27-05-2020
Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC
Cuando atravesamos por sucesos como el que estamos viviendo con la COVID-19, quizá nos surjan diversas dudas en torno a la situación, una de ellas podría estar relacionada con los desechos infecciosos que se generan en los hospitales; qué se hace con ellos, a dónde van y cómo se clasifican.
El manejo de los Residuos Peligrosos Biológico Infecciosos (RPBI), es una actividad de primordial importancia en las instalaciones sanitarias para garantizar la salud de los trabajadores, pacientes y la población en general.
De manera inevitable, las instituciones de atención a la salud generan, durante el desarrollo de sus actividades, este tipo de desechos; la cantidad y características varían dependiendo de la función de los servicios que proporcionan.
- La NOM 087-SEMARNAT-SSA1-2002 emitida por la Secretaría de Medio Ambientes y Recursos Naturales (SEMARNAT) y por la Secretaría de Salud, establece los lineamientos para la separación, envasado, almacenamiento, recolección, transporte, tratamiento y disposición final de los RPBI. Esto con la finalidad de que el personal médico y de apoyo estuviera más seguro al realizar sus actividades y así evitar accidentes o contaminación derivada del mal manejo de estos residuos.
Es infeccioso el material desechable utilizado para contener, transferir, inocular o mezclar cultivos de microorganismos como virus, bacterias, hongos o parásitos. Están los materiales no anatómicos, es decir, los desechables contaminados con residuos peligrosos como gasas, guantes, cubrebocas, hisopos, tubos de muestras sanguíneas y batas.
Igualmente, están los residuos patológicos. Estos son: tejidos, órganos y partes que se extirpan o remueven durante las cirugías o algún otro tipo de intervención quirúrgica; fluidos corporales, líquido sinovial, así como las muestras biológicas para análisis químicos, microbiológicos, citológicos, entre otros, explica la química farmacobióloga María Isabel Arce Camacho, responsable del Departamento de Gestión de Bioseguridad de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Por otra parte, no se consideran residuos biológicos infecciosos aquellos tejidos, órganos y partes del cuerpo que se encuentran en formol, orina o excremento, excepto si provienen de pacientes con enfermedades infectocontagiosas graves, es decir, que se generan por microorganismos patógenos, tales como virus, bacterias, hongos y parásitos, que pueden ser transmitidas mediante el contacto directo con pacientes infectados, su sangre o sus secreciones.
También están los materiales punzocortantes, los cuales, como su nombre lo dice, son dispositivos con puntas o bordes afilados como navajas, agujas hipodérmicas, de sutura, de acupuntura, de jeringas desechables, bisturíes, entre otros.
“El primer paso para poder desechar este tipo de materiales y evitar cualquier infección durante su manejo es clasificarlos correctamente utilizando el equipo de protección adecuado. En el caso de los punzocortantes, por ejemplo, se deben colocar en recipientes herméticos. Cuando se trata de cubre bocas, hisopos y batas, se empacan en bolsas rojas y amarillas para el caso de residuos patológicos”, detalla la especialista.
Las bolsas y los recipientes utilizados para el envasado de los RPBI, deberán de cumplir con las disposiciones mínimas de color, tipo de material, resistencia a la tensión, resistencia al rasgado, resistencia a la penetración y marcado.
Igualmente, deberán estar marcados con el símbolo universal de riesgo biológico y la leyenda: “Residuos Peligrosos Biológico-Infecciosos” y estarán ubicados solamente en los lugares donde se generen estos residuos y no podrán ser mezclados con ningún otro tipo de recipientes o bolsas.
Tan sólo en la Facultad de Medicina, se separan alrededor de 250 kilogramos de residuo biológico de todo tipo cada semana. Los punzocortantes suelen ser de los más peligrosos a la hora de desecharlos, ya que, si alguien llegara a pincharse con alguno de estos materiales infectados, podría contagiarse de algún tipo de hepatitis, VIH u otro padecimiento.
Todo este material tóxico que se recolecta de los hospitales, es recogido por una empresa que se dedica especialmente a esta actividad, y que está avalada por la SEMARNAT, con los permisos necesarios para su recolección. De no manejarse adecuadamente estos residuos, no sólo se causaría un daño a la salud, sino también al medio ambiente.
Así, los RPBI pueden producir contaminación a través de la filtración de lixiviados a las aguas subterráneas, por medio de vectores como son los roedores, insectos, aves, y por utilizar tecnologías deficientes, para llevar a cabo su tratamiento.
Con eventos como el que estamos viviendo con la pandemia COVID-19, se deben seguir de manera estricta las medidas básicas de seguridad, utilizar los equipos de protección adecuados, así como la clasificación pertinente de clasificación de desechos.
De acuerdo a los lineamientos establecidos en la Norma Oficial Mexicana NOM-087-SEMARNAT-SSA1-2002, antes descrita, para que un microorganismo sea un agente Biológico Infeccioso debe de estar en una concentración suficiente (inóculo), en un ambiente propicio (supervivencia), en presencia de una vía de entrada, y en un hospedero susceptible.
En ese sentido, la NOM señala que todas las personas expuestas a RPBI corren riesgo de contaminación a través de una exposición accidental por un mal manejo. Pueden infectarse a través de grietas, cortes en la piel, o absorción a través de las membranas mucosas, y/o lesiones con objetos punzocortantes causando cortes y punciones, por ejemplo, las agujas de jeringas.
Según el Manual de Procedimientos de RPBI de la Secretaría de Salud, éstos deben ser tratados por métodos físicos o químicos que garanticen la eliminación de microorganismos patógenos y deben hacerse irreconocibles para su disposición final en los sitios autorizados.
Así, son sometidos a un procedimiento físico o químico al que se somete un residuo peligroso con el fin de eliminar las características infecciosas, el método de tratamiento debe garantizar la eliminación de microorganismos patógenos y hacer irreconocible a los residuos para su posterior disposición final.
Los residuos deben ser tratados en una empresa especializada y con autorización vigente, por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), mediante la presentación de un protocolo de pruebas previamente determinado y aceptado.
El tipo de tratamiento para los residuos con características peligrosos biológico infecciosos de los grupos de cepas y cultivos, sangre, no anatómicos y punzocortantes puede ser físico o químico, sin embargo, los residuos de tipo patológico deben ser eliminados exclusivamente por incineración o inhumación, a excepción de aquellos que estén destinados a fines terapéuticos o de investigación.
La última fase del manejo de los RPBI es la etapa de disposición final, que se considera a la acción de depositar permanentemente los residuos en sitios y condiciones adecuadas para evitar daños al ambiente y a la salud. Por lo que una vez tratados, los residuos peligrosos biológico infecciosos, serán destinados como residuos no peligrosos, mediante su depósito a rellenos sanitarios o en sitios autorizados por las autoridades correspondientes.
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