08-04-2020
Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC
El mundo atraviesa por un hecho histórico: una pandemia que además de dejar miles de enfermos en muchos países, también está afectando gravemente la economía mundial. Toda esta situación está ocasionando un gran miedo e incluso pánico entre la población.
Jorge Álvarez, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, define al miedo como una circunstancia que resulta de eventos catastróficos, como el que estamos viviendo, que nos son desconocidos y que además rebasan la forma en que siempre hemos respondido obteniendo resultados positivos.
“El miedo colectivo se da cuando existe tal cantidad de información como la que tenemos hoy, donde abundan noticias falsas, verdades a medias, opiniones sesgadas y toda una serie de desinformaciones, ocasionando confusión en la gente que, al final, no sabe a quién creerle o cómo responder ante determinada circunstancia”.
Y es que cuando encendemos cualquier medio de comunicación o consultamos cualquier red social, nos damos cuenta de que no se habla de otro tema más que de la pandemia. Estas noticias nos invaden y crean más pánico en las personas, que ya de por sí están temerosas.
Así pues, agrega el especialista, el miedo es la incertidumbre de no poder afrontar exitosamente lo que está por venir, sobre todo cuando la progresión de un fenómeno va en ascenso, como es el caso de la COVID-19 en México.
Ante situaciones adversas, cuando el miedo está generalizado en la población, se introducen cierto tipo de expectativas que, en el mejor de los casos, si prevalece la mesura y la colaboración, permite afrontarlo en conjunto de la mejor manera; al contrario, cuando sale de control, puede tener consecuencias catastróficas.
En el caso actual, la finalidad inmediata es no infectarse con el virus y no infectar a otros, pero también deseamos evitar lo que hemos visto en otros países, donde la pandemia está dejando estragos y costos humanos muy desafortunados.
Por otra parte, el miedo está cambiando nuestra forma de convivencia. Hemos tenido que aprender a saludarnos sin ser efusivos, sin haber contacto físico con los otros. Estamos aprendiendo además a encerrarnos en nuestras casas, a convivir con nuestra familia y a planear y desarrollar nuestras actividades sin salir de ella.
Las compras de pánico son otra forma de expresar el miedo; aunque las autoridades insisten constantemente en que no se realicen, la gente opta por comprar en exceso una gran cantidad de productos que considera que requerirá durante sus días de aislamiento.
Jorge Álvarez señala que existen dos tipos de temores: los racionales, que surgen ante una situación real, y los ficticios, que no tienen fundamento y se basan en meras suposiciones: este temor aparece sin que parezca existir un motivo claro.
Ante las circunstancias adversas, las personas pueden reaccionar de dos formas: una de ellas es controlar lo externo con base en lo que hacemos; en este caso, seguir las indicaciones al pie de la letra, evitando lo más posible el contagio, otra es cuando lo externo nos controla a nosotros; esto es, cuando permitimos que los eventos externos nos conduzcan a respuestas negativas, y las atribuimos a la mala suerte o la fatalidad.
El temor que se experimente durante el tiempo que dure esta pandemia puede dejar secuelas de estrés postraumático en algunas personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en situaciones muy críticas este tipo de estrés se desarrolla en 14% de la población y, en promedio, lo presentar sólo el 8%.
El especialista informó que un grupo de psicólogos de la UNAM desarrollaron un programa de ayuda denominado “Intervención en Crisis” en el que están llevando a cabo una investigación preliminar sobre cómo está percibiendo la población en México la COVID-19 y cómo evolucionan los patrones de comportamiento. Todo esto con el fin de brindar, en próximas fechas, atención psicológica vía telefónica o en línea.
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