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Preocupan peces mexicanos de consumo humano

El género de peces Chirostoma representa 18 especies en forma de charal o pescado blanco. Diseño: Bárbara Castrejón Gómez.

20-05-2013

Por Sofía Flores Fuentes, DGDC-UNAM



La accidentada geografía del Eje Neovolcánico del país ha propiciado la transformación de los organismos al punto de generar nuevas especies. Tal es el caso del género de peces Chirostoma, representado por 18 especies en forma de charal o pescado blanco, todos de agua dulce y endémicos del altiplano mexicano.

Los antiguos prehispánicos los tenían como alimento básico. A la fecha, una de las especies de mayor consumo en el centro del país es Chirostoma jordani. A este charal se le puede encontrar fresco, en tamal o seco en los mercados. De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), se comercializaron 2,867 toneladas de charales en el periodo de 2006 a 2011.

Las investigaciones científicas que tienen como eje central a los peces del género Chirostoma, fueron presentadas en el Primer Coloquio sobre Peces del Altiplano Mexicano, que tuvo lugar en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM. Diferentes expositores dieron cuenta del papel primordial de estos peces en el centro del país y en diferentes rubros.

Sensibles a las aguas negras

Los peces del género Chirostoma enfrentan problemáticas que han propiciado la caída del número de organismos en las poblaciones. La doctora Norma Navarrete, investigadora de la FES-Iztacala de la UNAM, mencionó que la pesca con redes artesanales y poco especializada está afectando directamente a la especie Chirostoma jordani; también el deterioro ambiental de los cuerpos de agua por el llenado con aguas negras, la introducción de peces exóticos que compiten por el alimento y el espacio con las especies nativas, así como la presencia de parásitos introducidos.

Por su parte, el doctor René Rosiles Martínez, profesor de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, habló sobre la contaminación de los cuerpos de agua donde viven los peces y cómo a través del estudio de sus órganos, ya sea branquias, músculo o el hepatopáncreas, es posible cuantificar los niveles de elementos indeseables, como el mercurio, el arsénico, el niquel, el cadmio y el selenio.

Explicó que muchas de las aguas que acarrean elementos nocivos de los montes, vertederos de industrias o aguas negras provenientes de la ciudad de México, van a parar a los cuerpos de agua donde crecen estos peces, mismos que son comercializados posteriormente.

Un ejemplo es la presa de Zimapán, entre los estados de Querétaro e Hidalgo, que recibe agua de la ciudad de México. Las tilapias que viven ahí llegan a alcanzar pesos de hasta 400 gramos, debido a que se alimentan de la materia fecal de las aguas negras. “Nosotros damos excrementos y después los peces nos los van a regresar cuando los consumimos. Es una venganza natural”.

El estudio de las tilapias de la presa de Zimapán arrojó datos de concentraciones altas de mercurio, plomo, arsénico y cadmio, todos elementos indeseables. Como parte de la investigación en diferentes cuerpos de agua de la República mexicana, el doctor Rosiles Martínez encontró que el tamaño del pez está relacionado con la cantidad de elementos indeseables, pues mientras más grandes son los peces, mayor cantidad de estos entran a su organismo a través de la alimentación.

Peces y parásitos

Los peces del género Chirostoma no están exentos de presentar gusanos parásitos. La relación entre muchos de ellos es ancestral, dato que los biólogos conocen por la evolución conjunta de ambos organismos. Sin embargo, muchos de los parásitos han infectado a los peces por la introducción de especies exóticas, como la carpa, que contagian a especies endémicas.

El doctor Gerardo Pérez Ponce de León, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, presentó su investigación sobre gusanos parásitos de vertebrados silvestres, que lleva a cabo desde hace 30 años. Con sus estudios ha podido dilucidar relaciones parásito-hospedero y las posibles rutas evolutivas que ambos han seguido a lo largo de su historia de vida.

Actualmente, su grupo de trabajo realiza un inventario de las especies nativas, endémicas e introducidas de peces así como de los helmintos, los gusanos parásitos. A partir de encontrar gusanos específicos para una determinada especie de pez o de los que son compartidos por distintas especies de peces, los investigadores pueden descifrar las relaciones biológicas que existen entre estos dos grupos de organismos y extrapolar este método e información a otros cuerpos de agua del centro del país.

A través del estudio de las especies parásitas y hospederas es posible explicar muchos fenómenos evolutivos, de biodiversidad y distribución geográfica, tanto de animales como de plantas, debido a que México se encuentra en una zona de transición entre el norte de América y el sur.

Pérez Ponce de León informó que el inventario está casi terminado, pues cada vez son menos las especies nuevas que se encuentran. Además, desde que se le agregó el componente molecular, se están abriendo muchas posibilidades de interpretación. “Lo que creíamos que era una sola especie, está resultando ser todo un complejo de dos o tres especies”.

Concluyó que aún son muchos los trabajos científicos a realizar sobre los peces de agua dulce del altiplano mexicano, ya que la información que se puede obtener de ellos es mucha y muy variada. 

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