28-06-2023
Por Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC
Las personas de la Comunidad LGBTQI+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Queer, Intersexuales) y prácticamente todas las que no son heteronormadas suelen ser perseguidas, criminalizadas, discriminadas, segregadas, violentadas y/o abusadas por ser consideradas diferentes.
La orientación sexual, identidad y expresión de género, así como la diversidad corporal diferente a la norma es perseguida en casi 70 países donde se considera ilegal; en 11 países se castiga con pena de muerte, según Amnistía Internacional, organización global no gubernamental que busca la protección de los Derechos Humanos.
En nuestro país, del total de la población de 15 años y más de edad, se estima que unas 5 millones de personas se autoidentifican LGBTQI+; es decir, 1 de cada 20 personas. 35% de esa población, se autoidentifica como persona transgénero (abreviado como trans), según datos del INEGI.
De acuerdo con cifras del Observatorio de Personas Trans Asesinadas, desde el año 2008 hasta septiembre del 2022, han perdido la vida 4,369 personas en todo el mundo. México ocupa el segundo lugar con más asesinatos (649), sólo por debajo de Brasil.
Persona trans define, aunque de forma no excluyente, a quienes tienen una identidad, expresión o conducta de género diferente del sexo asignado (con base en los genitales de la persona) al nacer.
Engloba a quienes se autoidentifican como transgénero, transexuales, travestis, género queer, agénero, variantes de género, no conformes con el género, o con cualquier otra identidad de género que no cumpla con las expectativas sociales y culturales con respecto al mismo.
Según la Asociación Americana de Psicología, la identidad de género hace referencia a la experiencia personal de ser hombre, mujer o de ser diferente que tiene una persona; la expresión de género se refiere al modo en que una persona comunica su identidad de género a otras a través de conductas, su manera de vestir, peinado, voz o características corporales.
La identidad trans no se ajusta a las definiciones binarias normalizadas de lo feminizado o masculinizado socialmente, como es el caso de las personas cisgénero quienes sí tienen una identidad de género que coincide con su sexo asignado por genitalidad.
Algunas personas trans optan por una transición en el modo de vestir (auto identificados como travestis).
Más allá de la imagen, cuando su corporalidad y genitalidad no les hace sentir confort o comodidad respecto a su identidad, pueden optar por procedimientos quirúrgicos para quitar o implantarse senos, por ejemplo; también hay quienes recurren a terapias hormonales para que deje de crecerles vello facial o para que pueda crecerles y así puedan tener una transición médica (auto identificados como transexuales).
La transición también puede implicar un cambio social como preferir ser identificados con un pronombre diferente a la norma; cambiarse el nombre; y ser reconocidos ya no como su sexo asignado al nacer, sino autoidentificarse como “hombre trans” o “mujer trans”, según sea el caso. Dicha transición puede ser por vías legales o no.
La identidad trans no tiene que ver con la orientación sexual, por lo que alguien puede ser heterosexual, homosexual, bisexual, fluido, asexual, o puede negarse a etiquetar su orientación.
En México no sólo se asesina, también se discrimina, invisibiliza y se violan los derechos humanos de las personas trans, lo que se ha etiquetado como transfobia.
La Real Academia de la Lengua Española (RAE), define “fobia” como parte de los trastornos de ansiedad: “Temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión”.
“La fobia es una patología que afecta a quien la padece, entonces cuando hablamos de la exclusión a las personas trans, estamos hablando de transodio porque se ejercen prácticas discursivas o materiales de odio hacia otras personas; por eso, también debemos dejar de hablar de lesbofobia, es lesbodio.
En realidad las personas afectadas somos a quienes se dirigen esas prácticas y no afecta a quienes las ejecutan. Las personas que son trans excluyentes no tienen miedo, tienen odio hacia las personas trans, aclara la doctora Lu Ciccia, Investigadora en el Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) define discursos de odio como: “las expresiones a favor de la incitación a hacer daño (particularmente a la discriminación, hostilidad o violencia) con base en la identificación de la víctima como perteneciente a determinado grupo social o demográfico. Puede incluir, entre otros, discursos que incitan, amenazan o motivan a cometer actos de violencia”.
Lu Ciccia, doctora en Estudios de Género por la Universidad de Buenos Aires (UBA), considera que este odio viene de un proceso histórico de distintas violencias hacia la Comunidad LGBTQI+.
“Tiene que ver con algo más complejo, estructural, que habla de un fundamento esencialista para entendernos en el mundo. Con el hecho de vivirnos diferente al género asignado representamos un cuestionamiento a esa lectura esencialista de los cuerpos, fundada en que una genitalidad determina la identidad de género de una persona.
Un fundamento, importante precisar, que hoy funciona como una certeza de quiénes somos. Hubo un desplazamiento: del monoteísmo durante la Edad Media a la explicación biológica-evolutiva de las Ciencias Positivistas”.
De esta manera, se refuerza que la forma de existir y estar en el mundo tiene una justificación biológica, basada en una lógica reproductiva donde sólo hay dos formas de estar, dependiendo de si un cuerpo produce ovocitos o espermas.
Las definiciones en las que el sexo es “material” (características biológicas y fisiológicas del “hombre” y la “mujer”) y el género es social (atributos, oportunidades y relaciones de lo “masculino” y “femenino”) conduce a una lectura dicotómica en la que en el par sexo/género el sexo está del lado de lo natural y el género de lo social
Los distintos movimientos de liberación de las mujeres (feminismos), se suelen basar en una lucha contra el sexismo, contra las desventajas y las discriminaciones por el hecho de ser mujer y no hombre. El feminismo radical ve la raíz de la desigualdad en las relaciones de opresión entre los sexos, específicamente del hombre sobre la mujer (patriarcado).
Estas definiciones han llevado a discusiones basadas en la teoría biologicista de los cuerpos, en las que las mujeres cis del feminismo radical defienden desde las categorizaciones sólo a las mujeres que tienen vulva y a las que fueron socializadas como mujeres, porque, aseguran, precisamente por sus órganos sexuales y sus características físicas han sido objeto de opresión, desigualdad y desventaja ante los hombres.
El feminismo TERF es un acrónimo en inglés para Trans-Exclusionary Radical Feminist que en español significa "Feminista Radical Trans-Excluyente”, esta corriente del feminismo ve a las mujeres trans como un performance que suele imitar y exaltar estereotipos de lo que la sociedad considera “femenino”, contribuyendo al ideario sexista de lo que se espera de una mujer; una de las principales luchas de los distintos feminismos.
Las TERF también temen que cualquier persona pueda declararse mujer y eso reste espacios y derechos ganados basados en el sexo, como las cuotas de género, legislaciones, etc.
“Lo que vemos es que hay una mayor visibilización de las mujeres trans, principalmente a través de las redes sociales; pero eso no implica que tengan un mejor acceso a derechos o que estén atentando contra los derechos de nadie, mucho menos con los derechos de las mujeres cis”, advierte la doctora Ciccia.
El anclaje biológico y el radicalismo en la lucha de sexos deja de lado a personas que también se han visto afectadas por el sistema patriarcal que no sólo aqueja a las mujeres cis, sino también a todas aquellas que no encajan en la norma, precisamente a todas aquellas que no entran en el pacto patriarcal y en ningún saco del mundo binario heteronormado (femenino-masculino, hombre-mujer).
La doctora también asegura: “Las personas trans son una población super vulnerada que no tiene acceso a derechos, ni siquiera a su identidad en la mayoría de los casos. Es absurdo pensar que estas personas son una amenaza, cuando cínicamente nosotres -en nuestra lectura esencialista- estamos violentando, desestabilizando la existencia y la calidad de vida de esa población.
Hoy tenemos una visibilización de otras posibilidades de existencia, de otras corporalidades que cuestionan esa supuesta justificación biológica histórica de la modernidad-colonialidad desarrollada para respaldar los privilegios de los varones cis; por tanto, quienes son transexcluyentes recrudecen las posturas esencialistas que restan derechos a otres y también a elles mismes en sus propios motivos de odio y exclusión”.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos promete a todas las personas derechos económicos, sociales, políticos, culturales y cívicos que sustenten una vida sin miseria y sin temor. Aplican, sin condiciones, en todo momento y lugar a todas las personas de todos los colores, de todas las etnias, de los discapacitados o no, ciudadanos o migrantes, sin importar su sexo, clase, casta, creencia religiosa, edad u orientación sexual.
Reproducir la invisibilización de esa diversidad, los discursos de odio y las violencias hacia la Comunidad LGBTQI+ vulnera los derechos humanos de los que, de por sí, todavía no tienen completo acceso.
“En México, podríamos pensar como un logro la Ley de identidad de género (2021), que no es para todo el país, hay estados que la tienen y estados que no y también tenemos una deuda con las infancias.
Entonces, sí es necesaria porque hay un estatus de legalidad de las personas y así contribuye a respetar su derecho a existir y cambiar un imaginario social; pero no es suficiente porque los derechos y deseos de una persona trans no se reducen a su identidad”, recuerda la investigadora del CIEG.
Destaca que hay interseccionalidades (dos o más factores sociales que definen a alguien) que se conjuntan con la vulnerabilidad de ser una persona trans, como lo son la orientación sexual, la raza, nacionalidad, etnia, edad, escolaridad, situación económica, zona geográfica donde radica, etc.
La plenitud de los derechos como el de la salud, la educación, al empleo digno, a la libertad de tránsito y de expresión, sería parte de la añorada lucha: “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
“Cuando escuchamos a las feministas transexcluyentes y transodiantes hablando de las mujeres trans como esas personas que vienen a atacar y a vivir en el privilegio, lo hacen desde una lógica neoliberal, donde pareciera que si se reconocen los derechos de las mujeres trans, implica quitárselos a las mujeres cis.
Deja ver que no conocen a ninguna persona trans, no saben cómo viven, no tienen un afecto hacia alguna persona trans. Olvidan que son personas que sienten, creen y aman. Sólo están exigiendo tener los mismos derechos que cualquier persona cis heterosexual”, finaliza la doctora Lu Ciccia.
Racismo, causa de sufrimiento de millones de personas
Por qué ciertas personas o colectivos son susceptibles al daño: Naxhelli Ruiz Rivera
Avances en la identificación de personas mediante las huellas dactilares