03-12-2012
Por Miriam Maltos, DGDC-UNAM
La biotecnología es una disciplina que se desarrolla con enfoques multidisciplinarios, ya que involucra a varias ciencias como la biología, la genética, la agronomía, la química, y la medicina. Sus aplicaciones poseen un carácter multisectorial, con grandes repercusiones en prácticamente todas las industrias, entre ellas la farmacéutica, la agrícola y la alimentaria.
En la producción de alimentos, el impacto de la biotecnología es evidente en procesos como la fabricación de bebidas alcohólicas o del queso, a tal grado que los productores han modificado las técnicas de elaboración tradicional para dar paso a mejoras basadas en innovaciones biotecnológicas.
Dentro de los laboratorios de investigación, los especialistas en biotecnología alimentaria, evalúan la introducción del conocimiento genético de los seres vivos, particularmente de los microorganismos, para obtener ventajas en términos del proceso.
Un ejemplo es la cerveza ligera, aquella a la que se le introdujo una levadura que puede degradar con mayor eficiencia los carbohidratos de la cebada. En este caso, los científicos realizaron un mejoramiento genético intencional que permitió una optimización del proceso. Logros similares prometen ser determinantes para el futuro alimentario.
Para el investigador Agustín López Munguía Canales, la biotecnología alimentaria podría ser una solución tecnológica que ayude a contender con una situación tan compleja como la escasez de comestibles.
El mundo enfrenta una demanda alimentaria que para el año 2050 requerirá el aumento del 70% de la producción actual de alimentos, considerando que la población llegue a los 9 mil millones de seres humanos, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“En este contexto es prioritario buscar estrategias para producir más usando menos energía, un reto gigantesco en el que biotecnología tiene posibilidad de convertirse en el actor principal en la contención del problema”, declaró el investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
La falta de alimentos viene acompañada de problemáticas difíciles de combatir como la insuficiencia de agua, el cambio climático y las plagas. Aunado a estos factores también está la modificación de los hábitos alimentarios de la población y el impacto brutal que se tiene en el medio ambiente a raíz de la sobreexplotación del campo.
El investigador recordó que la biotecnología busca mejores rendimientos agrícolas a través de plantas resistentes a plagas, es decir, a partir de modificaciones genéticas se le introduce al cultivo una proteína no tóxica que sirva como insecticida, evitando la aplicación de pesticidas y agroquímicos que pueden ser riesgosos para la salud y el suelo.
A la vez que propone cultivos resistentes a herbicidas; en este caso lo que se introduce a la planta es una proteína que elimina la hierba invasora sin necesidad de la intervención humana, lo cual permite que la producción sea mucho más eficiente, además de ayudar a reducir los costos de mano de obra en la producción agrícola.
Las plantas modificadas a través de la biotecnología pueden ser más resistentes a los cambios de temperatura o a la sequía, más nutritivas si les adiciona vitaminas u otros elementos que el organismo requiere, entre otras ventajas alimentarias y productivas, mismas que han sido exitosas en diversos países. En México, un caso particularmente exitoso del uso de esta tecnología fue la contención de la plaga del gusano rosado, en el norte del país.
El doctor López Munguía consideró que esta actividad científica puede convertirse en pilar fundamental para lograr el abasto alimentario requerido por la población. “El problema en México es que nos estamos quedando atrás, pues no existe una política alimentaria que vincule a la ciencia y a la industria, con los agricultores y la legislación, no hay un engranaje que permita ir a la vanguardia o al menos ir a la par de otros países que ya están trabajando la biotecnología.”
Las innovaciones resultado de la biotecnología alimentaria han generado diversas reacciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido que las plantas modificadas genéticamente pueden contribuir a transformar la salud humana y el desarrollo, aunque desde luego esto tiene que darse con todo el cuidado y con todas las precauciones que una tecnología tan poderosa como esta genera.
“Por este motivo se ha instaurado la bioseguridad, la cual permite evaluar los riesgos y determina qué tipo de legislación y regulación se requiere para que un proceso biotecnológico y un producto modificado genéticamente lleguen al consumidor como alimento o como producto farmacéutico”, indicó López Munguía.
Los riesgos de la biotecnología han suscitado una controversia entre científicos. Por un lado, quienes apoyan la siembra de organismos genéticamente modificados por sus ventajas para aumentar la productividad; por otro, los que alertan que puede traer daños irreparables al ambiente, destrucción o desaparición de algunas variedades de plantas.
En el caso de las variedades nativas de maíz en México, algunos científicos han expresado que es mejor evitar la siembra de maíz transgénico como una medida precautoria. Actualmente, varios grupos de investigación en el país y el mundo están dedicados a reunir conocimiento que permita confirmar o rechazar los posibles riesgos ambientales de las plantas transgénicas.
Los críticos manifiestan la necesidad de contar con estatutos más rigurosos y completos, destinados a la regulación del desarrollo y uso de productos derivados de la biotecnología alimentaria. Sin duda, frente al aumento de la población, urgen reacciones ante la probabilidad de una mayor crisis alimentaria.
Agustín López-Munguía: la biotecnología a nuestra mesa
Nuestra seguridad alimentaria en tiempos de cambio climático
Día Mundial del Agua 2012, "El agua y la seguridad alimentaria”