30-03-2018
Por Marisol Reyes, Ciencia UNAM, DGDC
Uno de los inventos más revolucionarios y prácticos que ha desarrollado la humanidad son los barcos; tan solo pensemos en todo aquello que han posibilitado a lo largo de la historia de forma comercial, social, económica y cultural
Si bien, es posible encontrar distintos vestigios bajo el agua desde la época prehispánica hasta nuestros días, durante el periodo colonial en México una de las principales actividades fue el intercambio comercial con Europa.
Dicha actividad requería del contacto marítimo a través de flotas que traspasaban mercancía de un puerto a otro, tarea que no resultaba fácil, pues las condiciones climáticas, los ataques de flotas enemigas o la desorientación podían propiciar el naufragio de los navíos.
La arqueología subacuática se encarga de estudiar restos humanos o materiales que por diversas causas terminaron bajo el agua.
Los pecios son algunos de los materiales que han quedado bajo los cuerpos de agua. Estos son todas las partes de un navío y sus cargamentos, las cuales sufrieron la desgracia de verse envueltos en un naufragio, siendo arrastrados hasta el fondo de las aguas en espera de algún día volver a ver la luz del Sol.
- Uno de los naufragios más conocidos e importantes en México es el del galeón Nuestra Señora del Juncal, hundido en la sonda de Campeche cerca de 1631, al cual la arqueología subacuática le ha dedicado especial atención por su riqueza histórica, patrimonial y material.
Parte importante del cargamento de Nuestra Señora del Juncal eran metales preciosos y piezas de artillería de la época. Vestigios que, más que representar un tesoro material, posibilitan el reconstruir parte de la historia del México colonial a través de su estudio e investigación.
Sin embargo, esto no es una tarea sencilla, pues el localizar un naufragio requiere de un amplio trabajo interdisciplinario, en donde se conjuntan los aportes de arqueólogos, historiadores, oceanógrafos y físicos.
Desde hace algunos años, gracias a las campañas de investigación realizadas en el buque oceanográfico “Justo Sierra” de la UNAM, esta tarea interdisciplinaria ha sido posible a través de diversas investigaciones.
¿Cómo localizar un naufragio perdido?
Si nos ponemos a dimensionar lo que implica localizar este navío, el cual naufragó hace más de tres siglos, podremos vislumbrar lo complejo que puede resultar el encontrarlo.
Parte importante de este trabajo consiste en la revisión de los archivos históricos para localizar fuentes que puedan arrojar diversos datos que posibiliten el determinar el último lugar en el que pudo localizarse el navío, menciona la doctora Flor Trejo Rivera, de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH.
Es indispensable consultar las bitácoras de viaje de los pilotos del navío, los diarios de viaje de los escribanos o los tratados de navegación de la época, con el fin de conocer un poco acerca de la ciencia y la técnica de la navegación en ese entonces.
Con todos estos datos es posible tener una aproximación de la ruta que siguió el navío después de zarpar en octubre de 1631, desde el puerto de Veracruz en su trayectoria hasta el puerto de Sevilla, España.
Sin embargo, aún con esta información resulta complejo el determinar un lugar exacto, debido a que mucha de esta información era recopilada con instrumentos poco precisos.
Es aquí donde juega un papel importante la oceanografía física, pues a través de un modelo matemático es posible determinar las corrientes, los vientos y el clima que pudo haber estado presente durante el naufragio, ayudando así a prospectar un lugar de hundimiento un poco más preciso.
“Fue un gran reto puesto que los modelos matemáticos que nos dedicamos a investigar en la oceanografía física son proyecciones que funcionan para el presente o en un futuro cercano, no es muy común determinar condiciones climáticas del pasado y menos con casi 400 años de distancia”, menciona el doctor David Salas de León, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
Es así que la investigación histórica y la elaboración de modelos matemáticos a través de ecuaciones diferenciales parciales se une para contribuir a la localización de uno de los naufragios con más riqueza material y patrimonial en las costas mexicanas.
Posterior al arduo trabajo de investigación tanto histórica, arqueológica, oceanográfica y matemática, se realiza la prospección, la cual consiste en explorar un sector específico del océano en donde podría encontrarse el navío.
Los investigadores usan instrumentos como los correntímetros electromagnéticos, los cuales se encargan de medir la longitud de ondas. Esto ayuda a la búsqueda de objetos que puedan generar un campo magnético, como los clavos del navío o de los instrumentos náuticos que contengan metal.
La búsqueda del navío de Nuestra Señora del Juncal es todo un desafío, pues el espacio de prospección es muy amplio. A la fecha se ha prospectado alrededor del 1 por ciento del espacio en donde se cree podría encontrarse el barco.
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