06-09-2013
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
Los estragos causados por la violencia en México no sólo se observan a nivel de individuo, sino de la sociedad misma. Algunos son reversibles y otros no, y pueden tener un impacto en el presente o a largo plazo, señaló el doctor Alfredo Guerrero Tapia, de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Durante la conferencia Psicología del victimario y de la víctima de la violencia, el académico universitario explicó que la violencia daña la integridad psicológica de la víctima y le impide tomar conciencia de lo sucedido. Cuando el violentado es menor, se frena su proceso de desarrollo psicoemocional, lo paraliza y tiene dificultades para establecer una expresión abierta con otros seres humanos y en consecuencia, se dificulta su construcción de la alteridad.
Agregó que la violencia que se vive actualmente en México y se ha propagado por todo el país, no es la misma que se vivía a principios del siglo pasado, sino que se nutre de una perversidad surgida de los procesos de degradación del Estado y sus instituciones, la cual se han propagado por todos los poros de la sociedad, hasta los fragmentos más pequeños de nuestra vida cotidiana.
Durante la conferencia, que formó parte del Seminario Permanente de Cultura y Representaciones Sociales, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, explicó que existen distintos enfoques psicológicos con los que se ha examinado la violencia, algunos de ellos son las neurociencias, las ciencias del comportamiento y cognitivas, y la psicología clínica y social. Agregó que todas estas perspectivas reconocen que existe una distinción entre agresividad y violencia.
La agresividad es una conducta innata que se despliega automáticamente ante determinados estímulos y que cesa ante la presencia de inhibidores muy específicos. Por su parte, la violencia es agresividad alterada por diversos tipos de factores, en particular socio-culturales, que le quitan el carácter deliberado y la vuelven una conducta intencional.
El doctor Guerrero Tapia comentó que desde la perspectiva de las ciencias cognitivas, quienes actúan con violencia sufren distorsiones en su cognición, la cual se encuentra pobremente integrada. “Los multihomicidas poseen un sistema cognitivo que les permite filtrar la realidad para validar su deseo de dañar; es común que los pensamientos de autoexculpasión y justificación les permitan vulnerar las reglas sociales y eliminar todo resquicio de culpa o ansiedad”, dijo.
La violencia es un tipo de conducta aprendida y que tiene la intención de causar daño físico o psicológico, agregó que al igual que la agresión, es un comportamiento que trata de explicarse a través de la multiplicidad de variantes que determinan y condicionan su ocurrencia, como factores medioambientales y la historia misma del individuo. Por lo que “se busca poder identificar y manipular esos determinantes para controlar esta clase de conducta”, señaló.
El investigador, quien fue coordinador del Diplomado Internacional México-Cuba sobre Diagnóstico Psicolaboral, puntualizó que la violencia genera miedo y terror en el individuo y en la sociedad, además de que les causa estragos físicos y psicológicos. Concluyó que la psicología del victimario y la víctima es una psicología de la perversidad que hemos generado y sostenido, porque nos hemos convertido en una sociedad perversa”.
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