02-12-2015
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
Aunque en los bosques templados se produce 90% de la madera de México y son los segundos de mayor extensión en nuestro país, existen pocos estudios sobre su funcionamiento ecológico para conocer el número de especies que los integran, la distribución de los árboles o la fertilidad del suelo.
Estos bosques abarcan alrededor de 20% del territorio nacional y solo son superados por las zonas desérticas y semidesérticas que ocupan el 60%. En tercer lugar se encuentran las selvas cuya superficie es de 14%.
El doctor Leopoldo Galicia Sarmiento es uno de los pocos investigadores que, desde hace 13 años, ha dedicado su área de investigación en el Instituto de Geografía a la ecología de bosques templados.
Su trabajo consiste en interrelacionar la parte ecológica de los bosques templados con aspectos sociales, por ejemplo, cómo la gente se organiza para sacar la madera, cómo hacen su planificación y en dónde la venden.
Su gusto por estudiar las interrelaciones entre la parte social y la física surgió desde que estudiaba en la preparatoria.
“Tuve dos buenas profesoras que nos enseñaron a conocer las relaciones humanas y el territorio y ver cómo se afectan mutuamente. Eso me atrapó para estudiar Geografía”, dijo.
Ya estando en la licenciatura se decidió por el área de Geografía Física, con el fin de entender las relaciones particulares entre las plantas, el suelo, la atmósfera y la distribución espacial.
Finalmente enfocó sus estudios de doctorado en Ecología, con lo que complementó y desarrolló su área de investigación: la ecología de bosques templados.
En la actualidad solo existen alrededor de 332 mil kilómetros cuadrados de bosques de los 400 mil kilómetros cuadrados que deberían de existir. En general los que se han perdido es porque se han transformado en zonas agrícolas, aunque también han sido ocupados por asentamientos humanos.
Así hemos deforestado selvas y bosques para producir alimento. Al respecto, el doctor Galicia comentó que, aunque es un mal necesario, se puede mejorar la forma como se ha hecho hasta el momento, porque la gente que habita en estas áreas vive de la agricultura y debería vivir más de la producción de madera.
“Los suelos de los bosques son muy fértiles y sus climas son templados, llueve constantemente y son zonas productivas, por eso la gente deforesta para meter los cultivos y transforma la zona porque necesita vivir de su productividad y los que vivimos en la ciudad necesitamos los alimentos, que también ellos consumen”, dijo.
Solo en algunos sitios mexicanos en donde se hace extracción de la madera de forma regular y ordenada se hacen estudios antes de extraerla, pero no es la regla. Por ello es necesario generalizar esta dinámica en todos aquellos lugares en donde se lleva a cabo este procedimiento, con el fin de lograr un mejor uso sustentable de estos recursos.
Aunado a esto se encuentra el hecho de que muchos de los dueños de los bosques están en zonas que tienen una apropiación comunal de la tierra y toman decisiones para hacer el manejo forestal.
De acuerdo con el investigador, alrededor de 12% de estos boques se encuentran en esta circunstancia. Sin embargo, algunos ejemplos exitosos de manejo forestal y ecológico son las regiones de Nuevo San Juan en Parangaricutiro, Michoacán; Ixtlán de Juárez, en Oaxaca, o en la región de Chinaguapan, en Puebla.
En México existen pocos estudios sobre ecología de bosques templados y los servicios ecosistémicos que proveen. Por esto, parte del trabajo de investigación del doctor Galicia Sarmiento se centra en entender las consecuencias de la extracción de los árboles sobre el hábitat y el suelo, si éste pierde fertilidad o si la diversidad se modifica y desaparecen organismos.
Alrededor del 35% de la madera que está en el mercado proviene de la tala ilegal. Lo que también se convierte en un factor fundamental del déficit de producción de madera que existe en nuestro país.
Asimismo, la tala ilegal tiene un alto impacto ambiental, pues no hay una regulación para saber qué tipo de árboles cortar y cuándo hacerlo. Aunado a ello está el problema de la pérdida de ingresos y la inseguridad, entre otros.
Aunque las comunidades estén organizadas y realicen labor de patrullaje en las zonas, invierten las ganancias de la venta de madera en contratar vigilancia, en lugar de hacerlo en aspectos relacionados con la producción y transformación de la madera.
Dos de las especies más comunes de los bosques templados son los pinos y los encinos. Existen en todas las regiones montañosas a lo largo del país y su regionalización es importante porque de acuerdo a la zona cambian los ambientes, los tipos de suelo, los climas y el tipo de producción de madera que se hace, explicó el universitario.
Además de la madera, de los bosques templados también se extraen recursos forestales no maderables que son una fuente de ingresos importante para las familias que viven por la zona. Por ejemplo, en algunos sitios y ciertas épocas del año crecen hongos silvestres cuyo precio por kilo puede alcanzar hasta los 400 pesos.
También pueden cosecharse de esos bosques piñones, nueces, plantas medicinales, resinas para hacer aguarrás o perfumes. Además son importantes para el ecoturismo, actividad que es de las más realizadas en los bosques templados y que en los últimos años se ha convertido en una importante fuente de ingresos para el sector turístico.
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