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Tiburones ¿Cazadores o víctimas?

Los medios de comunicación venden la ficción de que los tiburones matan a muchas personas cada año, lo cual dista mucho de la realidad.

22-04-2024

Por Niliam C. Alvarez Martín*/Norman Mercado Silva**/Felipe Amezcua Martínez***


Históricamente se ha mostrado a los tiburones como seres despiadados y máquinas come personas. Ello se debe a que muchas especies son depredadoras y se sitúan en lo más alto de la pirámide alimenticia, por lo que se les denomina depredadores tope.

Películas famosas como Megalodón (protagonizada por Otodus megalodon, ya extinto) o Tiburón (protagonizada por el tiburón blanco Carcharodon carcharias), nos hacen creer que estos organismos son seres que es mejor no encontrar en nuestras incursiones al mar, ya que de hacerlo encontraremos una muerte segura.

Los medios venden la ficción de que estos seres  matan a muchas personas cada año, lo cual dista mucho de la realidad. Hay una gran variedad de tiburones de muy diversos tamaños. Podemos encontrar unos tan pequeños como el tiburón linterna (Etmopterus perryi) con apenas 17 cm de longitud, o tan grandes como el tiburón ballena (Rhincodon typus) que puede alcanzar 12 metros de largo.

Sus características

Los tiburones son peces de la clase Chondrichthyes, lo que significa que son organismos con esqueleto de cartílago (chondros), y de la subclase elasmobranquios, que incluye a los tiburones y rayas. En México existen 111 especies de diversos tamaños y coloraciones, con una gran variedad de hábitats, desde zonas costeras y estuarinas, hasta las zonas pelágicas, logrando hacer inmersiones a grandes profundidades, como en el caso del tiburón azul (Prionace glauca).

La apariencia externa de los tiburones mexicanos es también muy diversa y peculiar como el tiburón ángel (Squatina squatina) (Fig. 3H) muy similares a las mantarrayas, o el tiburón sierra (Pristis pectinata) con una prolongación del hocico en forma de espada aplanada con escamas modificadas en forma de dientes.

Si bien la mayoría son depredadores tope, su alimentación puede ser muy variada. Hay especies oportunistas, cuya alimentación se basa en un determinado tipo o especie, pero son capaces de depredar a otros organismos fuera de su dieta habitual; especialistas, con alimentación basada en pocos tipos de presas;, o generalistas, que se adaptan a la disponibilidad de alimento del medio.



Entre sus presas se encuentran peces, mamíferos marinos, tortugas, gaviotas, plancton, de otros tiburones e incluso de algas, fito y zooplancton, como el caso del tiburón ballena, que lo ubican en la parte baja de la cadena alimenticia.  Los humanos no formamos parte de su menú, y los encuentros que se han suscitado han sido eventos desafortunados.

Según un artículo del Journal of Orthopaedic Trauma, hay aproximadamente de 80 a 100 ataques de tiburones a humanos al año, que, aunque puede parecer un número alto, las probabilidades de ser atacado por un tiburón son extremadamente bajas, sin embargo, ocurren.

En la mayoría de los casos, los tiburones sueltan al humano cuando se dan cuenta que no son su presa, pero en algunos casos, los ataques pueden ser fatales. De las más de 370 especies de tiburones conocidas, solo 30 especies se consideran peligrosas a los humanos. Las especies que comúnmente atacan a las personas son el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), y el tiburón toro (Carcharhinus leucas).

Sin embargo, las probabilidades de que un humano sea atacado por un tiburón son de 1 entre 11.5 millones, y las de morir en estos ataques son de 1 entre 264.5 millones, de acuerdo al Archivo de Ataques de Tiburones Global (https://sharkattackfile.net/index.htm).

Para comparar, en 2022 se registraron 11 muertes a nivel mundial debido a ataques de tiburones, mientras que la caída de un coco en la cabeza provocó la muerte de alrededor de 150 personas en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud estima que una media de 725,000 personas muere cada año a causa de la picadura de un mosquito.

Probablemente se piense que la baja cifra de muertes provocadas por los tiburones se debe a que es muy raro encontrarse con estos depredadores marinos en nuestro día a día. Sin embargo, también es muy poco común encontrarnos con un elefante o un hipopótamo, y estos causan la muerte de alrededor de 500 personas cada año. El animal que más humanos mata es el propio ser humano, anualmente alrededor de 475,000 humanos mueren a manos de otros humanos.

Y es que los tiburones no van por el océano buscando humanos a quien comerse, de hecho, la mayor parte de las muertes humanas provocadas por tiburones son accidentales. Generalmente cuando suceden estos encuentros, ellos  están a la caza de presas de tamaño similar a la de los humanos, como las focas o los delfines.

También suele pasar  que los tiburones confundan las manos y pies de los bañistas con peces, quienes sí forman parte de su dieta. Generalmente, luego del primer mordisco el animal marino se percata de que no somos su comida habitual y se retira. Otra posibilidad es que este siga confundido o tenga mucha hambre y el ataque termine en la muerte de la víctima, pero no es lo común.

También son atacados

Lo menos conocido es que los tiburones sufren de muertes tortuosas a manos de un depredador con conciencia, el ser humano. Los humanos somos la mayor amenaza para los elasmobranquios, acabamos con la vida de más de 100 millones de tiburones al año.

La pesca comercial, la pesca incidental (los tiburones son capturados accidentalmente en las redes de pesca destinadas a otras especies), la pesca deportiva, la contaminación, la destrucción del hábitat, entre otras actividades humanas, son las principales causas del descenso poblacional de estas especies.



Entre las actividades más preocupantes se encuentran el comercio de aletas de tiburón y el comercio de productos derivados. Las aletas de tiburón son el ingrediente principal en la sopa de aleta de tiburón, una delicadeza en algunas culturas asiáticas.

La pesca de aletas de tiburón está prohibida en muchos lugares, sin embargo, sigue ocurriendo en algunas regiones del mundo. Esta práctica, conocida como "finning", implica cortar las aletas del escualo y descartar el resto del cuerpo en el océano, donde los ejemplares encuentran una muerte lenta y agonizante.

Además de las aletas, otras partes del cuerpo de los tiburones también pueden ser utilizadas para diversos productos. Por ejemplo, el aceite de hígado de tiburón se ha empleado históricamente en la fabricación de cosméticos y productos farmacéuticos. Esta utilidad también pone a los tiburones en la mira de la pesca con fines comerciales.

De acuerdo con la Lista Roja de la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza,  en México desafortunadamente existen varias especies críticamente amenazadas como los tiburones martillo (Sphyrna lewini y S. mokarran) y mako (Isurus oxyrinchus), cuyas poblaciones están disminuyendo debido a su captura en las pesquerías dirigidas a tiburones, pero también especies como el tiburón ballena (Rhincodon typus) o el pez sierra (Pristis pectinata), se encuentran en este estatus a pesar de no ser consideradas especies de interés comercial. Muchas otras se enlistan como vulnerables con sus poblaciones disminuyendo como el tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis), el tiburón toro (C. leucas), o el bironche (Rhizoprionodon longurio).

En general todas las especies de tiburones son vulnerables a los impactos de las actividades humanas debido a su crecimiento lento, madurez tardía, baja fecundidad, y largo periodo de gestación. Por ejemplo, en el año 2017 se estimó que durante las tres generaciones anteriores en los océanos Pacífico y Atlántico, la población del tiburón sedoso disminuyó en un 47-54 %.




La mortalidad de la especie se debió fundamentalmente a la pesca incidental, es decir, cuando se captura al tiburón pese a no ser el objetivo de los pescadores. Se estima que, en dichos casos, la mortalidad tras la liberación tiende a ser alrededor del 80 %. Además, el tiburón sedoso también es objeto de pesca selectiva en el Océano Índico y frente a las costas de América Central.

A pesar de existir algunas prohibiciones regionales, la mortalidad del tiburón sedoso se caracteriza por el subregistro y por una ausencia de regulación. Por otra parte, la gran mayoría de los ejemplares capturados de esta especie son juveniles; se ha documentado que la alta mortalidad de los elasmobranquios en esta etapa tiene un efecto más marcado sobre el crecimiento negativo de la población.

En la actualidad, el 40% de las especies de tiburones se encuentran en peligro crítico y amenazadas debido a los efectos antropogénicos ya mencionados. ¿Y ahora qué opinas? ¿Sigues pensando que los tiburones son seres mortíferos o víctimas del humano?

 

Referencias:

Ferretti, F.; Myers, R.A.; Serena, F.; Lotze, H.K. Loss of large predatory sharks from the Mediterranean Sea. Conserv. Biol. 2008, 22, 952–964.

Carbonell, A.; Alemany, F.; Merella, P.; Quetglas, A.; Román, E. The by-catch of sharks in the western Mediterranean (Balearic Islands) trawl fishery. Fish. Res. 2003, 61, 7–18.

Ordines, F.; Massutí, E.; Moranta, J.; Quetglas, A.; Guijarro, B.; Fliti, K. Islas Baleares vs Argelia: Dos poblaciones cercanas de elasmobranquios en el mediterráneo occidental con distintas condiciones oceanográficas e historias pesqueras. Sci. Mar. 2011, 75, 707–717

Baum, J.K.; Myers, R.A.; Kehler, D.G.; Worm, B.; Harley, S.J.; Doherty, P.A. Collapse and conservation of shark populations in the Northwest Atlantic. Science 2003, 299, 389–392.

Dulvy, N.K.; Baum, J.K.; Clarke, S.; Compagno, L.J.V.; Cortés, E.; Domingo, A.; Fordham, S.; Fowler, S.; Francis, M.P.; Gibson, C.; et al. You can swim but you can’t hide: The global status and conservation of oceanic pelagic sharks and rays. Aquat. Conserv. Mar. Freshw. Ecosyst. 2008, 18, 459–482.

Barausse, A.; Correale, V.; Curkovic, A.; Finotto, L.; Riginella, E.; Visentin, E.; Mazzoldi, C. The role of fisheries and the environment in driving the decline of elasmobranchs in the northern Adriatic Sea. ICES J. Mar. Sci. 2014, 71, 1593–1603.

Myers R.A., Baum J.K., Shepherd T.D., Powers S.P. and Peterson C.H. (2007) Cascading effects of the loss of apex predatory sharks from a coastal ocean. Science 315, 1846–1850.

https://www.nationalgeographic.com.es/mundo-animal/es-mas-probable-morir-accidente-patinete-que-por-ataque-tiburon_20127

Colman JG. 1997. A review of the biology and ecology of the whale shark. 51(6): 1219‐1234.


Los autores: 

*Posgrado. Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

**Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación, Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

***Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México.

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