26-07-2023
Por Leticia Monroy Valentino, Ciencia UNAM-DGDC
Las ciudades, al igual que las personas que las habitan, pasan por ciclos: se fundan, crecen y, a veces, por distintas razones decaen y son abandonadas.
Por ejemplo, la ciudad de Guadalajara, fundada el 14 de febrero de 1542, con el tiempo se ha ido transformando para estar acorde con los tiempos y las necesidades de quienes la habitan.
Al inicio de la década de los cincuenta Jesús González Gallo, gobernador de Jalisco, decidió ampliar la avenida Juárez de la capital tapatía.
Para ello era necesario expropiar y demoler algunos inmuebles, entre ellos el edificio de la Compañía Telefónica Mexicana —hoy Telmex—, pero gracias a un amparo esta construcción no fue destruida.
Como la obra de la avenida Juárez no podía suspenderse era urgente encontrar una solución. En esta parte de la historia aparece el ingeniero Jorge Matute Remus, quien propuso mover el edificio completo de la Compañía Telefónica Mexicana mediante precisas maniobras y un innovador mecanismo.
En 1935 Jorge Matute Remus obtuvo el título de ingeniero civil por la Universidad de Guadalajara. Tiempo después ingresó a la Dirección Nacional de Caminos, donde participó en la construcción de la carretera México-Laredo. También trabajó en la edificación del puente que atraviesa el río Coy, en San Luis Potosí, y para la compañía petrolera El Águila.
A mediados de la década de los cuarenta, el ingeniero Guillermo Brockman lo invitó a que se hiciera cargo de la construcción de un edificio de siete pisos, cuya estructura sería de concreto reforzado. Jorge Matute aceptó el proyecto porque en ese tiempo en Guadalajara no existían edificios de esa altura y porque tampoco se había utilizado dicha técnica de construcción. A partir de entonces el ingeniero Matute comenzó a destacar como gran constructor.
La capacidad del ingeniero Matute Remus para resolver problemas técnicos y urbanos quedó de manifiesto en 1950 cuando movió hacia atrás el edificio completo de la Compañía Telefónica Mexicana para que pudiera ampliarse la Avenida Juárez de la capital tapatía.
Tras cinco meses de planeación y de realizar los cálculos necesarios, el 24 de octubre iniciaron las obras. Después de cuatro días el edificio de 1700 toneladas quedó alineado con la avenida Juárez y 12 metros atrás. En una entrevista el ingeniero recordó que lo más difícil de todo fue lograr que las dueñas vendieran el terreno donde se reubicaría el edificio de la Telefónica.
Además de lo extraordinario de la ingeniería, durante las maniobras más de 100 trabajadores permanecieron en el interior de la construcción realizando sus labores, por lo que en ningún momento se interrumpió el servicio telefónico. Una de las telefonistas que estaba dentro del edificio cuando lo movieron expresó lo siguiente:
“Al principio sí teníamos muchos nervios, pero cuando llegó el ingeniero Matute nos explicó muy bien que no había ningún problema y que no se iba a sentir nada. Tenía mucha seguridad en lo que iba a hacer y nos la transmitió”.
El equipo de trabajo estuvo integrado por aproximadamente una centena de personas bajo la dirección de José Ruiz Ugalde, Francisco Vigil, Guillermo Casillas Buelna y Rafael Santos.
Matute Remus narró que lo primero que se hizo fue demoler las casas vecinas y construir los cimientos, después se armó una estructura sobre la que se deslizó la edificación.
Asimismo, por debajo del edificio se construyeron bases de concreto armado —casquetes— que abrazaron las columnas para sostener el edificio. Los casquetes se montaron sobre 480 rodillos y se cortó la cimentación original para que la edificación quedara liberada. Doce gatos hidráulicos que se movieron al unísono colocaron el edificio en su nueva ubicación.
En varias crónicas de la época se narra que durante los días que duró la operación, se escuchaba la voz del Matute Remus contando ¡1, 2, 3!, al terminar la señal los trabajadores movían los gatos ocho décimas de milímetro por vez hasta que se alcanzaron los doce metros necesarios.
El proyecto causó admiración tanto en la Comisión de Planeación del estado como en la propia matriz de la empresa telefónica en la ciudad de Nueva York. Por esta obra y por otros merecimientos, el gobierno francés le otorgó al ingeniero Matute Las Palmas Académicas de Francia.
¡1, 2, 3! Los doce gatos hidráulicos empujaron el edificio, perfectamente sincronizados, doce milímetros cada vez.
No obstante la magnitud y relevancia de esa obra, para él y para muchas de las personas que lo conocieron, su hazaña más trascendente la hizo en el campo de la docencia, labor que inició en 1941 en su alma mater.
Durante décadas formó a muchas generaciones de ingenieros y arquitectos. Entre las materias que impartió están cinemática, matemáticas, prácticas de construcción, puentes, avalúos y organización de obras.
Uno de los objetivos del ingeniero Matute Remus fue formar técnicos y profesionales de la construcción que respondieran a los retos de su época. Para ello fortaleció la enseñanza de la ciencias físico-matemáticas y sus aplicaciones. Creó y apuntaló nuevas carreras, y contrató profesores extranjeros —entre ellos Mathias Goeritz— para que compartieran sus innovadores conocimientos técnicos. Fundó la Escuela de Arquitectura de la UdeG y el Instituto Tecnológico de Guadalajara.
En 1949 fue nombrado rector de la UdeG. Uno de los logros más importantes de su administración fue que todos los estudiantes del estado pudieron tener la oportunidad de ingresar a la universidad, ya que en ese entonces sólo eran admitidos los egresados de las escuelas públicas. Su universidad lo nombró maestro emérito
Fue presidente municipal de Guadalajara; en esa época reordenó el transporte público y realizó varias obras para dotar a la ciudad de agua potable.
Entre los reconocimientos que recibió destacan la mención honorífica del Ayuntamiento de Guadalajara, las llaves de la ciudad de San Juan de Puerto Rico, Premio Jalisco, reconocimiento de la UNESCO, el Premio Nacional de Ingeniería, la Medalla de Honor de la Cámara de Comercio de Guadalajara, la Medalla de la Universidad de Guadalajara y el reconocimiento de la American Water Works Asociation.
Jorge Matute Remus falleció el 7 de junio de 2002, sus restos yacen en la Rotonda de Jaliscienses Ilustres.
Fuentes:
Estampas de la ciencia y la técnica en México, Comisión Federal de Electricidad, México, 215 pp., 2012.
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