24-06-2024
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Las meteoritas son rocas extraterrestres que subsisten después de atravesar la atmósfera terrestre y caer en la superficie. Están constantemente cayendo, pueden ser toneladas las que ingresen a nuestro planeta, pero la mayoría se desbaratan al entrar y sólo llegan como hierro meteórico y muchas terminan en lugares donde no se pueden recuperar.
En 1492, justo el año en que Cristóbal Colón descubre América, se observó la caída de una meteorita en la comunidad de Ensisheim, al noreste de Francia en la frontera con Alemania. Antes de este evento no se sabía que venían del espacio exterior, y muchas personas que vieron su caída querían tomar un pedazo de ella. Finalmente, la Iglesia la resguardó porque era un objeto que venía del cielo.
Muchos años después, el francés Antoine Lavoisier señaló que las meteoritas se formaban por el impacto de un rayo. El físico alemán Ernst Chladni, en 1794, fue el primero en presentar la hipótesis de que estas rocas tenían un origen extraterrestre, pero la “ciencia oficial” en ese tiempo no lo aceptó. Jean-Baptiste Biot, en un reporte publicado en 1803, confirmó el origen extraterrestre al estudiar la meteorita de L Aigle caída en Francia.
Hoy se sabe que son fragmentos de algún asteroide o cometa, que durante miles de años han estado en el espacio exterior hasta que llegan a nuestra superficie y con ello nos traen información sobre la composición del Sistema Solar.
Las meteoritas son importantes porque nos permiten estudiar directamente las composiciones químicas y los minerales de cuerpos del Sistema Solar, así como comprender mejor los fenómenos que dieron origen a éste, a la Tierra y los demás planetas.
En la actualidad, hay más 81,000 meteoritas registradas por la Sociedad Meteorítica Internacional, responsable de registrar y certificar la autenticidad de una meteorita. Tienen un boletín en donde pueden consultarse cada una de las que se han registrado en la Tierra.
En 1969, mientras el mundo se preparaba para ver llegar humanos a la Luna, en México cayó una meteorita de gran tamaño en Allende, Chihuahua. Es la roca más antigua de la que se tiene registro en el mundo, incluso se utiliza para fechar la edad del Sol. Al analizar su composición, los geólogos han encontrado material orgánico, microdiamantes y fulerenos.
“Allende contiene estas estructuras blancas alargadas que se ven allí y que son los icas, unas inclusiones de calcio, aluminio; son minerales del tipo de la espinela, mucho muy refractarios y que se forman a grandes temperaturas”, explica la doctora Adela Margarita Reyes Salas, del Instituto de Geología de la UNAM.
Otra meteorita que cayó en territorio mexicano y que ha marcado un parteaguas en el estudio de estas rocas es la Acapulcoita. Alrededor de 1976, el señor Leodegario Cárdenas llegó a la ciudad de México proveniente de Acapulco, en el estado de Guerrero, traía consigo una roca negra por fuera y blanca por dentro.
El doctor Arcadio Poveda, en el Instituto de Astronomía, adquirió la roca y después de someterla a distintos procesos la clasificaron como una meteorita que abría un nuevo grupo de clasificación, las tipo Acapulcoitas, que son de tipo arenoso, muy cristalinas.
La meteorita de Ahumada es del tipo mixta, en México sólo se tiene registro de tres. En el Instituto de Geología se cuenta con dos fragmentos de alrededor de 2 cm. Se ha encontrado que está integrada por material metálico, silicatos.
La meteorita de Bacubirio, que cayó en Bacubirito, Sinaloa, fue en su momento considerada la más grande del mundo, aunque en la actualidad hay otras de mayor tamaño.
Otra de las más famosas que existen es la meteorita Morito, que en la actualidad se ubica en el Museo de Minería de la UNAM, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Durante años fue utilizada por los indígenas de esa época como señalamiento para poder caminar o llegar a otros lugares. Es del tipo metálico y por su forma es casi única en el mundo.
A la meteorita de Casas Grandes (Chihuahua) la encontraron en una tumba envuelta en hojas de maguey. Es metálica, muy larga, mide alrededor de un metro y 50 cm de diámetro. Se exhibe en el Museo Smithsonian de Historia Natural, en Estados Unidos.
En México, las colecciones principales de meteoritas se encuentran en el Instituto de Geología, Instituto de Astronomía, Palacio de Minería (Universidad Nacional Autónoma de México), planetario Luis Enrique Erro (Instituto Politécnico Nacional), Instituto de Investigaciones Científicas de Torreón, Coahuila y Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chihuahua.
Sus objetivos son actualizar el catálogo de la colección, su preservación, resguardo y cuidado, darla a conocer en eventos académicos y elaborar artículos científicos.
Hasta el momento se han realizado tres catálogos de meteoritas que se han ido actualizando. El primero se hizo en 1889, por el ingeniero Antonio del Castillo, quien reportó que había 19 meteoritas férreas y 7 pétreas. Años después aparece un segundo catálogo, hecho por el ingeniero José Haro, en donde se muestran 81 ejemplares, 27 son férreas y 8 pétreas.
Posteriormente, el maestro Gerardo Sánchez Rubio reporta 90 meteoritas mexicanas, muchas de las cuales no están fisícamente en nuestro país. El último boletín de la Sociedad Meteorítica internacional reporta para México un total de 118 registros.
En 2004 se publicó la Ley General de Bienes Nacionales con la que se busca la protección de estas rocas extraterrestres, con el fin de evitar que las lleven fuera del país.
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