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Medicina tradicional, potencial y riesgos

Hay poblaciones marginadas donde el único recurso para procurar la salud son las hierbas medicinales. Imagen: Erika López.

02-03-2015

Por Isabel Pérez S., DGDC-UNAM

“Se oye el rumor de un pregonar
que dice así:
el yerberito llegó, llegó
traigo yerba santa pa' la garganta
traigo keisimon pa' la hinchazón
traigo abrecaminos pa' tu destino
traigo la ruda pa' el que estornuda”

La popularidad de las plantas entre la gente es tanta, que investigadores del Laboratorio de Farmacognosia de la Facultad de Química de la UNAM elaboran análisis científicos de productos naturales vegetales, con el propósito de confirmar y justificar su uso racional medicinal.

La doradilla, explicó María Isabel Aguilar Laurents, investigadora de dicho laboratorio, es un tipo de helecho que se caracteriza por adquirir una forma de esfera de color dorado en estado seco y volver a reverdecer con la humedad. Esta planta ha sido utilizada desde épocas precortesianas para el desfallecimiento, la obstrucción hepática y la melancolía, según textos del siglo XVII.

De acuerdo a un estudio de campo realizado en el estado de Hidalgo, se supo que esta planta puede usarse para trastornos del sistema urinario promoviendo la diuresis, y por otra parte, para la dispepsia, irritación del hígado y cálculos biliares.

La escorcionera es una hierba que llega a medir hasta un metro de altura. Su raíz grande de color café es utilizada principalmente por los tarahumaras para problemas de la piel, en forma de emplastos que ayudan a la cicatrización de las heridas así como para tratar reumas y artritis.

Con esa raíz, precisó la investigadora Aguilar, se realizaron pruebas de actividad antimicrobiana “in vitro” que tuvieron resultados positivos para hongos dermatofitos, es decir, evita que estos crezcan en la piel.

Dentro de la medicina tradicional mexicana, se emplean productos naturales vegetales, y por ser insumos de uso común, es necesario estudiarlos a profundidad para descubrir sus verdaderas propiedades benéficas o en su caso, descubrir si son perjudiciales para la salud, refirió Isabel Aguilar.

Pruebas de eficacia

Desde antes de que se desarrollara la medicina de patente, las plantas habían sido utilizadas con fines medicinales; actualmente existe gran conocimiento del uso de las mismas por diferentes grupos de la población mexicana, sobre todo, porque se trata de materias primas de fácil adquisición, sobre todo en comunidades alejadas de las grandes urbes y porque por lo general, son de costo más bajo que los medicamentos alopáticos.

“En México, hay poblaciones marginadas donde el único recurso para procurar la salud por parte de sus pobladores son las hierbas medicinales; por otra parte, existe la creencia de que los preparados herbolarios no tienen riesgo en su consumo y lo que se busca al ingerirlos además de la eficacia terapéutica, es evitar los efectos secundarios que pudieran causar los medicamentos de patente”, expuso.

Sin embargo, aclaró la especialista, algunas plantas contienen compuestos químicos responsables de acciones biológicas diversas y pueden no ser tan inofensivos como se piensa, al causar efectos colaterales perjudiciales para la salud.

Así, para establecer el control de calidad de las plantas medicinales, se deben llevar a cabo tres tipos de pruebas: la primera es la identificación taxonómica de la planta estableciendo sus características macroscópicas (morfología, tamaño, color, etc.) y microscópicas (características histológicas e histoquímicas).

La segunda es la prueba de pureza, misma que se realiza para confirmar que la materia vegetal no está mezclada con otro tipo de plantas, insectos, microorganismos nocivos al aparato gastrointestinal o elementos tóxicos como fertilizantes y plaguicidas.

La tercera prueba consiste en determinar el tipo de compuestos y su concentración en la planta, por medio de análisis de composición. Las pruebas mencionadas deben ser complementadas con otras como la de seguridad (toxicológica), a fin de asegurar la ausencia de efectos nocivos serios de las plantas.

En algunos casos, no se utiliza toda la planta, a veces sólo se trata de la raíz, las hojas o las flores. Así, el análisis se enfoca sólo a la parte de la planta que se va a utilizar con fines medicinales.

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