18-05-2024
Por Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC
En las últimas semanas hemos escuchado hablar de tormentas solares, tormentas geomagnéticas, viento solar, campo magnético, eyecciones de masa coronal, auroras boreales y muchos otros términos y fenómenos que pueden causarnos confusión y miedo. Te invitamos a leernos y así conocer más sobre nuestra estrella, el Sol, y los fenómenos naturales que puede causar por su actividad.
“Nuestra estrella, una esfera compuesta por hidrógeno y helio arde a una temperatura de 5.800 grados Kelvin en la superficie y 15.000.000 grados Kelvin en el núcleo.
Tiene un campo magnético que varía periódicamente durante un un ciclo con un período de aproximadamente 22 años, es decir, cada 11 años se invierte la polaridad (polos norte y sur) del mismo. Luego, tarda 11 años en volver a la posición inicial.
Durante el Ciclo Solar varía la actividad del Sol. El campo magnético solar se está generando continuamente en el interior de nuestra estrella y a veces, cuando surge a su superficie, da origen a las manchas solares”, explica el ingeniero Abraham Rubí Vázquez, responsable del Fisilab (foro para demostraciones de física) y del observatorio astronómico de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM.
Por su parte, el doctor Primož Kajdič, Investigador del Departamento de Ciencias Espaciales del Instituto de Geofísica (IGF) de la UNAM, en entrevista para Ciencia UNAM, nos explicó más sobre los ciclos solares.
Un ciclo solar comienza con baja actividad solar, a lo que se le conoce como mínimo solar y es cuando hay menos manchas solares en su superficie (regiones oscuras, que pueden llegar a ser más grandes que la Tierra, con altas concentraciones de los campos magnéticos del Sol).
A los períodos de mayor actividad solar se les conoce como máximo solar, es cuando podemos ver que el Sol tiene la mayor cantidad de manchas solares y cuando ocurren muchas eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés: Coronal Mass Ejection). Después, el Sol regresa a un mínimo solar”.
Detalló que desde el año 2019 comenzó el ciclo solar número 25 y nos encontramos en su fase ascendiente. Se calcula que el máximo de este ciclo llegue en la primera mitad del año 2025.
“Tormenta solar se refiere a lo que está ocurriendo en el Sol, como las manchas, las eyecciones y lo relacionado a las condiciones de la actividad solar.
Tormenta geomagnética se refiere a las perturbaciones en el entorno terrestre. Primeramente, son relacionadas con las variaciones temporales, intensas y rápidas del campo magnético de la Tierra, pero las perturbaciones pueden llegar incluso a la atmósfera terrestre y que se pueden detectar a nivel superficie”.
Entonces, cuando parte de la actividad que pasa en el Sol logra dirigirse y llegar cerca de la Tierra -como las CME y el viento solar- puede ocasionar estas tormentas geomagnéticas.
A pesar de los monitoreos, dado que estas tormentas son fenómenos naturales, no se puede predecir cuándo va a ocurrir una tormenta solar muy severa y que pueda afectar el clima espacial terrestre. Los sistemas de vigilancia permiten que se hagan notificaciones para calcular el tiempo de llegada de los efectos, pero es muy corto.
“Las variaciones en el nivel de radiación que llega a la Tierra son mínimas durante un ciclo solar. Por lo que la intensa actividad no está relacionada con las olas de calor, el calentamiento global o el cambio climático”, asegura el doctor Primož Kajdič, especialista en clima espacial y efectos del viento del Sol en el Sistema Solar.“
Las manchas solares son un fenómeno que ocurre en el Sol y, aunque pueden ser vistas con telescopios y otros sistemas de observación desde la Tierra, no afectan o perjudican la vida en nuestro planeta. Sólo son una muestra de la intensa actividad magnética y un “indicador” de una zona con bajas temperaturas, a diferencia de lo que ocurre a su alrededor. Una mancha solar puede permanecer en el Sol durante unas cuantas semanas.
En cambio, las eyecciones de masa coronal, son nubes enormes de gas compuesto por electrones, protones y algunas partículas como helio, hierro y oxígeno que sí podrían afectarnos.
Aunque eso depende de muchos factores: de la ubicación de la erupción en el Sol y de su dirección de propagación, pues no siempre se dirigen a la Tierra, según explica la NOAA, Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, agencia científica de los Estados Unidos.
Si las eyecciones llegan a la Tierra, dependiendo de su velocidad e intensidad, pueden causar tormentas geomagnéticas. Lo que ocurrió recientemente y, muy probablemente seguirá ocurriendo este y el siguiente año.
Desde el 8 de mayo (2024) , varias eyecciones de masa coronal se dirigieron hacia la Tierra, se fusionaron en el espacio y llegaron a nuestro planeta el 10 y 11 de mayo.
Estos fenómenos han afectado el clima espacial, que se refiere a las condiciones perturbadoras en el entorno de la Tierra que se originan en el Sol.
Las EMC podrían afectar los satélites, las telecomunicaciones, las redes de generación y transporte de energía eléctrica; hasta interrumpir o cambiar las señales de GPS, transporte marítimo o aéreo.
“También es peligroso para astronautas o cosmonautas, quienes se encuentran fuera de la atmósfera, debido al aumento de partículas de altas energías. La intensa actividad solar pone en riesgo las misiones espaciales, los viajes interplanetarios y las bases fuera de la Tierra porque nos afecta de manera similar a la radioactividad.
Esto nos muestra lo vitales que son los escudos con los que contamos (campo magnético y atmósfera); muchos otros astros, como la Luna y Marte no cuentan con ellos. Nos protegen de esos peligros que serían desastrosos para cualquier forma de vida”, reflexiona el doctor Primož
Aclaró que uno de los efectos completamente benignos de estas tormentas son un regalo visual: ¡Las luces polares! Un fenómeno natural bioluminiscente que se observa en cielos nocturnos. También son conocidas como auroras polares porque se desarrollan principalmente cerca de los polos de la Tierra: Aurora austral en el hemisferio sur y Aurora Boreal en el hemisferio norte”.
Es por eso que en los ciclos de mayor actividad solar es cuando más pueden ocurrir las auroras, razón por la que miles de viajeros se mueven a zonas polares para poder apreciar el espectáculo de luces que, a la fecha, no se pueden predecir.
Si la tormenta es potente, pueden aparecer en otras zonas de nuestro planeta por cortos periodos y con otras tonalidades. Tal como sucedió entre el 10 y 11 de mayo pasados, que lograron verse en distintos países donde normalmente no se ven, incluido México.
El doctor Kajdič precisa: “Las luces polares ocurren entre 80 y 250 kilómetros por encima de la superficie. Su color cambia con la altura. Las auroras rojas se forman en lo más alto, por lo que pueden observarse a una distancia de más o menos 1600 kilómetros. Las auroras que se observaron en México en realidad se produjeron en Estados Unidos”
“Se tienen reportes de 18 entidades federativas del país con la presencia de auroras boreales. Más allá de esto, podemos reportar que no hubo afectaciones importantes en los sistemas de telecomunicaciones, radiocomunicaciones y GPS.”, anunció el ingeniero Enrique Guevara Ortiz, director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) en la Conferencia de Prensa “Evolución de la tormenta geomagnética” transmitida desde el Facebook del IGF de la UNAM, el pasado 13 de mayo del presente año.
La Dra. María Sergeeva, Investigadora e integrante del Laboratorio Nacional de Clima Espacial México aclaró "El evento del 10 y 11 de mayo fue clasificado como extremo. Tenemos registros de eventos desde el año 2014, desde que se creó el Sistema Nacional de Clima Espacial. Ahora estamos en el máximo de actividad solar, no sabemos cuándo, pero sí van a pasar más tormentas geomagnéticas en estos años.
Dependiendo del nivel del evento pueden o no degradar principalmente a los sistemas satelitales, cualquier sistema dependiente de posicionamiento global. En 2003, cuando se presentó una tormenta geomagnética más fuerte, hubo satélites de pérdida total. También se cancelaron o cambiaron vuelos transcontinentales”.
Por su parte, el doctor Juan Américo González Esparza, jefe del Servicio del Clima Espacial México e investigador del IGF, aclaró que las tormentas solares no tienen relación con los golpes de calor, los sismos, el Cambio Climático, ni aumentan los niveles de radiación solar que recibimos, por lo tanto, no hay riesgos para la vida en la Tierra.
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