Checa la construcción social del riesgo en la ciudad de México!

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  Una construcción sin el tratamiento de los materiales y sin los cimientos adecuados presenta con el tiempo daños en paredes, pisos, patios y lozas. Esto conlleva gastos infructuosos cada año al tratar de repararlos.

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  Desde la presencia mexica se transformó el uso del suelo, y a partir de la Conquista española el cambio fue mayor. Asimismo, el crecimiento urbano sin una adecuada planeación y control del mismo y el poco respeto hacia las normas de construcción ha potencializado la construcción social del riesgo.

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  Sin lugar a dudas nadie construye, vende, compra o autoriza conscientemente una construcción en zonas de peligro y vulnerabilidad. Sin embargo, se ha permitido debido al desconocimiento del nivel de riesgo.

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  Con el aparente fin de disminuir el peligro y la vulnerabilidad de construcciones en zonas de barrancas con laderas inestables, se utilizan materiales (rocas, llantas, lonas o costales rellenos de tierra) como cimientos de las mismas y retención de taludes inestables. Estas prácticas pueden formar parte de los usos y costumbres de una comunidad para reducir la vulnerabilidad, pero no son eficaces.

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  Laderas y paredes de barrancas inestables en las que de forma natural y por efecto de la gravedad ocurren derrumbes y deslizamientos. Aquí la construcción social del riesgo inicia al construir paredes para detener su movimiento, las cuales después sirven de cimentación para una construcción.

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  La ciudad de México es altamente sísmica. Es algo que no podemos cambiar. Lo que sí podemos transformar es cómo prepararnos para ese tipo de fenómenos naturales.

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  Muchas construcciones y sus habitantes son vulnerables ante uno o varios tipos de peligros (fenómenos de masa, sismos, fuertes lluvias o la combinación de estos). Para comenzar una cultura de autoprotección, los habitantes deberían analizar su vivienda, identificar el peligro y buscar asesoría para disminuir su vulnerabilidad y, si es posible, el riesgo mismo.

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  Al intentar ahorrar en materiales, refuerzos, cimientos y estructuras, se originan sistemas constructivos inseguros. La carencia de una cultura de la autoprotección en todos los niveles socioeconómicos, es el elemento principal para la construcción social del riesgo.

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  Observar con detalle el lugar donde vivimos y la construcción en la que habitamos nos permitirá planear, actuar y desarrollar una o varias estrategias hacia una mayor seguridad, en beneficio de nuestra familia.

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  Es importante desarrollar programas de mejoramiento de las condiciones de las futuras viviendas, reparar o reconstruir las ya existentes, con el fin de que cumplan con el propósito por el que fueron construidas: proteger a sus habitantes.