22-05-2020
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Desde que el 20 de marzo se suspendieron las clases en todo México, muchas de las actividades de nuestra vida diaria empezaron a detenerse; se implementó el home office para empleados de actividades no esenciales, es decir, muchos seguimos laborando desde nuestra casa, además de que restaurantes, cines y parques cerraron sus puertas a las reuniones de amigos y familiares. Desde el 21 de abril de 2020 fue declarada en México la fase 3 de la pandemia COVID-19 y con ello, el llamado al confinamiento fue mayor.
Este encierro ha traído para muchas personas, insomnio, tristeza, depresión y una sensación de que hemos perdido algo muy importante con el confinamiento voluntario: nuestra libertad de andar por la calle, visitar a nuestros seres queridos o de realizar distintas actividades que eran parte de nuestra vida cotidiana.
Por este confinamiento voluntario, dicen algunos especialistas, se vive una situación de duelo, el cual es una experiencia de dolor y sufrimiento que se presenta ante una pérdida, en este caso, la libertad de poder salir a la calle.
Para que suceda el duelo tiene que haber una pérdida que nos signifique un valor, tener un vínculo importante con esa persona o ese plan que perdimos, destaca la maestra Guadalupe Medina Hernández, de la Facultad de Psicología de la UNAM.
En cuanto al duelo que estamos viviendo como sociedad, es decir, el duelo social, la académica explica que en tanatología se habla de distintos tipos de muertes, desde la biológica, la física y la social, y justo esta última la experimentan quienes están confinados en una cárcel y que podría ser equivalente a lo que sienten quienes están en confinamiento en estos momentos en casa.
Cuando alguien es recluido en una cárcel vive una muerte social, porque la aíslan del mundo social en el que se desenvuelve y además es rechazado socialmente, por eso es una especie de muerte social.
“Y la que estamos viviendo ahorita, a lo mejor no a ese grado, pero es como una muerte social y, por lo tanto, vivimos un duelo social; no exactamente que se nos rechace, pero de alguna manera sí, porque si nos ven en la calle nos van a decir que nos guardemos, que no debemos estar en la calle, si tenemos el cubrebocas nos van a ver con rechazo, porque `no vaya a ser que esté enfermo`, igual si estornudamos o tosemos, cualquiera de estas cosas provocan un rechazo social, lo sentimos y lo vivimos.”
Etapas del duelo
Como todo duelo, durante el duelo social se viven distintas etapas. Cabe destacar que no siempre se tienen que experimentar todas las etapas, esto depende de la persona y del tipo de pérdida, si fue de un ser querido, de un plan que se canceló, un objeto que nos representaba un gran valor sentimental o de nuestra propia libertad de salir.
Durante estas etapas surgen una serie de experiencias emocionales. La primera, en la cual coinciden varios expertos, es el shock o el impacto que aparece ante la primera noticia sobre la pérdida. En el caso de la pandemia por COVID-19 OCURRE cuando se anuncia que el confinamiento de la población, la cancelación de las clases y de distintas otras actividades.
La maestra Medina Hernández señala que con esta primera etapa de shock se presenta un mecanismo de defensa en la persona, quien tiende a negar de distintas formas el hecho que ocurre. Esta negación –dijo– es útil para mantenernos en equilibrio en lo que asimilamos la noticia, sin embargo, lo grave se presenta cuando la persona se queda en ese estado de negación.
Otras emociones después del shock y la negación pueden ser la desesperación, la tristeza, la depresión, el enojo, la incertidumbre, el estrés, la culpa y la angustia, entre otros.
Una vez que se experimentan estas emociones, la maestra Medina recomienda “llegar a la aceptación, decir: `bueno, ya estoy aquí, ya sucedió, esto es inminente, está fuera de mi control, por lo tanto, lo acepto y me adapto. Eso sería lo ideal y ahí estamos llegando ya al final del duelo, cuando ya lo aceptamos y nos adaptamos”.
Aunque el confinamiento ha sido voluntario en México, quienes lo llevan experimentan un duelo social y como tal en mayor o en menor medida algunos presentan diferentes emociones, como la depresión, el estrés y la angustia, entre otros. En algunas personas también se observa el miedo a la muerte.
Al respecto, la investigadora señala que la saturación de información por distintos medios, ya sea las redes sociales, la radio o la televisión, es un factor que ha propiciado que la población experimente distintas emociones negativas, que en ciertas personas pueden tornarse catastróficas.
“Los medios de comunicación desgraciadamente se han encargado de ponernos en un estado de pánico y esto sí nos hace daño, nos puede provocar malestares físicos porque este sobre estrés baja nuestro sistema inmunológico y entonces sí nos hacemos presas de cualquier bacteria o virus que hay en el ambiente, por lo que es mejor tener el ánimo levantado, estar bien dormidos, bien comidos, para tener un buen estado de salud.”
Asimismo, destaca, que lo mejor que puede hacer la población confinada es pensar que el estar recluidos, además de ponernos a salvo, nos permite hacer una labor de apoyo social, al ser solidarios, al quedarse en casa, porque con eso evitamos la sobresaturación de los hospitales o una diseminación mayor del virus.
En cuanto al regreso a la vida cotidiana, menciona que éste será individual, porque todos estamos viviendo cambios que nos harán retomar nuestras actividades de manera distinta.
“La vida no va a ser igual al regresar a la normalidad, pero que tampoco nos dé miedo esto, porque la vida nunca es igual; es temporal, no existe el para siempre, nuestra vida siempre está cambiando. La llegada de este virus que se recorrió hasta occidente nos metió en una crisis que a su vez es una oportunidad de cambio.”
Coronavirus. El fenómeno del "Duelo no resuelto"
Coronavirus. La prueba de PCR, un beneficio social surgido de la ciencia básica
¿Buscas información sobre el duelo?