05-06-2024
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Una de las tradiciones más propias y arraigadas del estado de Michoacán son las pirekuas, cantos tradicionales del pueblo purépecha e interpretadas en lengua purépecha, cuya letra se enfoca en mostrar la vida de las comunidades, la naturaleza, los sentimientos e incluso aspectos políticos que viven.
A pesar de ser un canto único, las generaciones más jóvenes purépecha han dejado de cantar y componer pirekuas en los dos ritmos tradicionales: el sonecito y el abajeño. Esto ha generado preocupación entre los adultos quienes por generaciones han perpetuado estas melodías.
En entrevista para Ciencia UNAM, la doctora Georgina Flores Mercado, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, nos explica que esta preocupación es palpable en el tipo de comentarios que recoge mientras realiza sus investigaciones, como el siguiente:
“Tú podrías ver aquí en las noches decenas de chavos tocando en la noche pirekuas, cada esquina tenía un grupo de chavos haciendo competencias para componer pirekuas. Ahora no ves nada. No los vemos tocando, los vemos oyendo la radio en su celular, en la bocina, se volvieron consumidores en lugar de productores de música, y eso es lo que preocupa”.
Las pirekuas se cantan en distintos espacios sociales como bodas, bautizos, o en reuniones familiares. Un espacio donde no deben faltar es en la víspera de las fiestas patronales.
Componerlas era una práctica común entre la comunidad purépecha hace varios años, por ejemplo, Tata Luis Zacarías, de la comunidad de Paracho, compuso hasta 3000 de ellas, y en los distintos rincones del estado de Michoacán había pirericha (quienes las componen y las cantan) que también fomentaban esta tradición. Esto poco a poco se ha ido perdiendo e incluso hoy los niños y jóvenes pueden no conocer a quienes las componen.
En varias comunidades de Michoacán ha dejado de usarse la lengua purépecha, en la cual originalmente se interpretaban las pirekuas, esto ha provocado que las nuevas generaciones no sean cercanas a esta tradición original, pues hoy incluso estas melodías llegan a ser cantadas en español.
Otros factores que impiden que los más jóvenes dejen de componer e interpretar pirekuas son la migración, nuevos géneros musicales y la falta de leyes que regulen a los grandes medios de comunicación y promuevan la radiodifusión de estas músicas en sus idiomas.
- Pirekua viene del verbo pireni (cantar) y el sufijo -kua (canto o canción)
Con el fin de mantener una valoración positiva de la música tradicional, la doctora Georgina Flores Mercado trabajó en un proyecto colaborativo en tres comunidades purépecha en el estado de Michoacán: Comachuén, Tsirio y Charapan
De la mano de los coordinadores de cada sitio, Daniel Sebastián Felipe, Cristina Ochoa Ochoa y Alma Pérez Toribio, este trabajo privilegió el diálogo entre compositores, niños, niñas y jóvenes para que los menores reconocieran esta práctica cultural de su comunidad.
Para ello se impartieron talleres de historia de vida a los menores para que crearan preguntas sobre lo que les interesaba conocer de las pirekuas y los compositores.
Después, las y los menores entrevistaron a los compositores, procurando que el diálogo fuera en lengua purépecha, excepto en la comunidad de Charapan en donde ya se dejó de usar desde hace más de una generación.
Además, se pedía que los compositores cantaran pirekuas y que los niños las escucharan para que asociaran la importancia de la composición, los símbolos y sentimientos que se expresan a través de ellas y la importancia que tienen para su comunidad.
Esta experiencia les permitió a los compositores expresar la importancia de continuar con este legado a los niños, así como sentirse reconocidos por las nuevas generaciones, y la comunidad. Al final del proyecto se realizaron murales con la imagen de compositores de cada una de las tres comunidades en donde se trabajó.
Otro de los proyectos que actualmente está impulsando la doctora Flores Mercado y su equipo es involucrar a los maestros en las escuelas para que la música y las pirekuas de las comunidades tengan ese valor positivo y sean vistas como parte del ejercicio de sus derechos culturales.
“Se necesita un soporte más fuerte, ya no podemos únicamente dejarlo en la transmisión oral tradicional que hay en las comunidades, es necesario involucrar al sector educación […] queremos trabajar con secundarias, que es la edad en la que muchos pireri dicen que empezaron a tocar y a componer, a los 12, 13 años, para que se le dé a las pirekuas un reconocimiento dentro de la escuela, como a las matemáticas o a las ciencias naturales, pues esta música es importante y valiosa en el desarrollo de los chicos”.
Sin embargo, la doctora Flores reconoce que muchas veces la planta docente no es hablante del purépecha, son maestros mestizos que tienen su plaza y trabajan en una escuela de la comunidad, por lo que buscarán invitarlos para que ellos mismos conozcan la música, impartirles talleres y que reconozcan que esta música forma parte de la cultura donde ellos están inmersos impartiendo clases.
En noviembre del 2010 la pirekua fue declarada como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” por la UNESCO, y aunque autoridades gubernamentales apoyaron este hecho, músicos, compositores e intérpretes de este canto vieron en este nombramiento una violación a los derechos del pueblo purépecha al no haber sido consultados sobre esta acción ni por el gobierno estatal ni el federal.
Esto llevó a distintos representantes del pueblo purépecha a declarar que la pirekua había ingresado a esta lista sin haberlos consultado, tal como lo establece la Convención de 2003 de la UNESCO, la cual dicta que “los pueblos y comunidades deben participar ampliamente en los procesos tanto para elaborar el expediente que se envía a la UNESCO como para la elaboración del Plan de Salvaguarda del patrimonio cultural”.
Una de las problemáticas que generó la inclusión de la pirekua en esta lista fue su espectacularización en escenarios turísticos con fines que no son los comunitarios, destaca la doctora Flores Mercado.
“La espectacularización reduce una amplia tradición que narra distintos eventos, problemáticas, sentimientos, a dos o tres pirekuas (la Josefinita y Flor de Canela) y con eso la gente se queda y no, esa tradición lírico musical es sumamente basta”.
Después del conflicto entre autoridades y compositores surgen esfuerzos por hacer un censo del número de pirericha que existen en Michoacán y llevar a cabo un plan de salvaguarda de las pirekuas.
En este contexto, la doctora Flores Mercado realizó un trabajo de investigación en donde aplicó un cuestionario entre 2017 y 2018 con el que no sólo pudo identificar cuántos compositores y cantantes existen, sino en dónde se localizan y cuáles son sus necesidades principales.
Algunos de sus resultados se encuentran en el libro Un futuro posible para la pirekua: políticas patrimoniales, música tradicional e identidad p´urhépecha, en donde destaca que hay 178 pirericha en cuatro regiones de Michoacán: Ciénega de Zacapú (7), Cañada de los Once Pueblos (22), Meseta-Sierra (107) y Lacustre (42).
La mayoría de ellos tienen más de 40 y 70 años. Más de 90% son hombres, ya que ancestralmente ha sido una práctica masculina, aunque también hay mujeres que interpretan estas melodías. Un gran número de ellos son campesinos o artesanos, y el tipo de instrumentos que utilizan son guitarras, requinto y tololoche.
De esta manera, la academia, organizaciones no gubernamentales y comunidad trabajan en preservar esta música tradicional, ya que a pesar de haber entrado en la lista de la UNESCO no existe un plan de salvaguarda por parte del gobierno y elaborado participativamente con los músicos y compositores.
“A 10 años de que la pirekua fue declarada Patrimonio Inmaterial, las acciones de salvaguarda en las comunidades de las cuatro regiones son prácticamente nulas, pero mientras los funcionarios de las instituciones discuten qué hacer o qué no hacer, en función de sus intereses personales, institucionales o partidistas, la gente de las comunidades, sus músicos y sus pirericha reúnen esfuerzos para continuar creando y recreando su música y su canto en un contexto social para nada exento de problemas e inequidades sociomusicales”, escribió la doctora Flores Mercado en el libro mencionado.
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