber tenido acceso formal, las mujeres hemos contribuido a la ciencia toda la vida. Muchas no se conformaron con el estado de marginación en el que la sociedad las mantenía”. Lo que nos restringe en la Tierra

“Tú te das cuenta muchas veces de que eres diferente, o que eres mujer, cuando empiezas a ver cosas que no puedes hacer”, explica Diana, quien trabajó como orientadora en materia de género en la Facultad de Ingeniería y actualmente se encuentra en la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM.

Desde la infancia escuchamos voces que corean “no puedes correr porque traes vestido”, “tú no puedes jugar a eso”, “eso no es para niñas” ¿Por qué? Porque es de niños y hay un rol que cumplir.

Los estereotipos infantiles marcan las convenciones sociales que tenemos que seguir después. A la hora de elegir la carrera universitaria, su influencia permea.

“Sobre todo en las ciencias exactas como la ingeniería, porque nos han repetido que no pertenecemos ahí”, añade Pérez, historiadora del arte de profesión.




Judith Zubieta, quien también es secretaria académica del Programa Universitario de Estudios sobre Educación Superior, señala que donde pongas la mirada, se reitera la existencia de la discriminación en la familia, en los salones de clases, en las actividades recreativas.

Desde lo cotidiano, las niñas van siendo excluidas por percepciones equivocadas sobre sus habilidades. Al analizar cómo son tratadas normalmente, “en cuestiones de forma se ven las raíces de fondo”. La asociación con el ámbito reproductivo, del cuidado y el servicio funciona como una limitación.

La educación STEM es un término creado en los 90 por la National Science Foundation para promover las Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas, como prisma para resolver los problemas actuales desde los modelos educativos.

La realidad es que existe una subrepresentación de mujeres en estos rubros educativos.

De acuerdo con el Informe Global de Brecha de Género (2022), el porcentaje de graduadas en carreras de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) es del 1.7%, en contraste con un 8,2% de hombres. En Ingeniería y Manufactura, los varones graduados en ese campo son el 24,6%; mientras ellas alcanzan el 6,6%.

Y aunque es cierto que cada vez hay una población más proporcional entre hombres y mujeres en estas carreras, es preocupante que eso no se refleja en el sector industrial, donde permanece la disparidad. 

La Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias calcula que las mujeres sólo conforman el 28% del campo de trabajo STEM. De acuerdo con Simonetta Di Pippo, directora de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior, las mujeres representan el 20% de la industria aeroespacial.

Las mujeres en puestos gerenciales son una minoría. “El techo de cristal es una barrera invisible que impide que las mujeres lleguen a puestos de decisión o de poder formada por diversas estructuras sociales”, comenta Diana Pérez.

Por ejemplo, cuando la posibilidad de embarazarse actúa como un factor a tener en cuenta a la hora de promover a una mujer y deciden optar por un hombre. O cuando a partir de estereotipos, le niegan el puesto por ser demasiado dramática o mandona, mientras que un varón con esas mismas características no es evaluado de forma negativa.

Judith Zubieta estudió Actuaría, la ciencia del planeamiento y la aplicación de modelos matemáticos y estadísticos para la toma de decisiones. Desde su tiempo en la Facultad de Ciencias, se dio cuenta de que había más hombres que mujeres.

Añade otras dos metáforas que explican las dificultades que enfrenta la población femenina. El piso pegajoso se refiere a las cargas que no nos permiten despegar y desincentivan a competir como la baja autoestima, las jornadas extenuantes que se duplican o triplican por las labores obligatorias de cuidado.

También está la analogía de la escalera rota, es decir, cuando los caminos profesionales se ven truncados por los problemas de la vida de las mujeres.




La industria aeroespacial es androcéntrica, coinciden tanto Diana como Judith. La tecnología no parte del diseño neutro, los trajes, los cálculos, son en relación con el  prototipo masculino. Sólo hace falta ver que casi el 90% de los astronautas han sido hombres y que los argumentos que  han mantenido a estas figuras femeninas en la sombra son violencias, actos de discriminación.

Especialmente ahora las condiciones que han mantenido a las mujeres en la Tierra no son relevantes. La Misión Artemis, el proyecto más ambicioso de la NASA de esta década, planea enviar a la primera mujer a la Luna.  La seleccionada es Christina Hammock Koch, quien participará en la ejecución de la segunda fase de Artemis junto con tres astronautas varones. 

Superar los estereotipos limitantes requiere de estrategias que lleven a un cambio social. Judith sugiere producir los libros de texto de la educación básica y diversos materiales de ciencia con más figuras femeninas.

También opta por propiciar encuentros con mentoras y cambios más profundos a nivel de políticas públicas, que no permitan que se tolere la violencia y que impulsen la distinción de las mujeres, desde el enfoque de género.

“Es fundamental fomentar diálogos transgeneracionales y partir de la transdisciplinariedad”.

La ingeniería y las otras ciencias engloban modos de conocer y construir realidades. “Si haces mundo solamente para la mitad de la humanidad, la otra mitad queda fuera”, concluye Diana.

El camino es impulsar la perspectiva de género en las instituciones formativas y en el campo laboral, especialmente donde la presencia femenina aún es escasa. Apostamos por un futuro con más mujeres haciendo historia en la carrera espacial.  


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