16-03-2020
Por Laura García, Ciencia UNAM-DGDC
Durante los años 60, en medio de la Guerra Fría, el Departamento de la Defensa de los Estados Unidos creó la Agencia de Proyectos para la Investigación Avanzada conocida como ARPA quien creó su propia red de investigación, llamada ARPAnet, que es la antecesora de lo que hoy conocemos como Internet.
A partir de entonces, el acceso a Internet y los dispositivos se han ido desarrollando hasta permitir que no solo las tecnologías como teléfonos inteligentes, computadoras personales, tablets o supercomputadoras puedan interconectarse, sino que otros dispositivos como multifuncionales, automóviles, lámparas e incluso ropa, puedan entrar a la “red”, dando paso a lo que actualmente se conoce como Internet de las cosas.
En 2017, cerca de 4.000 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, utilizaba Internet, y un 56% lo hacía con suscripciones a servicios móviles. Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT, 2018).
Durante los últimos 10 años se ha popularizado a nivel mundial el término Internet of things o Internet de las cosas. Aunque no existe una fecha específica de cuando comenzó ya que se trata de una evolución gradual de diferentes tecnologías que han permitido que se interconecten diferentes dispositivos.
“Existen diferentes factores que permitieron el desarrollo del internet de las cosas, uno de ellos es la extensión de las redes inalámbricas que permitió la hiperconectividad, menciona Fabián Romo Zamudio, director de Sistemas y Servicios Institucionales de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC) de la UNAM.
Esto permitió que cualquier dispositivo por pequeño que fuera pudiera vincularse a internet sin la necesidad de un cable o de fibra óptica.
Otro factor que permitió la posibilidad de interconectar más dispositivos fue la presencia de procesadores de datos, conocidos tradicionalmente como CPUs, en prácticamente cualquier tipo de aparato, lo que permite crear la “inteligencia del todo” que facilita que los dispositivos, sin importar su tamaño, tengan la capacidad de capturar, procesar y transmitir información.
Todo esto funciona con la combinación de factores adicionales a la conectividad y la capacidad de procesamiento. Ellos son la disponibilidad de la nube de datos, que almacena la información generada por los dispositivos, y el uso de distintos tipos de software para usar los datos de la manera más adecuada.
La Internet de las Cosas promete ser una de las principales herramientas para mejorar el acceso a servicios como las vialidades y sistemas de luminarias públicas y residenciales, la logística, la salud, la seguridad, la agricultura, la investigación e incluso las humanidades, vislumbra Fabián Romo.
Actualmente podemos ver su influencia en la prevención o la mitigación de riesgos de salud para quienes ya padecen algún tipo de enfermedad del tipo temporal, crónica, degenerativa o genética, auxiliando por ejemplo, por medio de dispositivos para medir funciones vitales, aplicaciones que permiten la comunicación entre médicos y pacientes o glucómetros inteligentes que establecen un historial de resultados y pueden compartirse por medio de la nube con el médico de cabecera.
“También ha permitido mejorar la agricultura para determinar cuál es el mejor momento para regar el campo en función de las condiciones de acidez del suelo, humedad incidencia del sol y potenciar el crecimiento de las cosechas”, explica.
ERAS DE INTERNET
Aunque nunca se han medido oficialmente las versiones del internet, algunos analistas establecen etapas clave en el desarrollo de la red
•Años 60. Nacimiento de internet interconectando computadoras
•Años 80. Desarrollo de aplicaciones para la comunicación entre humanos y computadoras, al nivel de almacenar y consultar información.
•Años 90-2000. Web 2.0 o web interactiva. Allí nacen las redes sociales y la interacción a través de dispositivos móviles.
•2010-actual. Comunicación y conexión entre diferentes objetos
¿Un mundo utópico?
En diferentes libros, películas, comics o series hay quienes plantean que llegará el momento en que el internet forme parte activa del funcionamiento no solo de edificios, medios de transporte, sino de plantas, animales y seres humanos, es decir, que la red se encontrará presente en todo.
Pero ¿qué consecuencias traería eso? El especialista de la UNAM comenta que el desafío no es la parte tecnológica, ya que esta se mantiene en mejora continua, sino la imagen que tiene el ser humano de sí mismo.
“Conceptos tales como privacidad, familia, respeto, independencia, autonomía, toma de decisiones o criterio van a verse muy influenciadas por el impacto de esta conectividad permanente, este estar compartiendo información de forma permanente” dice el experto, quien señala que la hiperconectividad actualmente genera diversos debates no solo en el aspecto social sino legal donde se cuestiona sobre la protección de datos personales, la privacidad, el derecho al olvido o la herencia digital.
- Internet de las cosas: cuota del mercado mundial, según área de aplicación, 2017
Ciudades inteligentes (26%)
Internet de las cosas industrial (24%)
Salud conectada (20%)
Hogares inteligentes (14%)
Vehículos conectados (7%)
Tecnologías ponibles (wearables) (3%)
Servicios públicos inteligentes (smart utilities) (4%)
Otros (2%)
Fuente: Statista, Market Pulse Report, Internet of Things (IoT), 2017
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