18-05-2020
Por Consuelo Doddoli-DGDC
Uno de los problemas más difícil de enfrentar durante la epidemia de la COVID-19 es la saturación de los hospitales.
Por duro que parezca, en algunos países llegó el momento en que las unidades de cuidados intensivos no tuvieron suficientes tratamientos para los pacientes graves. Estos, requieren ser conectados a un respirador mecánico que les ayuda a respirar mientras su organismo supera la enfermedad.
El problema surge cuando varios pacientes necesitan al mismo tiempo esta terapia y no hay forma de que todos la reciban porque no se cuenta con suficientes respiradores, ni unidades de cuidados intensivos, ni suficiente personal capacitado para dar el tratamiento. Esta situación es característica de la Fase 3 de una epidemia.
Desde el primer caso de COVID-19 confirmado en México, las autoridades sanitarias reconocieron que la saturación paulatina de los hospitales, o un posible colapso, podría presentarse también en México, por lo que distintas instituciones han estado trabajando y discutiendo para establecer un protocolo, llamado “Guía Bioética para Asignación de Recursos Limitados de Medicina Crítica en Situaciones de Emergencia”.
La Guía está pensada solo para ser utilizada en un contexto de excepción (como la pandemia de COVID-19) donde se presentan situaciones que no son comunes en la práctica médica cotidiana. Tiene el propósito de organizar la respuesta del personal médico frente a la necesidad de definir a qué paciente se le asignará el equipo que requiere cuando éste sea escaso.
El documento fue elaborado por el Comité de Ética del Consejo de Salubridad General, mismo comité que invitó a colaborar a un grupo de expertos bioeticistas, formado por especialistas de diversas disciplinas, entre los que hay filósofos, doctores, médicos, abogados, psicólogos, genetistas, entre otros profesionales de la salud.
Un primer documento se presentó el 12 de abril (2020). Después de una serie de críticas y recomendaciones de varios sectores de la sociedad, se hicieron los ajustes pertinentes y se presentó el 30 de abril (2020) un segundo documento, el cual puede ser consultado en la página web del Consejo de Salubridad Nacional.
En este documento se prioriza la atención de los pacientes con más posibilidades de sobrevivir y respeta la autonomía de las personas, en el caso de contar con una voluntad anticipada.
La doctora María de Jesús Medina Arellano, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, e integrante del comité de ética del Consejo de Salubridad General, afirma que este documento se basa en el conocimiento científico, en las regulaciones jurídicas y en principios bioéticos.
- La bioética es una rama de la ética que aborda los principios de la conducta del ser humano relacionada con la vida, ya sea humana animal o vegetal, además contempla el estudio del ambiente en donde la vida se puede desarrollar.
Además, añade la investigadora, el documento cumple con la importante función de acompañar al personal médico a mitigar la angustia moral que implica el tomar la decisión de a quién asignar los recursos médicos escasos y lo hace, en base a criterios objetivos y protocolos prestablecidos y revisables.
El documento se ha nutrido por las sugerencias y comentarios de investigadores de la UNAM, además de instituciones públicas y privadas de atención a la salud. La participación de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación CONAPRED, la Comisión de los Derechos Humanos de la Ciudad de México y la OPS en México fue crucial para la publicación de la guía dado que refuerza la eliminación de cualquier criterio discriminatorio y contrario a los derechos humanos en la atención de medicina critica en situación de emergencia.
En una situación de pandemia, el principio bioético que debe prevalecer, sin que se descarten los otros, es el de justicia social y las decisiones médicas, que entre otros aspectos, incluyen cómo utilizar los recursos escasos.
Lo que se busca e que los recursos se aprovechen de la mejor manera posible para que la comunidad obtenga el máximo beneficio, en lugar de decidir individuo por individuo, reitera la especialista.
Además, destaca el principio jurídico que rige el contenido de esta guía: la igualdad en el acceso a la atención médica de los pacientes. Todos, sin importar sus creencias religiosas, estatus económico, sexo, discapacidad y opiniones políticas, asegurados o no, deben tener acceso al proceso de evaluación diagnóstica.
En caso de llegar a una saturación hospitalaria, los recursos podrían no ser suficientes, por tanto lo que define la guía son los criterios de asignación para salvar el mayor número de vidas posibles. La doctora María de Jesús Medina aclara que este documento no decide quién morirá y quién no, sino, quién recibirá los recursos limitados ante la pandemia y quién tendrá que recibir atención médica a través de otros recursos no escasos.
En la Guía se establece, por ejemplo, un mecanismo preestablecido para obtener una escala que proporcione el beneficio terapéutico que tendrá una persona, lo más objetivo posible: en qué situaciones la asignación de los recursos escasos será utilizado de la mejor manera posible.
Esta escala mide valores relacionados a la condición médica del paciente y toma en cuenta si enfrenta comorbilidades prexistentes y traducen estas condiciones en la posibilidad de beneficiarse del recurso de medicina crítica, que asignado a cada paciente permite comparar y elaborar una lista de prioridades. Es decir, se obtiene una escala que ofrece al personal médico un indicador que le permite anticipar que la decisión que hay que tomar no será inútil y el uso del recurso tampoco fútil.
La doctora Medina agrega que en el caso en el que dos pacientes obtengan la misma puntación, la Guía considera la protección de personas que pertenezcan a grupos vulnerables. Y como último recurso, solamente cuando no hay nada más que valorar, se recurre al azar.
Sin embargo, la investigadora cree que en las situaciones límites como las que hacen necesaria la utilización de esta Guía, se deberían resaltar aún más de lo que ya lo hace este documento, el campo ético, donde el tema de la vida pueda ser abordado desde valores que cuestionen el egoísmo de nuestra cultura individualista y donde la muerte signifique menos una fatalidad y más una oportunidad para ser altruista, en el marco de sociedades más solidarias.
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