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Desde la vida en el útero, podemos enfermar

La obesidad de la madre, una de las causas de enfermedades desde la etapa embrionaria.

10-07-2019

Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC

Mucho tiempo se pensó que mientras un embrión se desarrollaba dentro del útero de la madre, estaba totalmente protegido de agentes externos dañinos, ya que el vientre materno es su mayor escudo. Sin embargo, diversas investigaciones indican que ciertas situaciones ajenas al feto pueden tener efectos negativos para su salud en la vida adulta.

Ana Lilia Rodríguez Ventura, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, refiere que existen tres tipos de enfermedades que pueden adquirirse de manera intrauterina: las enfermedades genéticas, que están codificadas en los genes y que por su naturaleza tienen un patrón de herencia y se manifiestan desde la vida en el útero.

En segundo lugar podemos mencionar las malformaciones congénitas causadas por fármacos, parásitos o virus como la rubeola que pueden ocasionar alteraciones específicas en el organismo.

El tercer grupo de padecimientos son los que posiblemente no se manifiesten al nacer pero a corto, o incluso largo plazo, pueden presentarse; estas son las enfermedades crónicas no transmisibles tales como la diabetes, adiposidad, cáncer e hipertensión arterial, entre otras.

Lo anterior, significa que la programación metabólica tiene que ver con las condiciones en que se desarrolla la vida del ser humano en el útero y que en determinado tiempo pueden manifestarse como padecimientos.

Obesidad, la principal culpable

De acuerdo con estudios realizados por Ana Lilia Rodríguez, las enfermedades crónicas no transmisibles y que también se adquieren desde el útero son consecuencia de la adiposidad u obesidad de la mujer embarazada, es decir, tiene exceso de tejido graso. Incluso, se ha visto que personas con un índice de masa corporal normal puede tener tejido graso en exceso.

  • Actualmente, el 50% de las mujeres primigestas en México padece obesidad o sobrepeso, es decir, un índice de masa corporal de 25 o mayor, lo que resulta altamente perjudicial para la madre y su hijo en formación.

Lo anterior, porque al tener exceso de tejido graso, la madre presenta un estado de inflamación crónica en todo el cuerpo y en consecuencia un alto riesgo de padecer diabetes, hipertensión arterial, preeclampsia, entre otras.

En este contexto, el niño se está formando en un ambiente adverso con limitaciones o exceso de nutrientes y ambos escenarios, junto con la inflamación crónica de la madre, traerán consecuencias negativas para su salud ya sea a corto o largo plazo.

Inicialmente, al interior de los vasos sanguíneos del feto se forma una placa de grasa que causa poca oxigenación o que los residuos tóxicos no se puedan eliminar fácilmente del útero. En estos casos, el bebé podría nacer con cierta deficiencia en sus órganos como el páncreas, los riñones y en general todo su organismo presentaría debilidad y enfermedades crónicas de manera temprana.


Responsabilidad compartida

Especialistas señalan que las generaciones actuales tienden a vivir menos que los padres debido a que afecciones como la diabetes tipo 2 e hipertensión comienzan a presentarse en niños de entre 8 y 10 años cuando debieran aparecer después de los 40 años, explica la académica universitaria.

Aunque la madre influye en gran medida en la aparición de estas enfermedades, los padres también tienen un alto porcentaje de responsabilidad. Se ha demostrado que cuando el padre tiene malos hábitos alimenticios existe una posibilidad importante de que sus hijos sufran diversos padecimientos de forma temprana. Por lo anterior, se considera que ambos, padre y madre, deben llegar en las condiciones más óptimas posibles al momento en que desean concebir.

  • A nivel psicológico, también pueden aparecer alteraciones en los bebés en gestación. Si durante el embarazo la mamá está ansiosa, estresada o deprimida es posible que las hormonas contra reguladoras de insulina que se liberan durante el proceso, predispongan al feto para que a corto plazo padezca diabetes o problemas psicológicos, entre ellos, baja tolerancia a la frustración y problemas psicomotrices.

Ana Lilia Rodríguez imparte Embriología Humana en la Facultad de Medicina de la UNAM y también trabaja en el Instituto Nacional de Perinatología, donde bajo el financiamiento  del CONACYT y con el apoyo de un equipo interdisciplinario, coordina un programa de prevención en diabetes y adiposidad, otorgando educación masiva sobre las implicaciones negativas que trae para la salud el sobrepeso y la obesidad, esto con el objetivo de prevenir estos padecimientos y sus complicaciones esperadas.

Seguir el camino blanco

Se trata de la implementación de un programa denominadoSacbe” (camino blanco en maya), con el cual se ha demostrado que trabajando en equipo dentro de una familia y enfocados a los cambios en el estilo de vida, es posible adquirir hábitos alimenticios saludables.

Un problema al que nos enfrentamos en México, expresa Ana Lilia Rodríguez, son los hábitos dietéticos, ya que normalmente ingerimos comida poco o nada nutritiva y que sólo consiguen aumentar nuestro peso corporal. Hablamos de las grasas trans contenidas en papas fritas y hamburguesas, entre otros; y de los productos con altas cantidades de azúcar como los refrescos, jugos y postres o galletas.

Por ello, es recomendable volver a tener un estilo de vida saludable como en el pasado: dormir de 6 a 8 horas, comer en horarios regulares, ejercitarse y moverse el mayor tiempo posible, tomar suficiente agua y mejorar nuestra alimentación consumiendo la cantidad y calidad correcta de los grupos de alimentos (3 raciones de verduras y dos de frutas, leguminosas, cereales integrales y semillas todos los días).

La combinación de no comer productos nutritivos y abusar de lo que nos hace daño, está  impactando de forma negativa en nuestra salud, resalta la especialista. En este contexto, invita al público a participar en estos talleres didácticos y sensibles para adquirir lo que Sacbe ofrece con el fin de lograr una mejor salud y prevenir enfermedades crónicas. Para mayor información sobre cómo participar en el programa Sacbe, contactar al correo sacbenutrición@gmail.com


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