19-07-2023
Por Elisa Domínguez Álvarez-Icaza, Ciencia UNAM-DGDC
“La migración es el gran tema que caracteriza la historia del siglo XXI”, anuncia la doctora Margarita Aurora Vargas Canales, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM.
Es un problema que crece y nos es cercano. 11 millones de mexicanos han salido a otras partes del mundo en busca de una mejor vida. Esa cifra coloca a México como el segundo país con el mayor número de emigrantes, según el último Informe sobre las migraciones en el mundo.
A su vez, por su localización geográfica, nuestro país es un punto de llegada, especialmente para quienes provienen de otros países del continente y quieren establecerse en Estados Unidos y Canadá.
Un fenómeno ha llamado la atención de la doctora Vargas, especialista en estudios latinoamericanos y sus colaboradores: el incremento de haitianos en Tijuana, la ciudad fronteriza ubicada en Baja California, en el norte del país.
“Estoy convencida de que la historia, no solamente de Haití, sino de los países expulsores de migrantes, explica mucho por qué sus ciudadanos quieren salir”. En particular, este país, ubicado en la isla La Española, está muy relacionado con los éxodos masivos.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la gran mayoría de las personas que emigraban lo hacían por razones políticas. En muchos países se vivía una dictadura. En Haití, estuvo el régimen de François Duvalier, de 1957 a 1971, y el de su hijo Jean-Claude, de 1971 a 1986. Fue un grupo muy específico de intelectuales, políticos, periodistas, quienes fueron aceptados como refugiados políticos.
Conforme se deterioraron las condiciones políticas y económicas, un sector más amplio de la población fue obligado a desplazarse en búsqueda de mejores oportunidades de desarrollo. No podemos olvidar eventos más recientes, como los terremotos del 2010 que marcaron un colapso económico y obligaron a miles de haitianos a buscar un sitio seguro.
La adversidad en su lugar de origen es lo que motiva a la mayoría de las personas a optar por la migración.
Margarita, quien también es traductora de francés, explica que el 2019 es caracterizado como el comienzo de la crisis más reciente: la población se encontraba inconforme ante el aumento de los precios en los productos básicos, la inseguridad y las acusaciones de corrupción al presidente por haber utilizado fondos de PetroCaribe para fines personales. Mientras tanto se exacerbaron las pandillas o gangs, siendo la violencia una de las razones para huir.
- Casi ninguna ley migratoria, hasta el día de hoy, considera cualquier tipo de violencia y las catástrofes naturales incrementadas por el cambio climático como argumento para solicitar el asilo.
Haití es un país sumamente resiliente, comenta Vargas; sin embargo, ha sido empobrecido y explotado por siglos. La falta de oportunidades económicas consecuentes obligan a muchos a irse.
Las trayectorias migratorias están determinadas por la política migratoria de los Estados Unidos debido a que para la mayoría, la meta es llegar allá. En el año 2010, ese país abre una ventana para recibir, bajo ciertos requisitos, a haitianos por la situación humanitaria del terremoto. Empieza un éxodo que en ese entonces todavía no atraviesa por nuestro país.
La política estadounidense, sobre todo la del presidente Donald Trump, se caracterizó por la contención migratoria. Buscó frenar los flujos migratorios y limitar la llegada de nuevos residentes bajo condiciones muy específicas. Eso hace que la migración haitiana irregular aumente de forma desproporcionada.
Así, en 2016, México se convierte en un país de tránsito, pero también de residencia para muchos haitianos que son rechazados de Estados Unidos. También llegaron muchos provenientes de algunos países sudamericanos que años atrás habían representado una buena opción. Fue el caso de Brasil, que necesitaba mano de obra para construir la infraestructura del Copa Mundial de Fútbol de 2014. Cuando la situación económica y política se complicó, las condiciones para quedarse ahí se redujeron.
Tijuana, como ciudad fronteriza que nos conecta con Estados Unidos, se vuelve un punto fundamental. Completar estas largas trayectorias intercontinentales es muy difícil. En algunos casos, es una migración planeada en la que contaron con el soporte económico de sus familiares o de lo que ahorraron de su trabajo en el cono sur.
En otros casos, más frecuentes para los haitianos en los años siguientes, la urgencia no permite anticipar nada. “Salen huyendo de sus lugares de origen porque son extorsionados, tienen amenazas de muerte o sus tierras ya no producen más y no tienen de qué vivir”, enlista la investigadora.
Después de la pandemia, en cuanto se volvieron a abrir las fronteras, volvieron los flujos migratorios más altos de lo esperado. Pero ahora, hay otras trayectorias migratorias que no necesariamente pasan por atravesar toda América; hay quienes toman un vuelo de República Dominicana a México o hay quienes consideran que Canadá es una mejor opción entre nuestros vecinos del norte.
La presencia de haitianos en condición de migrantes también ya es notoria en la Ciudad de México.
Este tipo de migración, fuera del marco legal de los países destino, se caracteriza por la gran vulnerabilidad de las poblaciones desplazadas. “Muere mucha gente; otros desaparecen y sus familiares en sus países de residencia ni siquiera pueden saberlo”. Los gobiernos no tienen cifras exactas de los desaparecidos porque están en una situación irregular”, explica la académica.
Margarita, que es especialista en el Caribe francófono, explica que para entender la ola de migración haitiana a México, ella y su equipo hicieron un recuento histórico y elaboraron un análisis basado en testimonios de los propios migrantes en los albergues de Tijuana. Fue un trabajo de campo con una perspectiva antropológica-histórica.
“No sabíamos a quién íbamos a encontrar porque es una población flotante”. En su mayoría fueron hombres jóvenes quienes estuvieron ahí y quisieron hablar. En el momento que el equipo llegó a Tijuana, en 2019, la gran mayoría de los haitianos que estaba en los albergues había logrado pasar al otro lado; algunos de manera regular, la mayoría de forma irregular.
Casi ninguno contempla a México como un país de residencia definitiva, pero sí para permanecer un periodo largo. Necesitan ganar un salario lo suficientemente bueno para vivir bien y además enviar dinero a sus familias. Si esa condición no se cumple, van a tratar de emigrar.
El proyecto era sacar dos libros con trabajo de campo en dos fronteras, la sur, Tapachula y la norte, Tijuana, pero la pandemia los interrumpió. Ahora es mucho más complejo, ya que los haitianos también están en las ciudades intermedias, como en la Ciudad de México y están migrando por Tamaulipas u otros puntos fronterizos.
Investigaciones de esta profundidad son necesarias para comprender fenómenos sociales tan complejos como la migración haitiana. “Desafortunadamente hay una distancia muy grande entre lo que el gobierno mexicano decide en materia de política migratoria y lo que propone la mayoría de los académicos y las organizaciones no gubernamentales”, comenta la especialista.
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