14-12-2012
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
En el mundo siempre hay periodos de sequía o de lluvias abundantes, los cuales no son propios de una zona en particular. Existen distintos tipos de sequía: la natural, caracterizada por una disminución significativa de lluvias; la hidrológica, relacionada con los bajos niveles de las presas; y la social, que es cuando las ciudades se quedan sin agua por una intervención humana.
La sequía meteorológica está relacionada con la variabilidad del clima y al llover menos, el ser humano no puede compensar esta falta de agua, por lo que el reflejo primero se observa en los caudales de los ríos, el nivel de las presas y en la humedad del suelo, la cual cambia y disminuye provocando una afectación de actividades como la agrícola o la ganadera.
De acuerdo con el doctor Víctor Magaña Rueda, del Instituto de Geografía de la UNAM, una de las sequías más graves que se puede vivir, en términos de impacto, es la social ya que al quedarse sin agua las ciudades se carece de este líquido para las necesidades más básicas del ser humano.
La diferencia entre ambas sequías, la meteorológica y la social, es que en esta última sí existe una intervención humana enfocada a cómo se gestiona el agua, ya que puede que haya cortes de agua en la ciudad, pero no necesariamente esta sequía se observe en el sector agrícola.
Una de las acciones principales que se deben tomar en consideración es la prevención. Además, en el caso de la sequía se deben implementar medidas estructurales como mejores sistemas de riego o sistemas de distribución y de reuso de agua más eficientes, para que el país esté preparado ante la llegada de un fenómeno de esta naturaleza.
Por lo anterior, una labor de los científicos será investigar cómo mejorar la información sobre el clima para inducir esas acciones de prevención, pues si los datos carecen de confiabilidad no serán poco útiles para prevenir sino que sólo se responderá ante episodios de desastre y se seguirá pensando que la sequía es algo atípico e imprevisible, en lugar de saber que siempre ha existido, es recurrente y se pueden tomar acciones para aminorar su impacto.
Una de estas acciones de prevención sería la creación de un Sistema de Alerta Temprana frente a la sequía, el cual no sólo daría pronósticos sobre su aparición, sino que trabajaría con distintas instituciones para saber qué acciones se implementarían en el caso de que se presente una sequía, qué sugerencias hacerle a la población en el manejo del agua, a la agricultura y ganadería, así como con qué severidad se deben tomar las acciones.
Estos sistemas, que ya existen en otras partes del mundo, aunque son una respuesta casi emergente al aviso de que habrá sequía, reducen los costos que ésta puede tener.
Las acciones que se propongan deben de estar construidas sobre la base de la confianza en la información que se está entregando, dijo el doctor Magaña Rueda, para lo cual se debe fortalecer las capacidades de instituciones como el Servicio Meteorológico Nacional.
Como una medida de prevención se podría contar con un sistema de información que proporcionara datos sobre cuánto ha dejado de llover y qué tan severa sería la sequía, a partir del porcentaje de la precipitación que no se ha obtenido por la escasez de lluvia. Lo importante es no causar confusión en la población con respecto al tema de sequía, por lo que el doctor Magaña explica que la investigación debería sustentar por qué se presenta ese fenómeno natural que desde hace muchos años se presenta de forma recurrente.
“Siempre ha habido sequías. Los mayas parece ser que fueron afectados no tan sólo por la sequía, sino por una combinación de ésta con gran depredación ambiental, hoy sabemos que no fueron muy cuidadosos con el medio ambiente y acabaron con los servicios que recibían de éste y por eso pudieron ser afectados”.
En la época de la Colonia, había grandes sequías que se reflejaban en la agricultura, pues no había sistemas de riesgo como se conocen hoy en día y la escasez de alimentos causaba malestar en la población y surgían revueltas a causa de este fenómeno. Asimismo, durante la época de la Independencia ocurrió una sequía en gran parte del país que se piensa que también pudo haber contribuido a cierto malestar en la sociedad.
Otro periodo histórico que está relacionado con la aparición de una sequía es la Revolución Mexicana, de la cual sí se tienen registros instrumentales sobre su aparición en gran parte del territorio nacional, principalmente en el norte del país.
En los años 30 se presentó otra sequía que afectó al centro de los Estados Unidos y a la parte norte de México, la cual fue conocida como el Dust Bowl (tazón de polvo), la cual coincidió con los problemas que aparecieron después del periodo conocido como la Gran Depresión y que creó condiciones muy difíciles para la sociedad.
Para mediados del siglo pasado se presentó en México la peor sequía de su historia, la cual se extendió por varios años con gran intensidad y que afectó gran parte del territorio. “Las sequías al ser recurrentes siempre encuentran un contexto diferente en la vulnerabilidad de cada país”, señaló el doctor Magaña.
Cuando una sequía se presenta es porque se altera la humedad que llega de los océanos, es decir, si ésta es menor hay menos posibilidades de lluvia y mayores probabilidades de sequía; ya que las circulaciones en la atmósfera están relacionadas con las temperaturas en el océano.
Explicó que para el norte de México, cuando el Atlántico tropical está anómalamente cálido (2 ó 3 grados centígrados por encima de lo que tiene que ser su temperatura en superficie) y en el Pacífico del este dominan condiciones relativamente frías, esas circulaciones se ven modificadas de tal modo que tiende a llover más hacia el centro sur de México, pero menos hacia el norte. Por tanto, cuando estas condiciones se invierten y el Atlántico está frío y el Pacífico caliente, en el norte llueve más y en el centro sur menos.
“Esto hace que el clima a nivel regional en México tenga periodos de sequía prolongada cada 10 ó 20 años con contrastes norte-sur, como si fuera un sube y baja, es decir, hay mucha lluvia en el norte, menos lluvia en el sur o menos en el norte, más lluvia en el sur. Todas las sequías que hemos podido documentar en el siglo XX funcionaron así”, comentó el investigador universitario.
Aunque se ha llegado a pensar que las sequías tienen una relación con el cambio climático el doctor Magaña comenta que el impacto de éstas radica en lo que hemos hecho o dejado de hacer como país, ya que si se contara con una infraestructura del agua más sólida los resultados serían diferentes.
“Hay países en la misma condición de aridez como gran parte de nuestro territorio y que han aprendido a cuidar su recurso que han sido mucho más cuidadosos en la forma en que lo distribuyen, lo aprovechan y hay ejemplos que tendríamos que voltear a ver”, comentó el doctor Magaña.
Uno de los principales problemas para responder tempranamente ante la sequía, es la falta de recursos humanos capacitados, así como la carencia de espacios laborales. Por lo que una idea que defiende el doctor Magaña es la creación de un Centro de Investigación sobre la Sequía en donde se daría oportunidad a los jóvenes investigadores para participar en la generación de conocimientos sobre este proceso natural, lo cual redundaría en mayores beneficios a la población.
“Hay que tener autoridades mejor preparadas, con verdadero conocimiento de las cosas. Uno no puede tener gente que no entienda bien de qué se trata el problema, que desconozca cuáles son las capacidades que existen en materia de ciencia y en problemas relacionadas con el clima”, destacó.
En palabras del doctor Magaña Rueda, la sequía se va a ir y eventualmente va a regresar, pero no puede suceder que una vez que se vaya pensemos que se acabó el problema. “La mejor época para enfrentar la sequía es cuando no la hay”, concluyó.
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