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Rolando Cordera: comprometido con el mejoramiento de la estructura económica de México

Dejó la química para convertirse en uno de los más destacados economistas de México.

31-01-2020

Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC

La pasión por la economía llegó a su vida después de varias peripecias. Sus inicios en la UNAM se dieron como estudiante de Ingeniería Química, carrera que cursó durante casi un año en la Escuela Nacional de Ciencias Químicas en los años sesenta y a la que luego renunció para estudiar economía.

Experto en economía política y profesor emérito de la UNAM, Rolando Cordera Campos considera, que desde hace 30 años aproximadamente, la economía mexicana ha desplegado un desempeño socialmente insatisfactorio, ya que no genera los empleos formales necesarios, ni los excedentes para ampliar la prestación de servicios fundamentales como la salud, la educación y la investigación científica.

En 2019, señala el especialista, el panorama se observa todavía menos alentador, pues la economía ha estado por debajo de ese desempeño con un crecimiento de 0%. Ante esta situación, no se puede pretender superar carencias de cientos de años con el nivel de actividad económica que existe actualmente y con la incapacidad del Estado para invertir el presupuesto en la salud pública y la educación, por mencionar algunos rubros importantes.

Así comienza su historia profesional

Cuando Rolando Cordera ingresó a la UNAM iba y venía por el antiguo Barrio de Tacuba, donde se encontraba la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, sin sentirse del todo satisfecho con la carrera que estudiaba. Y es que además de dedicar su tiempo a la química, se reunía con un grupo de amigos para hablar y leer temas filosóficos y metafísicos, lo que le generó intereses distintos a los de la Ingeniería Química.


Así fue como el Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional, descubrió la profesión a la que dedicaría la mayor parte de su vida: la licenciatura en economía.

“Cuando me encontraba un tanto desubicado al darme cuenta que la ingeniería química no era para mí, llegó a mis manos un folleto con la descripción de las carreras que impartía la UNAM, y sinceramente, me llamaba mucho la atención Filosofía y Letras porque en el fondo deseaba ser escritor, sin atreverme. Entonces encontré la descripción de la carrera de economía que incluía una mezcla de materias políticas, históricas y una especie de vocación humanística con matemáticas, materia que me agradaba mucho”.

De la química a la economía

Con el apoyo de su padre, quien lo animó a estudiar lo que más le agradara, realizó dos exámenes como requisito para cambiar de carrera. Así estudió economía en la UNAM.

Su ingreso a la licenciatura en Economía coincidió con la época de discusión intelectual en algunos núcleos de la propia universidad en los años sesenta. Uno de estos núcleos de discusión informada era sobre política y los grandes cambios sociales.

“Gracias a ese ambiente de discusión, a los intereses que generaba y a los profesores comprometidos, es que encontré mi interés por la sociedad y las disciplinas sociales, en especial por la llamada socioeconomía y la economía política entendida como una combinación de fuerzas donde participa el poder y el Estado”.

En el tercer año de la licenciatura, Rolando entró como ayudante de investigación al Banco de México donde adquirió un vasto aprendizaje y una gran experiencia. Posteriormente, la curiosidad por la política estudiantil lo hizo renunciar para convertirse en presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela de Economía.

El camino laboral

Poco antes de terminar la carrera, se incorporó al Instituto Nacional Indigenista (INI), específicamente al Centro Coordinador de la Región Tarasca, en la montaña, donde pasó seis meses trabajando con las comunidades purépechas realizando asambleas para asignar recursos que el INI administraba pero que eran propiedad de las comunidades.

A su regreso, terminó la licenciatura y Jesús Silva Herzog Flores lo llamó para colaborar en lo que fuera el antecedente de la Secretaría de Programación y Presupuesto, para elaborar trabajos de planeación presupuestaria, donde, dice, disfrutó mucho de hacer política económica que es hasta la fecha una de sus grandes pasiones.

Sus deseos de superación lo llevaron a conseguir una beca para estudiar un posgrado en la London School of Economics, en economía y sociología del desarrollo, el cual desafortunadamente no concluyó. Durante su estancia en Londres, en 1968, sucedieron diversos acontecimientos históricos, como las grandes manifestaciones en Europa contra la Guerra en Vietnam.

El movimiento del 68

En junio de ese año regresó a México, justo a tiempo para incorporarse al movimiento estudiantil, ya no como estudiante sino como profesor, pues era el compromiso que había adquirido con la UNAM por la beca recibida.

“Entonces comencé a dar clases en un seminario sobre desarrollo y planificación, pero comenzó la huelga, seguida de terribles meses y el fatídico final que ya conocemos”.

Recuerda que incluso personas que laboraban para el gobierno también marcharon en las manifestaciones, y él, como parte de lo que sería la Secretaría de Planeación y Presupuesto, también participó en el movimiento de 1968”.

Comparte que al final de aquellos sucesos fue despedido, ya que no sólo “marchaba”, sino que también firmaba manifiestos, específicamente uno que se elaboró después del 2 de octubre pidiendo la libertad de los presos políticos.

De lleno en la UNAM

Un año más tarde, se incorporó como profesor de tiempo completo en la Escuela Nacional de Economía, gracias a Ifigenia Martínez que en aquellos días fungía como directora. “Fue así que continué mi carrera académica con breves interrupciones; sin embargo, cada vez me dediqué más a la UNAM, a impartir clases; para mí era y sigue siendo muy gratificante”.

Además de la docencia, se ha dedicado, de manera paralela, a la investigación, a la intervención en la discusión pública, algo que ha hecho toda su vida. Actualmente, es académico e investigador, así como coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM.

Autor de libros como La globalización en México, opciones y contradicciones, y Más allá de la crisis. El reclamo del desarrollo, Rolando Cordera se ha desempeñado como consultor de diversos organismos internacionales entre los que destacan: el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Organización Latinoamericana de Energía y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Para él, pertenecer a la planta académica de la UNAM significa trabajar constantemente en la misión que tiene la Universidad: proveer bienestar a la sociedad mexicana y difundir la cultura y el conocimiento.

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