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La magnitud de la violencia en México, aún desconocida

4 de cada 5 delitos no se denuncian. Diseño: Bárbara Castrejón Gómez.

28-11-2012

Por Miriam Maltos, DGDC-UNAM




En México, faltan indicadores para la cuantificación de la violencia, ya que existe una gran cantidad de delitos que no se denuncian, situación que obliga a buscar mecanismos de registro más precisos y útiles en materia de seguridad pública.

Luis de la Barreda, coordinador del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM, informó que en México la medición de la criminalidad se basa en las denuncias registradas en las agencias del ministerio público, las cuales regularmente no indican la magnitud real del fenómeno delictivo, debido a que solamente se declaran uno de cada cinco delitos.

“En ciertos crímenes como la violación o la violencia intrafamiliar, el porcentaje de denuncias es menor debido a factores como traumas severos, temor a represalias del perpetrador, ser estigmatizado o por la poca confianza que se le tiene a la autoridad.”

Estas insuficiencias generan la necesidad de buscar instrumentos que procuren una medición más cercana a la realidad.

De la Barreda destacó que el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI), instauró las encuestas victimológicas, las cuales intentan conocer si, durante un periodo de referencia (usualmente el año anterior), el individuo interrogado sufrió un delito, bajo qué circunstancias ocurrió y si éste fue denunciado.

Este instrumento recopiló datos de víctimas y victimarios como el perfil socioeconómico, el género y la edad, entre otra  información con la que las cifras oficiales no cuentan, revelando que la gran mayoría de las víctimas son trabajadores de bajos ingresos y que la delincuencia en una altísima proporción, tanto en lo que se refiere a víctimas como en lo que se refiere a victimarios, es una cosa de hombres, pues en 9 de cada 10 delitos no participan mujeres.

Además de medir el volumen de crímenes también es necesario calcular qué tan inseguro es un país, y esto se realiza tomando en cuenta la incidencia y la prevalencia delictivas totales y la gravedad de los delitos cometidos, precisó.

“El ICESI realizó un ejercicio que consistió en tratar de medir la criminalidad tomando en cuenta tres factores: la total incidencia delictiva, la tasa de homicidios dolosos (por ser un delito grave) y el porcentaje de crímenes a mano armada. Con estos elementos se formuló un instrumento denominado el termómetro del delito, que mostró las entidades más inseguras, entre las que destacan Chihuahua y Sinaloa, que aunque no tienen una incidencia fuerte sí existe un gran número de delitos graves en ellas”, puntualizó de la Barreda.

Victimas invisibles

A pesar de que las encuestas son utilizadas sobre todo para medir y recolectar datos de víctimas y victimarios, ninguna de ellas toma en cuenta a las víctimas indirectas que se generan de los diversos delitos. Es así como la maestra Leticia Ramírez de Alba, coordinadora del Programa de Seguridad Pública de México Evalúa, indicó que esta instancia propuso una metodología para medir el número de afectados indirectos de primer grado.

“Los afectados indirectos de un delito prácticamente seríamos todos, pero se considera que existe un grupo de personas que tienen las mayores afectaciones, es decir, la familia o amigos de la víctima, quienes se conocen como victimas invisibles, debido a que no son registradas por las autoridades.”

Es así como las víctimas directas o visibles se definen a partir del número de denuncias, mientras que las invisibles se calculan por medio de la siguiente ecuación: el número de denuncias por el tamaño de la familia promedio menos uno. El uno es la victima visible que necesariamente debe restarse de las invisibles.

Los resultados que arrojaron estos indicadores muestran que, en lo que va del periodo de 2006 al 2012, entre los delitos más graves como el homicidio, el robo con violencia, el secuestro y la extorsión, se tienen más de un millón de víctimas visibles y cerca de 4 millones de víctimas invisibles.

La académica reportó la existencia de más de 5 millones de personas afectadas directa e indirectamente y, si tomamos en cuenta que la población  de nuestro país es de cerca de 112 millones, podemos distinguir que el porcentaje de individuos que sufren alguna afectación a causa de algún delito es bastante alto, afirmó la especialista en temas de seguridad pública y transparencia.

La epidemia de violencia

Además de conocer el número de víctimas o de crímenes, es de suma importancia contar con información generada por el crimen organizado para comprender a totalidad el fenómeno delictivo.

Eduardo Guerrero, consultor en políticas públicas, mencionó que el crimen organizado genera un alto índice de violencia vinculado a las mafias y a los carteles de drogas, que es categorizada en dos tipos: la violencia escandalosa mafiosa, causada por la búsqueda de una reputación ante sectores amplios de la población, a través de ejecuciones para hacerse fama y mecanismos como la extorsión; y la violencia más discreta, que es la de los carteles, quienes evitan los escándalos porque éstos afectarían sus rutas de trabajo al atraer presencia policiaca.

“Estos tipos de violencia se comportan como las epidemias biológicas o sanitarias: una vez que explotan, es muy difícil que en el corto plazo regresen a los niveles de pre-epidemia. Por lo cual, se deberían crear alertas epidémicas sobre esta problemática que den a los gobiernos estatales, federales o municipales el poder de intervenir oportunamente para evitar que dicho suceso genere una gran cantidad de crímenes y poder así frenar su expansión.”

Al término de  su participación en la mesa redonda La magnitud de la violencia y la inseguridad ¿Qué y cómo se mide?, junto con Leticia Ramírez de Alba y Luis de la Barreda, en el marco del coloquio Inseguridad y violencia: mediciones, acciones y representaciones, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Eduardo Guerrero puntualizó que la buena información delictiva debe contar con cuatro atributos: ser válida, confiable, tener utilidad analítica y servir en la toma de decisiones.   

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