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Los retos del Concurso Iberoamericano de Satélites Enlatados 2023

Más de 30 equipos concursaron en el diseño, construcción y puesta en marcha de su satélite enlatado, conocido como CanSat.

15-06-2023

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC


A lo largo de cinco meses de ingenio y dedicación, los jóvenes buscaron los mejores componentes, tuvieron que innovar en la parte electrónica y mecánica, así como en los sensores y el sistema de autogiro, además, establecieron una estación terrena para transmitir datos. Todo eso para que durante un minuto y medio todos viéramos elevarse y caer al pequeño satélite logrado.

Esta labor fue parte del Concurso Iberoamericano de Satélites Enlatados 2023 apoyado por el Programa Espacial Universitario (PEU), el pasado 27 de mayo. La final consistió en liberar desde un dron a la altura de 400 metros a cada satélite  que llegó hasta esta etapa.

Previo a esta liberación, los estudiantes transitaron por varias otras etapas en las que tuvieron que aprender a trabajar en equipo y sometieron su proyecto a revisiones del diseño, los cálculos y las pruebas de certificación de vuelo por parte de los integrantes del PEU. ¿El objetivo? Que cada equipo construyera un CanSat o satélite enlatado para simular una misión espacial.

Cada etapa fue completada por ellos mismos, acompañados por un asesor que podía ser algún profesor. Así, diseñaron su satélite enlatado, integraron los componentes para probarlo, prepararon el lanzamiento y analizaron los datos recibidos. Es decir, tuvieron que vivir lo que era ser parte de la construcción de un sistema espacial.

Llegar a la final de este concurso trajo nuevas emociones y experiencias a los participantes, pues una vez concluidas las etapas, aún faltaba liberar el satélite, lograr que transmitiera datos y no sufriera grandes impactos en su exterior ni en los componentes que llevaba en su interior.

Cada satélite fue pesado y medido, con el fin de verificar que no tuviera un peso mayor a 500 gramos y que fuera un cilindro de 9 a 10 cm de diámetro, con una altura de 20 a 22 cm.


 

A cada equipo se le entregó un huevo que sería su carga útil, la cual de preferencia no debería romperse al momento de que el satélite tocara el suelo al aterrizar. Si no cumplía con estas especificaciones, debía corregirse en el momento, por lo cual no fue raro ver entre las distintas mesas a los estudiantes acomodar alguna pieza, soldar otra, envolver alguna más.

Cada grupo vivió y tuvo su momento personal de adrenalina. Pero el instante que provocaba que todos los asistentes guardaran silencio era cuando el dron empezaba a subir.

Armado con dos CanSat, una vez que llegaba a 400 metros de altura lo soltaban. Durante esa caída y posterior impacto del satélite en el suelo el nervio de los concursantes aumentaba. Incluso cuando alguno de los CanSat se destruía por completo, se lograba oír a quienes se lamentaban por la destrucción.

Recoger cada una de las partes del satélite era necesario para llevarlo ante los jueces para explicar qué había fallado, por qué no funcionó algún sistema, si la carga útil (el huevo) se había roto y qué tan destruida había quedado la estructura exterior. Ahí también explicaban cuáles habían sido sus innovaciones y, notablemente nerviosos, trataban de detallar cuál había sido su trabajo.

Cabe destacar que sólo un huevo de los casi 30 CanSat que subieron logró sobrevivir. La hazaña fue del equipo MayabSat de la Universidad Anáhuac Mérida, el ganador del primer lugar.  

El segundo lugar lo obtuvo el equipo Arlab UTP Panamá, de la Universidad Tecnológica de Panamá. El tercero fue para el equipo Scorpion de la Universidad Politécnica de Tulancingo. 

  • Un satélite enlatado debe ser diseñado para que los componentes que lo integren quepan en una estructura con dimensiones parecidas a las de una lata de refresco. Un CanSat nunca ha sido puesto en órbita. Su construcción es meramente formativa, ya que se busca simular todos los elementos de un satélite real.


 

Una misión estudiantil

El Concurso Iberoamericano de Satélites Enlatados 2023 fue una iniciativa apoyada por el PEU de la UNAM. En este año se tuvo la participación de estudiantes mexicanos, así como de países como Perú, Colombia, República Dominicana y Panamá.

El objetivo de este concurso es que los participantes, estudiantes de nivel licenciatura, puedan tener la experiencia de desarrollar tecnología espacial.

El doctor José Francisco Valdés Galicia, coordinador del PEU, explicó que la idea es que “vengan innovaciones con los satélites, que los muchachos usen su creatividad para diseñar cosas nuevas; esto es especial para estos estudiantes, para que empiecen a interesarse  en cuestiones espaciales… Han estado trabajando cinco meses en algo que consideramos que es muy creativo y muy enriquecedor para los estudiantes, y a nosotros nos dice que hay mucho talento no sólo en nuestro país, sino en Iberoamérica”.

El jurado de este concurso estuvo integrado por el doctor Salvador Landeros, director general de la Agencia Espacial Mexicana; la doctora Rosa María Ramírez, directora del Instituto de Ingeniería de la UNAM; el maestro Carlos Duarte, director de Recursos Humanos de la Agencia Espacial Mexicana; el ingeniero Marco Carbajal, ex participante del Concurso de CanSat en 2019, y la doctora Blanca Mendoza, del Instituto de Geofísica de la UNAM.

La doctora Blanca Mendoza Ortega, quien además fue organizadora del primer concurso de CanSat en México, señaló que “esta actividad probó ser muy importante para la formación de vocaciones… Este concurso ha crecido mucho, ya es internacional, y está adquiriendo cada vez más prestigio y es una forma muy importante de introducir a los y las estudiantes en el quehacer espacial”.

Agrega que a los estudiantes les da un gran orgullo poder crear un satélite con materiales reciclados y económicos “para que vean que con esa clase de equipo pueden hacer uno que tiene todas las funciones mínimas de un satélite, así como la sonda que va y aterriza en Marte. Estos CanSat son exactamente lo mismo; ellos tienen que pulir simplemente sus sistemas para lograr un aterrizaje suave y eso les proporciona muchas herramientas de autoaprendizaje, de trabajar en equipo y eso es una enseñanza para la vida”.

El ingeniero Marco Carbajal platicó sobre su experiencia como concursante en este evento en una edición anterior, así como lo vivido ahora que fue parte del jurado:

“Académicamente nos aporta mucho el tener un equipo en una universidad que esté involucrado en estos temas, porque está aportando a los nuevos sectores que se están desarrollando en el país; segundo, la parte humana también se desarrolla mucho porque interactuamos con otras personas y cuando se presentan problemas que no estaban previstos o ir siempre contra reloj es algo que genera mucho estrés… Aprender a manejarlo y comunicarte con el equipo es una gran diferencia y al final del día cuando se incorporan en las filas profesionales, en la industria, y tienen esas habilidades desarrolladas es más fácil que se incorporen”.


 

Entre las instituciones que participaron en esta edición del Concurso Iberoamericano de Satélites Enlatados 2023 se encuentran la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Anáhuac, el Instituto Tecnológico de Sonora, la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Universidad Autónoma de Chihuahua, el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Sonora, el Tecnológico Nacional de México, la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra de República Dominicana, la Universidad del Cauca de Colombia y por primera vez participó  un equipo de alumnas del sexto semestre de la carrera de Ciencias de la Tierra de la UNAM con orientación en Ciencias Espaciales. 



 


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