09-02-2023
Por Consuelo Doddoli, Ciencia UNAM-DGDC
Es muy común que nos preocupemos por el cuidado de nuestra salud física, pero ponemos poca atención en la salud mental. Esta incluye el bienestar emocional, psicológico y social y afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos, tomamos decisiones y nos relacionamos con las demás personas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la salud mental como un estado de bienestar en donde el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones de la vida diaria, además de ser productivo y contribuir con su comunidad.
Sin lugar a duda, uno de los grandes retos de la sociedad es la salud mental; y es que, la violencia, la inseguridad, la desigualdad, y el haber hecho frente durante tres años a la pandemia de COVID-19 son factores que alteran nuestro bienestar mental y emocional, asegura la doctora Emilia Lucio-Maqueo, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Los adolescentes son el sector de la población más vulnerable a estos trastornos. En el mundo, uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años enfrenta un padecimiento mental sin embargo, la mayoría de ellos no son diagnosticados ni tratados adecuadamente.
La adolescencia es la etapa en la que dejamos la niñez y transcurrimos desde la pubertad a la edad adulta. Se producen cambios importantes en la estructura y función del cerebro, entre las que están la producción de hormonas. Estos cambios provocan que la adolescencia sea una época de transición, donde se desarrollan los hábitos sociales y emocionales de la persona y es cuando se experimentan los mayores cambios físicos, emocionales y sociales.
En general, esta etapa suele ser difícil, y si a esto le agregamos que muchos jóvenes están expuestos a factores de riesgo como la pobreza, los malos tratos, la violencia o malas experiencias, crecen en un ambiente vulnerable con una alta probabilidad de que desarrollen un problema de salud mental, afirma la profesora emérita de la Facultad de Psicología.
Ansiedad y depresión son más comunes entre los adolescentes mayores (15 a 19 años) que entre los adolescentes más jóvenes (10 a 14 años). Quienes padecen trastornos de ansiedad suelen manifestar preocupaciones, miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias.
Los estados depresivos no son un signo de debilidad o algo que se pueda superar con fuerza de voluntad. Si no se atienden, pueden tener consecuencias graves como problemas de aprendizaje e incluso, en ocasiones, llegar al suicidio.
Los trastornos del comportamiento se presentan con una mayor frecuencia entre los adolescentes más jóvenes.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), se caracteriza por problemas para prestar atención, controlar conductas impulsivas (podrían actuar sin pensar en el resultado de sus acciones) o por ser demasiado activos.
El trastorno disocial (con síntomas de comportamiento destructivo o desafiante) puede generar problemas en la escuela y dar lugar a comportamientos de riesgo o delictivos.
Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, suelen aparecer durante la adolescencia y la juventud. Se caracterizan por fijar excesivamente la atención en el peso, la figura corporal y la comida, lo que causa una relación peligrosa con la comida con secuelas en el cuerpo, desde daños en el corazón, el aparato digestivo, los huesos, los dientes y la boca.
Con tratamiento, es posible volver a tener hábitos alimentarios más saludables y, a veces, revertir las complicaciones graves causadas por el trastorno de la alimentación.
La anorexia nerviosa puede producir la muerte prematura debido a complicaciones médicas o al suicidio. Esta enfermedad tiene asociada una mortalidad superior a la de cualquier otro trastorno mental.
Psicosis, las señales de este tipo de trastorno suelen aparecen a finales de la adolescencia o a principios de la edad adulta. Se caracteriza por alteraciones en los pensamientos y precepciones como alucinaciones (oír voces o ver cosas que no hay) o el delirio (falsas creencias).
Estas experiencias pueden afectar gravemente a la capacidad del joven para participar en la vida diaria y la educación, y en muchos casos llevan a situaciones de estigmatización o a violaciones de los derechos humanos.
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Muchas de las personas que se suicidan o lo intentan sufren de alguna enfermedad mental.
El abuso del alcohol, los malos tratos físicos o el abuso sexual en la infancia, la estigmatización a la hora de buscar ayuda, son obstáculos que impiden recibir la atención que necesita una persona que piensa en dejar de existir.
La autolesión es un daño deliberado en su cuerpo, como cortarse o quemarse. Normalmente no es un intento de suicidio, es una forma dañina de enfrentar el dolor emocional, la ira intensa y la frustración.
Es muy importante atender las necesidades de los adolescentes que padecen algún trastorno mental. Es recomendable, hasta donde sea posible, evitar la medicación excesiva, priorizar las soluciones no farmacológicas y respetar los derechos de los niños suscritos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos.
La UNAM ofrece orientación a los jóvenes y a sus padres que sufren en el manejo de problemas de la salud mental. Si crees que necesitas ayuda, por favor comunícate a alguno de los siguientes programas:
https://www.psicologia.unam.mx/centros-de-formacion
Línea de Atención Psicológica de la Facultad de Medicina de la UNAM (CDMX): 55 56 22 22 88
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