08-06-2017
Por Miriam H. Alegría. Fotos: Ludwika López, DGDC-UNAM
Tic tac tic tac… el reloj suena y es hora de despertar para ir a la escuela. Estás inquieto. Hoy es el día de exponer frente al grupo en la clase de Biología. Pero hay algo que te roba la tranquilidad, es tu compañera en las situaciones que preferirías evitar... ¡es la pena!
Todos la sentimos, unos más que otros. Generalmente cuando te encuentras en la secundaria o la preparatoria, la pena puede convertirse en una obsesión cuando tu única preocupación es “encajar bien” con los pares o los iguales.
La pena, explica la doctora Anja Eller, investigadora del Laboratorio de Relaciones Intergrupales en la Facultad de Psicología de la UNAM, “es una emoción autoconsciente, como también lo son la vergüenza, la culpa y el orgullo, que requiere autoreflexión y autoevaluación.”
Esta emoción se entrelaza con el miedo en ciertas situaciones bochornosas, igual que la vergüenza que es mucho más intensa, y suele presentarse durante transgresiones morales más que normativas.
• La pena no se trata y tampoco es buena idea hacerlo. Es parte de la interacción social. La que sí requiere atención es la fobia social, debido a sus efectos paralizantes que impiden la sociabilidad.
Es posible experimentar la vergüenza cuando uno está solo, mientras que la experiencia de la pena está estrechamente ligada a un contexto social. Otra diferencia es que esta emoción también puede desencadenar risa y humor, contrario a la vergüenza.
“Los adolescentes se preocupan mucho acerca de su reputación social y las percepciones de los demás. Esa es la razón por la que son el grupo de edad que experimenta más pena”, señala la psicóloga.
Como parte de un estudio realizado por la doctora Eller, se examinó la disposición de aceptar condones gratis de 256 alumnos de dos escuelas preparatorias de la Ciudad de México.
El condón es el único método que protege de casi todos los tipos de enfermedades transmitidas sexualmente, incluyendo un alto grado de protección contra la infección por el VIH. Además, es eficaz para prevenir embarazos no deseados.
Adquirir preservativos es algo que normalmente está asociado con la pena. Los resultados del estudio, mostraron que casi todos los participantes pidieron o aceptaron por lo menos un condón. Aun así, hubo efectos fuertes y significativos relacionados con la membresía grupal de las repartidoras de condones.
Cuando los estudiantes pensaban que las repartidoras provenían de escuelas con mayor estatus, pidieron menos preservativos, mientras que cuando creían que las repartidoras venían de la escuela con menor estatus, pedían más.
Al pasar por un momento de pena, tu comportamiento y tu cuerpo te pondrán en evidencia. Serás presa de síntomas como la huida, evasión, humor, explicaciones, disculpas, restitución, agresividad o conformidad.
• Físicamente, la señal más obvia está en la cara: sonrojarse o que se oscurezca la piel de las mejillas, las orejas o todo el rostro.
Además es común la sonrisa no genuina o nerviosa (también llamada sonrisa no Duchenne) que involucra los músculos alrededor de la boca pero no aquellos alrededor de los ojos.
La persona apenada además mira hacia abajo y a la izquierda, evade la audiencia o cubriendo su cara con las manos. Algunos penosos tratan de dejar la situación lo antes posible mientras que otros parecen quedar “congelados”.
Si te consideras penoso a la hora de interactuar ¡no te preocupes! Por lo general, la situación pasa rápidamente y la gente olvida o se ríe después con sus amigos. Recuerda que algunas de las anécdotas más divertidas tienen que ver con las situaciones más penosas.
Claro que algunas veces una situación bochornosa puede causar una severa ansiedad social. En este caso, la relajación o el cambio de tema pueden ser métodos para lidiar con la pena.
Para leer más:
Anja Eller y Miriam Koschate. ¿Te importa o te vale? ¿Qué audiencia nos causa pena?, University of St Andrews, Escocia.
Antonio Peña Díaz y sus aportes a la ciencia mexicana
La Estadística impacta todos los ámbitos de la vida: Eduardo Gutiérrez Peña
¡Qué pena!