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Para cualquier acción del humano, la naturaleza tiene una reacción: Guadalupe de la Lanza Espino

Hundimientos, reacción natural por la extracción de agua: Guadalupe de la Lanza. Foto: Rosángela Aquino. Diseño: Erika López.

01-09-2015

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM

50 años de dedicarse a impartir clases en la UNAM. Cinco décadas enfocadas a la investigación científica. Muchos reconocimientos recibidos, no sólo por la institución en la que labora, sino por aquellas en las que ha contribuido con sus aportaciones académicas y científicas.

Decenas de libros, capítulos y artículos escritos, muchas tesis corregidas y una innumerable cantidad de alumnos han pasado por el laboratorio de la doctora Guadalupe de la Lanza Espino, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM, desde donde ha sido pionera en el estudio de los ecosistemas acuáticos, enfocándose en las características físico químicas de las aguas costeras de México.

La doctora De la Lanza Espino es egresada de la Facultad de Química de la UNAM, en donde terminó como químico-fármaco-bióloga; realizó su maestría y doctorado en Oceanografía Biológico Pesquera en la UNAM.

Se considera una apasionada de su trabajo y expresa que como profesora ha buscado durante estos años que sus alumnos siempre amplíen su visión de la problemática que estudian.

Recuerda que realizó su tesis de licenciatura con uno de los pioneros en estudios marinos en México, el doctor Alejandro Villalobos, enfocándola en estudiar aspectos físico- químicos de las aguas costeras de Veracruz.

“Fuimos pioneros junto con él en aspectos marinos; estudiábamos peces, características del agua, crustáceos, moluscos; eso nos dio oportunidad de hacer estudios interdisciplinarios. Desde ese momento, me decidí a trabajar la físico química del agua; era lo elemental para ver la distribución de los organismos, incluso hasta la fecha mi interés está en saber cuáles son las características del agua para asociarla con los ciclos de los organismos”, comentó.

En la época en que la doctora De la Lanza empezaba con este tipo de estudios, el Instituto de Biología se ubicaba junto a la actual Facultad de Química, posteriormente se trasladó a lo que hoy es el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología en Ciudad Universitaria, hasta que por mandato del doctor Guillermo Soberón, ocupó el espacio físico que actualmente tiene Instituto de Biología, junto al Jardín Botánico.

Narra que cuando se separa el Instituto de Biología del de Ciencias del Mar, ella decidió quedarse en el primero.

“Tuve la gran fortuna de quedarme aquí, porque mi estudio no es tan especializado, es integrativo. Yo veo a la naturaleza como un conjunto que nos permite vivir, obtener recursos, disfrutarlos, manejarlos, conservarlos; esa visión es difícil de llevar, por lo tanto estoy muy agradecida con mis colegas porque hemos llevado a cabo proyectos interdisciplinarios”.

El agua es finita

Para a llevar a cabo sus investigaciones empezó a salir al medio marino en barcos de la Secretaría de Marina, los cuales no eran oceanográficos, sino dragaminas, es decir, servían para la defensa de las costas. Sin embargo, como dicha institución tenía interés en cooperar con los académicos, le permitieron a la doctora De la Lanza utilizarlos para realizar sus estudios.

Posteriormente, se acercó más a trabajar la zona costera, es decir, lagunas, estuarios, marismas y bahías, las cuales son geoformas marinas. Explicó que como todo en la naturaleza está conectado, lo que hacemos aguas arriba, es decir en las cuencas o ríos, repercute en las aguas que descargan en una laguna o incluso en el mar.

Desarrolló una línea de investigación en la que integró el estudio no sólo del agua dulce, sino de la de media salinidad y aguas marinas, siempre enfocándose en tener un visión integrativa de sus investigaciones, por lo tanto, es común que en parte de sus estudios también participen especialistas en peces, crustáceos, insectos o moluscos. A decir de la doctora, esto ocurre porque “la naturaleza no está aislada”.

Existe una influencia del agua con los organismos y viceversa. Estos aprovechan la variación en la físico-química del agua para llegar a realizar sus procesos de vida, es decir, desde su reproducción hasta llegar a ser adultos.

Muchos de los sistemas costeros han sido modificados por desconocimiento, malos manejos del área o por el antropocentrismo. Es decir, han incrementado los sitios turísticos y recreativos sin cuidar los recursos naturales.

De acuerdo con la universitaria, esto no ocurre sólo en la zona de costa, sino en el mar, pues los microorganismos que requieren entrar a las lagunas costeras para cumplir su ciclo se enfrentan a un cambio en la calidad del agua, mueren o son capturados masivamente.

“El problema más grave no sólo a nivel mundial, es que en México tenemos poca agua dulce. El agua es finita, no se crea, antes se llamaba un recurso renovable, porque tenía un ciclo de depuración, pero ahora como ha crecido tanto la población tenemos muy serios problemas no sólo con la calidad del agua, sino en la disponibilidad. Pues esa agua que requieren los organismos se está utilizando para la recreación o para otras actividades económicas”.

En sus propias palabras, para cualquier acción que el humano haga en la naturaleza se tiene una reacción, ejemplo de esto es que en algunas zonas donde se ha extraído el agua del subsuelo, se pueden observar hundimientos de las construcciones.

Además, se tiene registro de la existencia de lagunas que han desaparecido por la actividad humana, lo cual ha sido provocado por la deforestación.

Invitó a estudiar cada sitio que se vea afectado por los cambios en el ciclo del agua, ya que para cada lugar, las investigaciones que se realicen arrojarán datos e información distinta.

 

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