20-01-2014
Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM
El maíz ocupa el 51% de la superficie sembrada en México. Los futuros escenarios de cambio climático contemplan impactos en este cultivo, pero no todas las razas sufrirán los mismos efectos. De las 59 razas de maíz existentes en territorio mexicano, la mayoría enfrentará que las áreas favorables para su crecimiento serán más restringidas, mientras que unas pocas se verán favorecidas por las nuevas condiciones ambientales.
En el Instituto de Ecología de la UNAM se presentó un novedoso estudio, elaborado por Carolina Ureta Sánchez Cordero, tesista de la investigadora Elena Álvarez-Buylla, especialista en desarrollo y evolución de plantas. El trabajo busca entender el impacto del cambio climático en la distribución del maíz mexicano.
La investigación consistió en identificar las zonas de mayor biodiversidad o riqueza de maíz en el presente y cuáles lo serían en condiciones de cambio climático, con la finalidad de aportar información que sirva para planear algunas medidas de adaptación que disminuyan la vulnerabilidad de esta especie vegetal. Además se identificó los factores ambientales y sociales están relacionados con las zonas de mayor riqueza de maíz.
Desde el punto de vista de los factores sociales, el estudio concluyó que las zonas más biodiversas en maíz constituyen el 7% del territorio nacional. Las variedades de maíz que se encuentran aquí tienen estrecha relación con 40% de los grupos étnicos. Las autoras del estudio expresaron que esto significa que los lugares donde hay una mayor diversidad de razas de maíz nativo son también donde se encuentra mayor diversidad étnica y cultural.
Carolina Ureta tomó como área de estudio toda la República mexicana, utilizando las bases de datos elaboradas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y los modelos de cambio climático regionalizados por investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
De las 58 razas de maíz, 15 subespecies y especies del género Tripsacum y 5 especies y subespecies de teocintle que existen en la base de datos nacional, el estudio usó 47 razas de maíz, 3 de Tripsacum y 4 especies o subespecies de teocintle. Con esta información, se elaboraron 9 mapas con diferentes escenarios de cambio climático que estiman cómo sería el clima en el año 2030 y 2050 y qué sucedería con el maíz.
Los resultados del trabajo indicaron que, en la actualidad, 77% del territorio del país es apto para sembrar al menos una raza de maíz y el 36% es favorable al menos para una especie de Tripsacum. El 18% del territorio tiene condiciones para que exista el teocintle, la variedad silvestre emparentada con el maíz.
Esos porcentajes se reducen según los diferentes escenarios de cambio climático, en un mayor porcentaje en el escenario más pesimista, en caso que la humanidad no hiciera nada para frenar el calentamiento global. También se encontró que solamente 3 de las 47 razas de maíz se podrían beneficiar con las nuevas condiciones de clima y que las zonas de mayor riqueza de razas en Chiapas, Oaxaca y Jalisco serían las menos vulnerables al cambio climático.
Una conclusión general es que las razas con distribuciones más extendidas se encuentran entre las menos afectadas, muy probablemente por estar adaptadas a diferentes ambientes.
El clima futuro podría abrir nuevas áreas para la distribución del maíz mexicano. Carolina Ureta Sánchez Cordero señaló que hay sitios en la zona centro y sur del país donde podrían crecer razas de maíz que hoy no se desarrollan ahí. También en el norte podrían establecerse diez razas más. Eso refuerza la importancia de conservar todas las zonas maiceras del país y no únicamente las de mayor riqueza.
La doctora Carolina Ureta Sánchez Cordero opinó que las leyes mexicanas deberían contemplar el pago a los pequeños productores de maíz por los servicios ambientales que prestan al mantener estas valiosas variedades nativas y contribuir a la biodiversidad.
Tambien propuso poner especial atención a la conservación de las razas de este cultivo que se proyectan como las más vulnerables al cambio climático y a las que portan genes de resistencia, tanto a estrés hídrico como a estés térmico.
Por su parte el doctor Antonio Turrent Fernández, investigador del Instituto Nacional del Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias y sinodal del estudio mencionado, expresó que futuras investigaciones podrían explorar lo que sucederá en escenarios de cambio climático con la interacción biológica de las especies que son amigos y enemigos naturales del maíz.
El científico agregó que mucho del maíz cultivado se encuentra en laderas que, frente a eventos extremos, son más susceptibles de erosionarse, por lo que una buena recomendación para los agricultores sería proteger sus terrenos con cultivos arbóreos que crezcan en armonía con el maíz.
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